Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

'Barbie' eres tú: la apuesta de Greta Gerwig por un feminismo vital

Texto: Gema Pérez Herrera [His Com 12 Máster en Estudios Contemporáneos 13 PhD His 17] es historiadora, profesora en la Universidad de Valladolid y crítica de cine | Ilustración: Pedro Perles

Bajo su fachada de superproducción glamurosa, Barbie esconde el pensamiento de una directora joven y prometedora. Greta Gerwig lleva años haciendo un cine audaz y profundo, con una mirada muy honesta a la realidad. Es una mujer independiente que, a través de lo vivencial, se atreve a plantar cara a algunos de los presupuestos ideológicos más actuales.


Greta Gerwig es la mujer del año en Hollywood. La directora de Barbie se ha erigido como una de las mentes más libres y divertidas de la industria, capaz de vestir al mundo de rosa y de desatar una barbimanía dormida hace tiempo. Su película ha sido uno de los blockbusters de 2023, se ha convertido en el film dirigido por una mujer más taquillero, ha cosechado cerca de mil cuatrocientos millones de dólares y un sinfín de premios, entre ellos el Globo de Oro al éxito en taquilla.

Pero lo suyo no viene por un inesperado golpe de suerte o por el acierto de jugar con un producto de masas: detrás del triunfo de Barbie se esconde una trayectoria personal y, sobre todo, un pensamiento muy propio acerca de la mujer millennial. La cinta se ha tachado de creación woke, de feminismo excluyente, incluso de colección de memes. Pero nada más lejos de la realidad: Barbie es una obra compleja que, bajo la lógica del juego y la brillantina kitsch, esconde una antropología y una de las reflexiones más interesantes del cine actual sobre lo que significa ser mujer en nuestro tiempo. La última película de Gerwig ha suscitado por igual fanatismos y acérrimos detractores, pero me atrevería a decir que, mayoritariamente, no se ha comprendido, porque, tras su fachada de superproducción de Hollywood, oculta un corazón indie. Un estilo, un pensamiento y una mirada al mundo —los de su autora— que suponen una interesante revisión de las propuestas a las que el feminismo contemporáneo nos tiene acostumbrados. 

 

DE SACRAMENTO AL ‘INDIE’

No se puede comprender la creación sin conocer a su creadora. Gerwig nació en Sacramento, capital del estado de California, el 4 de agosto de 1983. Sus padres le proporcionaron una gran formación cultural y cristiana, se educó en un colegio religioso y, tras conocer Nueva York, quiso estudiar donde veía bullir la cultura. En parte, esta historia la recogió en su ópera prima, Lady Bird (2017): una joven rebelde de Sacramento que quiere empezar a ser alguien trasladándose a la Gran Manzana, «como si mi vida no hubiese empezado ya antes», reflexionará Gerwig un año después, en un artículo en The New York Times, publicado en 2018 

__________________________________

Barbie es una obra compleja que, bajo la lógica del juego y la brillantina kitsch, esconde una antropología y una de las reflexiones más interesantes del cine actual sobre lo que significa ser mujer en nuestro tiempo

__________________________________

En el Barnard College de Columbia estudió Lengua Inglesa y Filosofía. En esa etapa entró en contacto con grupos de teatro y descubrió en profundidad el cine. Estas vivencias la llevaron a intuir su lugar en el mundo: ella también quería contar historias y estar entre quienes las crean.

Reconoce que su gran suerte fue integrarse en un grupo de gente joven que empezaba a hacer cosas desde la producción independiente, lo indie. Pasó a formar parte del círculo de Joe Swanberg, un cineasta cercano al movimiento mumblecore, un subgénero que se caracterizaba por filmar con bajo presupuesto historias de juventud. Greta Gerwig rodó con él sus primeras películas y empezó a sondear las inquietudes de la generación a la que pertenece. Pronto Greta se convirtió en un referente por su interpretación desenfadada y alegre, su naturalidad ante la cámara y, sobre todo, por su habilidad para indagar en lo existencial a través de situaciones de la vida corriente. 

