Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La buenaventura (1594)


Su primera composición con varias figuras recoge una escena de vida cotidiana que pretende aleccionar al observador, un género poco conocido en la Roma del siglo XVI. En el cuadro, una gitana lee la mano de un joven que mira con afecto a la chica. Ésta le responde con una mirada seductora mientras, sin que él se dé cuenta, le está quitando poco a poco un anillo del dedo. Es una alegoría del fraude y la ingenuidad. Un biógrafo de Caravaggio, Giovanni Pietro Bellori, cuenta que el artista tomó como modelo a una gitana de la calle –una costumbre que mantendría siempre– para demostrar que no necesitaba copiar las obras de los maestros de la antigüedad: “Cuando se le mostraban las más famosas estatuas de Fidias o Glykon para que pudiera usarlas como modelo, como única respuesta señalaba a un grupo de personas y decía: ‘Ya la naturaleza me ha dado abundantes maestros‘”.