Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Los escenarios de una carrera periodística


Los orígenes. En sus años de Universidad Rosa Mª Calaf no pisó la Facultad de Periodismo. Cuando se licenció en Derecho, pensaba en hacer carrera diplomática: “Siempre tuve claro que quería dedicarme a algo relacionado con el exterior. Había viajado mucho, porque mi familia es muy viajera. En la España de entonces eso era muy raro, y me parecía que lo que veía fuera no tenía nada que ver con lo que veía dentro, y que había que hacer algo”. Unas prácticas en Radio Barcelona le abrieron las puertas de Radio Nacional y de ahí dio el salto a Televisión Española:  “Me di cuenta de que iba a poder expresarme, a ser mucho más yo, y a hacer lo que quería hacer, mejor como periodista que como diplomática”.

Los destinos. A partir de ese momento, se sucedieron los destinos internacionales: Estados Unidos, Unión Soviética, Argentina, Italia, Brasil, y la región Asia-Pacífico. A muchos de ellos llegó, además, para inaugurar la delegación de Televisión Española: “Ahora se está empezando a heredar la casa del corresponsal anterior, pero antes no. Tenía que buscar una casa y, en muchas ocasiones, una oficina y hacer las gestiones correspondientes. En la antigua Unión Soviética, por ejemplo, me llevó casi un año”. Pero la información no puede esperar, así que en Argentina, se subió al tren de la campaña electoral de Menem al día siguiente de llegar a Buenos Aires, y su última crónica desde Nueva York la hizo en las escalerillas del avión.

Saber estar ante la cámara. Desde todos esos lugares, Rosa Mª Calaf daba cuenta de la actualidad respetando el rigor, no solo de los hechos, sino también de su contexto: “Si hago una entradilla sobre un conflicto, y se ven tanques, helicópteros… y aparezco normal, demuestro que la situación está controlada. Si me pongo el chaleco, el casco… estoy exagerando la situación, le estoy dando un nivel de dramatismo que no tiene. Las reporteras con el famoso velo me ponen de los nervios, porque hay poquísimas veces en que es necesario. Lo que no se puede hacer es estar en mitad de Kabul con un velo de colores , como si una fuera a la ópera, y a la vez, con manga corte y escote”. Es evidente que el aspecto de un reportero es una parte importante de lo que comunica ante la cámara, y el de Rosa Mª Calaf no era una excepción: “Cuando entré en televisión, hace 38 años, llamaron a Llongueras –que entonces empezaba– para que me buscara un look”. Él fue el responsable del tinte rojo, que no siempre ha sido fácil de mantener: “En Asia, por ejemplo, era un follón que no veas el rollo del rojo. Me tenía que llevar el tinte desde España porque allí nadie lleva el pelo rojo. Por mucho que fuera a una peluquería maravillosa, no lo tenían”.