En 2010, Greta conoció al cineasta Noah Baumbach, con quien rodó Greenberg, una historia sobre la crisis vital de un hombre de mediana edad. Al año siguiente comenzaron a salir. Noah Baumbach es, en este caso, un gran hombre que se esconde tras una gran mujer, y ha tenido un papel clave en la evolución estilística e intelectual de Greta. Se le conoce como «el Woody Allen de la nueva generación», porque retrata las contradicciones existenciales de las clases altas americanas. Pero Baumbach, que también se ha movido por los circuitos indies, se adentra con más precisión en la cultura actual y en las tesituras de la juventud contemporánea.

 

ILUSTRACIÓN: Pedro Perles

Frances Ha (2012) se ha convertido en un icono de la generación millennial. Dirigida por Baumbach, fue el primer guion escrito por los dos, y el resultado parece un papel a la medida de Greta, que se interpreta en muchos momentos a sí misma. Ahondan con estilo desenfadado en las paradojas del mundo moderno, algunas muy dolorosas. La historia, sencilla en apariencia, se centra en el estilo de vida de Frances, una joven bailarina que intenta sobrevivir en Nueva York. Su amiga de la carrera, sus compañeros de piso, ella misma… todos tratan de vivir como la sociedad les ha prometido que pueden hacerlo, pero Frances no solo no lo consigue sino que en su interior desea algo más. A través de un humor siempre herido, la película desenmascara algunas de las falacias de la cultura actual, muy en especial el individualismo y el modelo de relaciones esporádicas entre los jóvenes, que se estrellan contra el anhelo de pertenencia e intimidad que sus personajes experimentan. Con Mistress América (2015) repitieron fórmula en la piel de otra joven que parece luz pero que está existencialmente perdida.

Gerwig admira hondamente a Baumbach, y su influencia es patente en su obra. Además del estilo de escritura (diálogos rápidos y agudos, muy trabajados), les une la profundidad existencial con la que abordan, de modo a veces bastante descarnado, los problemas de la generación que entra a la vida adulta. La mirada de Baumbach es analítica y descriptiva: expone los síntomas y malestares de sus protagonistas, hace pensar pero no apunta el sentido de las respuestas. Y este es precisamente el campo en el que Gerwig ha dado un paso más y ha creado su propio discurso.

 

«ME INTERESA LA MUJER» 

Son tres, hasta la fecha, las cintas dirigidas por Greta Gerwig. En 2017, su ópera prima, Lady Bird, le hizo dar el salto al circuito de Hollywood y le trajo sus primeras nominaciones a los Óscar. Con Mujercitas, en 2019, actualizó un clásico y también repitió en las nominaciones como guionista y mejor película. En las de 2024, Barbie también estuvo entre las favoritas.

A primera vista, cada una de estas creaciones es muy diferente, tanto por temática como por género, pero continúan con la inquietud por su generación que aprendió del indie y encierran una misma esencia: «A mí me interesan las mujeres», contó en una entrevista en The Atlantic, en julio de 2023.

El feminismo ha cambiado mucho en estas últimas cuatro décadas y sus paradigmas han modelado la sociedad en la que los millennials nos hemos hecho adultos. A veces, con poco margen de cuestionamiento. ¿Es Greta Gerwig feminista? Sí, le interesa la mujer y cuanto la rodea. Es hija de un tiempo en el que desde la historiografía hasta la política, pasando por la cultura, se nos ha concienciado de la necesidad de visibilizar a la mujer y de darle voz en los distintos ámbitos. Esta es, entre otras, una de las puntas de lanza del feminismo contemporáneo y en la que se ubica Greta. Uno de sus sueños, por ejemplo, es contar la Historia Sagrada desde el punto de vista de las mujeres que aparecen en ella. Cuando a Greta le preguntan por sus escritoras de referencia menciona a Virginia Woolf, porque le gusta su escritura; a Jane Austen, porque le ha configurado la idea del amor; y a Joan Didion —escritora y periodista norteamericana nacida en Sacramento—, porque le hizo descubrir que la vida que estaba viviendo valía la pena escribirla.

