Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Nombres y estilos para un concierto "ideal"


La llamada del romanticismo. Inma Shara asegura que es “difícil” elegir el repertorio del concierto “ideal”. Según dice, le gusta casi todo: el clasicismo, el romanticismo, el impresionismo, el expresionismo… Si pudiera escoger, seguramente se inclinaría por el estilo romántico: “Desde Mendelsshon, el último gran clásico, hasta Dvorák —(todas sus sinfonías)—, Tchaikovski, Bruckner, Mahler o Rachmaninoff, que me apasiona”.

Compositores de referencia. Cuando le preguntan por los compositores que más le han marcado, cita en primer lugar a Tchaikovski: “Es como un caudal sin fin, una catarata de melodía. Es impresionante. Me sobrecoge porque cualquier obra suya es apasionante y rica”. Entre sus preferencias también se encuentran Rachmaninoff, “un romántico entre los románticos”, y, por supuesto, Beethoven: “Cuando uno escucha en serio la Novena Sinfonía, se pone a llorar. Su concepción de la música es maravillosa”. También menciona a Brahms —con un recuerdo especial para su Cuarta Sinfonía— y a Puccini: “Focalizó su profesión en el mundo de la ópera, en la voz, en la ficción. Hay cosas suyas que son auténticas delicatessen de la música clásica. Es llamativo cómo con esa juventud pudo hacer obras tan maravillosas”. 

De Sarasate a Arriaga. Entre los compositores españoles, y animada quizá por el hecho de encontrarse en Pamplona, cita a Pablo Sarasate: “Puede que el ‘problema’ de Sarasate sea que fue un grandísimo violinista, y que puso la música al servicio del instrumento, pero era un grandísimo compositor”. También le interesan Turina —“tengo devoción por él”—, Albéniz, Joaquín Rodrigo y Arriaga. De este último explica que murió muy joven, pero que era una especie de Mozart. “Si a alguien le dicen que su sinfonía Esclavos felices es de Mozart, se lo cree”. “Nuestro país ha dado grandísimos compositores”, concluye.