Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La presencia de caballeros navarros y el escudo de Navarra


Cuando Alfonso VIII escribió al Papa relatándole la victoria cristiana en el campo de batalla poco después del acontecimiento, aquel le contó el encuentro en los llanos de Salvatierra con Pedro II y Sancho VII el Fuerte, quien se presentó con doscientos caballeros. Esta cifra ha servido posteriormente a la tradición historiográfica para tratar de reconstruir la identidad de esos caballeros, y fue Gonzalo Argote de Molina, historiador y genealogista de la segunda mitad del siglo XVI, el primero en proporcionar un listado; más tarde, Julio Altadill, en la celebración del centenario de la batalla de 1912 en Navarra proporcionó un repertorio más completo, al formalizar una lista con los notables y “tenentes” de la época. En otro orden de cosas se encuentra el episodio del botín recogido por los hombres del monarca navarro, destacando las tiendas y las cadenas, cuyos eslabones se encuentran repartidos entre la catedral de Tudela, el monasterio de Santa María de Irache y la colegiata de Roncesvalles. Y es aquí, donde la tradición mezcla el papel destacado de Sancho en la toma del campamento agareno y la constitución del escudo de Navarra. El jesuita José Moret (1615-1687), recogiendo los datos de las crónicas finimedievales del agustino García de Eugui (f. XIV) y la Crónica del Príncipe de Viana (c. 1454), no dudó en versar más ampliamente la teoría de esta última, al afirmar que el escudo navarro representaba el entrelazo de las cadenas obtenidas en Jaén, sustituyendo así al águila, símbolo utilizado por el Fuerte en su cancillería. Sin embargo, el actual escudo de Navarra no surgió tras la batalla, sino que, como bien ha señalado F. Menéndez-Pidal, el escudo blocado de ocho barras fue introducido por Teobaldo I, y la identificación de esas barras por cadenas se hizo probablemente en el siglo XIV, según Luis J. Fortún Pérez de Ciriza.