Este es un dato clave, Greta se adentra en el universo femenino desde un plano experiencial. Es una mujer que, desde muy joven, ha mostrado inquietud por conocer, pero no lo hace desde una posición teórica sino desde su ser como mujer, desde su «razón vital femenina», que diría Julián Marías. Gerwig ha escrito y dirigido un film inspirado en sus vivencias en Sacramento, Lady Bird; en otro ha adaptado un clásico sagrado en su biografía personal, Mujercitas; y, por último, ha creado Barbie, sobre un icono cultural vinculado a la mujer y en la que ha vertido lo que piensa de la deriva del feminismo contemporáneo. 

«Lo que más me entusiasma de que las mujeres hagan películas es que sé que van a mostrar cosas que hasta ahora no se consideraban importantes en el cine. Las vidas de las mujeres, la maternidad, la amistad, ser hijas, hermanas, amigas, en qué consiste ser mujer y qué es lo que nos importa como género…», según confesaba en unas declaraciones en La Vanguardia. Esto es lo que le interesa contar y lo hace sin complejos, desde una libertad intelectual sorprendente.

__________________________________

Gerwig es hija de un tiempo en el que desde la historiografía hasta la política, pasando por la cultura, se nos ha concienciado de la necesidad de visibilizar a la mujer y darle voz en los distintos ámbitos

__________________________________

 

UNA MIRADA A LA REALIDAD ‘MILLENNIAL’

En todas sus películas podemos advertir una triple estructura: la mirada honesta y descriptiva de la sociedad en la que se mueven sus personajes (heredada del indie), las vivencias concretas de sus personajes femeninos (a menudo son alter ego) y, en último lugar, la búsqueda de respuestas. 

A Gerwig le obsesiona la cuestión de la identidad en un mundo donde el individualismo y la ruptura con el pasado llevan al hombre a vivir el hoy como si no hubiese ayer ni mañana. La adolescente Christine en Lady Bird es el mejor ejemplo. Greta plasma la rebeldía y el deseo de hacerse a sí misma de una joven en su último año de escuela. Concibe la película como una historia de amor entre madre e hija, a través de las turbulencias que toda adolescente experimenta en la relación con su madre. Su rechazo hacia lo recibido, el deseo de ser auténtica, e incluso sus expectativas y desencantos ante el despertar sexual, aparecen retratados con mucha crudeza, al tiempo que hacen pensar. Tras su primer encuentro amoroso, Lady Bird manifiesta el dolor de percibir que, lo que para ella era un momento único y especial, para el otro solo ha sido «una más». Ella anhela amar, poco a poco va dándose cuenta de que el tipo de relaciones (las formas, los usos sociales) que le rodean le decepcionan y acaba descubriendo el amor real de su familia y de las amistades profundas.

__________________________________

La naturaleza de las relaciones es otro de los temas que obsesionan a Greta Gerwig, de nuevo en un contexto en el que la devaluación de los vínculos, su carácter efímero o la liquidez con que nos las presenta el canon actual hacen que el hombre contemporáneo navegue perdido

__________________________________

La identidad y el cambio vital están muy presentes asimismo en Mujercitas, una mirada nueva a la historia de las cuatro hermanas March que Greta convierte en un ejercicio de retrospección al contarla desde el presente adulto de las protagonistas. Con las idas y venidas al pasado comprendemos mejor quiénes son y sobre todo qué les ha hecho ser como son: su historia y sus decisiones. Vivir es decidir; esas mujercitas lo experimentan con mayores o menores aciertos. Y, en ese proceso, van siendo conscientes del papel nuclear de la familia y de los vínculos entre amigas, hermanas, madres e hijas, entre mujeres y hombres. 

