Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

David con la cabeza de Goliat (1610)


Es uno de los cuadros más introspectivos del autor, que revela su mundo interior. El joven David mira, con tristeza y un poco de asco, la cabeza del vencido gigante Goliat, en quien es posible distinguir al propio Caravaggio. En la espada del israelita se puede leer: “Humilitas occidit superbiam” (la humildad mató al orgullo). Quizá así se veía a sí mismo: un gigante destruido por su propia soberbia al que sólo merece mirar con desprecio. Este cuadro le fue enviado al cardenal Scipione Borghese, sobrino del Papa, quizá como un intento para obtener el perdón pontificio