La naturaleza de las relaciones es otro de los temas que obsesionan a Greta Gerwig, de nuevo en un contexto en el que la devaluación de los vínculos, su carácter efímero o la liquidez con que nos las presenta el canon actual hacen que el hombre contemporáneo navegue perdido. «Pero me siento sola», reconocerá Jo March a su madre tras un speech en el que reivindica la validez de las mujeres para ser algo más que compañeras sentimentales. Jo ha construido su vida evitando ser lo que en aquel entonces la sociedad le decía que debía ser una mujer, y, cuando lo ha conseguido, reconoce que hay en ella un vacío anhelante de pertenencia y donación. El maravilloso final de esta película desdobla la historia y nos cuenta también la de su escritora, Louisa May Alcott, una mujer que no fue un modelo femenino al uso en su época, pero que ha dejado una huella imborrable. Con su relato, Greta reivindica la dimensión profesional de sus personajes femeninos y la legitimidad de que peleen por sus sueños más allá del hogar. Pero siempre desde la perspectiva de que ambas dimensiones son esenciales en la vida de una mujer. «Que mis sueños sean diferentes a los tuyos no significa que no sean importantes», le dice Meg a su hermana Jo cuando esta le reprocha que se case y no se convierta en actriz. Aunque se trata de un retrato de época, los personajes atraviesan crisis que por su carácter vital son universales y nos interpelan.

En sus tres películas las protagonistas terminan solas. Greta se resiste a crear finales felices sellados con un beso, fiel a la idea actual de que hay más caminos para la autorrealización que el matrimonio —a pesar de que es su propio camino vital y de que lo defiende en muchos de sus personajes—. Pero con ello no aboga por el individualismo: todos sus personajes descubren el insustituible valor del otro y la necesidad de un proyecto personal que lo incluya, sea bajo la forma del matrimonio, la familia en sentido amplio o el servicio a la sociedad, para lograr la plenitud de vida.

«¿Quién soy y quién quiero ser?» es la gran cuestión existencial que planea sobre sus películas. En su búsqueda de respuestas Gerwig abre sin miedo la puerta a la dimensión trascendente y espiritual: la primera vez fue en el final de Lady Bird, lo que Greta llamó «una transacción de gracia»: Christine sube al coro de una iglesia tras una noche de borrachera y allí algo cambia. La directora lo explica con sus palabras en otra entrevista en Decine21: «Ese es el tipo de gracia que se le presenta continuamente a Lady Bird, y su viaje consiste en aceptarla. […] El lugar del que procede y la tradición en la que la han criado le han brindado raíces y alas». Solo cuando integra esa herencia Christine encuentra la paz. La formación católica de la cineasta se refleja en las películas que ha dirigido, y lo hace con una sutileza que deja mucha libertad al espectador, no impone, más bien parafrasea ese «quien pueda entender que entienda». 

__________________________________

En sus tres películas las protagonistas terminan solas. Greta se resiste a crear finales felices sellados con un beso, fiel a la idea actual de que hay más caminos para la autorrealización que el matrimonio

__________________________________

 

‘BARBIE’: LA VIDA FRENTE A LA IDEOLOGÍA

Con Barbie, Greta ha llevado su estilo hasta el extremo, acentuando el carácter juguetón y caótico que la caracteriza. Cuando recibió la propuesta de Mattel aceptó, con la condición de que en la escritura del guion participase también Baumbach. La chispa de la historia surgió al conocer la vida de la creadora de Barbie e imaginar cómo sería un encuentro entre creadora y criatura. El resultado es una historia con tres grandes niveles de lectura que ha provocado más de un quebradero de cabeza a quien no conoce el fondo y la forma de su cine. La muñeca ha sido un icono feminista contra el que las propias feministas se han vuelto. Desde la reflexión acerca de qué ha aportado Barbie a las mujeres, Greta Gerwig ha creado una película que se pregunta qué hace valiosa la vida de una mujer. Y empieza, como siempre, mirando de forma honesta la realidad que nos circunda y donde nos topamos inevitablemente con el discurso feminista predominante, que ha construido un relato sobre lo que debería significar ser hombre o mujer. Esto lo cuenta en el primer nivel, con su historia sobre Ken y Barbie, donde ambos encarnan las posturas ideológicas predominantes del feminismo y su noción del patriarcado. Compiten entre sí y acaban pidiéndose perdón y reconociendo que «nos peleábamos porque no sabíamos quiénes éramos». Explicita en sus dos protagonistas cómo estos discursos implican siempre un daño para el hombre y la mujer; no ha querido hacer una película feminista sino «humanista», como ella misma ha reconocido en una entrevista a Rollingstone

Greta juega con los discursos y se ríe abiertamente de ellos para mostrar, entre carcajada y carcajada, las costuras de ese pensamiento ideológico tan artificioso, y para contraponer las evidencias de lo vital. «Llamadme madre», pide el CEO de Mattel a la legión de muñecas; «No, gracias», le responden con cara de asco las barbies, un sencillo gesto con el que se desmonta el falaz argumento de que uno puede ser hombre o mujer a golpe de deseo. Más contundente es su final, cuando lo primero que hace Barbie como mujer es lo que solo una mujer puede hacer: ir al ginecólogo. Un guiño genial a la biología y una respuesta aún más ingeniosa a esa pregunta que hoy parece políticamente incorrecto contestar: ¿qué es una mujer?

 

ILUSTRACIÓN: Pedro Perles

En el segundo nivel, la historia presenta las vicisitudes de ser mujer que Barbie va conociendo: alegrías, dificultades, sufrimientos… e incluso deterioros físicos. La película es un producto de millennials para millennials, para esas mujeres que, como Greta, se acercan ya a los cuarenta con todas sus crisis aparejadas. Este retrato no es un reproche al hombre o al patriarcado, es la asunción divertida de unas dinámicas culturales, históricas y naturales que hacen que las mujeres experimenten esas realidades —todas nos reconocemos—, y su respuesta es la aceptación agradecida. «Es usted preciosa», le dice Barbie a una anciana; «Lo sé», le responde riendo la mujer.

¿Y qué hay del diálogo entre creadora y criatura? Ruth Handler, la creadora, con su historial de achaques y enfermedades, hará comprender a Greta la belleza de toda vida, y en especial la de la mujer, muy vinculada también a la cuestión de la maternidad. En ese juego criatura-creadora, la cineasta alude explícitamente a ese otro encuentro con el Creador necesario para toda persona que busque comprenderse. Y tras esto hay un hecho vital: ha querido plasmar con esa escena una vivencia que contaba en The New York Times en julio de 2023, experimentar, al ser bendecida, que su valía como persona no era el tener o el hacer, sino el ser hija de Dios. Bajo esta clave, Barbie resulta luminosa y todo un tratado de antropología pop, sorprendente en el panorama del cine contemporáneo. «Quiero que la gente se sienta bendecida», indicaba la directora, «que la gente aprenda a vivir con más plenitud».

Lo que hace Greta en los tres niveles representa la culminación de su mirada vital al mundo; le dice a cierto feminismo que el emperador está desnudo, pero domina las reglas del juego y consigue zafarse de ser cancelada. Por ello Barbie es irónica, ambigua, y requiere que el espectador sepa, además de reír, leer entre líneas.

Ante la corriente ideológica que desnaturaliza a hombres y mujeres, Greta Gerwig vuelve sus ojos a la realidad vivida, por ella y por sus contemporáneos. En la existencia concreta de cada persona se pueden vislumbrar destellos de verdad, vivencias que desmontan las ideologías en lo más profundo de nuestro ser. Gerwig parte de sus percepciones y de su biografía para cuestionar muchos de los presupuestos actuales. Un fenómeno que no parece exclusivo de la chica nacida en Sacramento. En España, basta con fijarse en lo que escribe Ana Iris Simón, lo que ruedan Carla Simón o Pilar Palomero, o incluso lo que canta Rigoberta Bandini, para darnos cuenta de que estamos ante algo nuevo y muy esperanzador: la realidad de unas mujeres —curiosamente también millennials— que, desde sus trayectorias vitales (y algunas tras la maternidad), comienzan a denunciar sin complejos las mentiras de unas ideologías que pretenden decirnos cómo debemos ser y que ocultan cómo realmente somos.

 

La semana que viene, más

 

¿Te ha gustado «'Barbie' eres tú: la apuesta de Greta Gerwig por un feminismo vital»? Puedes recibir un artículo parecido todos los lunes en tu bandeja de entrada con la newsletter de Nuestro Tiempo. Es gratis y la hacemos con mucho cariño.

 

→ Suscríbete aquí