Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

De humano, a titán

Texto Odei Gil / Fotografía Odei Gil y ©RPM Events - GAES Titan Desert by Garmin 2016

Pedalear 590 kilómetros por el desierto de Marruecos. Así es la Titan Desert, una prueba ciclista extrema en la que ha participado el equipo aficionado #acciontitan con el patrocinio de Acunsa y la Clínica Universidad de Navarra. 


La iniciativa

«Dicen que eres tan grande como los sueños que tienes. Este es un sueño XXL para alguien físicamente tan pequeño como yo». Así describía María Yoldi, una de las aspirantes a la Titan Desert 2016, sus ganas de formar parte de una gran aventura. 

Entre dunas, calor, arena, dos ruedas y muchos kilómetros, la Titan Desert, una de las carreras de bicicleta de montaña más exigentes del mundo, recorre desde hace una década el desierto marroquí poniendo al límite la capacidad de resistencia de sus participantes. Para esta edición, la aseguradora médica ACUNSA y la Clínica Universidad de Navarra (CUN), con el apoyo de Conor Bikes y OnFitness, eligieron a nueve deportistas amateurs navarros. El Dr. José Calabuig, cardiólogo de la CUN y profesor de Medicina del Deporte, asegura que el objetivo era demostrar que con el entrenamiento adecuado «se produciría una mejoría en todos los parámetros que se midieron inicialmente en la prueba de esfuerzo que se les realizó a todos los candidatos».

Diego Aisa, director de marketing de ACUNSA, explica que «con esta iniciativa queríamos demostrar que con esfuerzo se puede, y que cualquier reto que nos propongamos, con un entrenamiento y  un seguimiento médico adecuado, es posible. En ACUNSA nunca se había hecho una campaña de este tipo y era una motivación extra».

Cualquiera podía participar. «Gente normal que tuviera un conocimiento de su propio organismo y del punto de partida, y una exigencia nunca por encima de sus posibilidades —concreta el Dr. Calabuig—. Esas personas pueden acabar no solo esta prueba sino cualquiera. Pero, sin pagar un precio alto, tienen que decir “lo he pasado muy bien, he disfrutado y no he hecho daño a mi organismo, y he mejorado además todos mis parámetros médicos”, con lo que esto es un regalo absoluto y total».

Se escogieron cuatro padrinos para el equipo: el exciclista profesional Pruden Induráin,  el ultrafondista Riki Abad —que completó cien pruebas Ironman en 2013y los hermanos deportistas Valentí y Mercè Sanjuan. «En principio mi intención era participar. Pero, debido a unos problemas de salud de última hora, no pudo ser. Sin embargo, les acompañé al desierto y me encargué de ayudarles, en todo lo que pude, con consejos, trucos y apoyo psicológico. En este tipo de pruebas tan duras, toda ayuda es poca», comenta Mercè. También viajó con ellos Raúl Churruca, representante de Conor Sports.

El reto al que se enfrentaban los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra era preparar a deportistas ocasionales para completar la Titan Desert en las mejores condiciones posibles sin que ello supusiera un riesgo para su salud. 

 

Los elegidos

El jurado lo compusieron tres representantes de la Clínica Universidad de Navarra, de ACUNSA y de Conor Bikes. Su tarea fue elegir a los participantes según su historial, personalidad, capacidad de trabajar en equipo y experiencia previa. Los candidatos debían rellenar un formulario elaborado por ACUNSA: «Al principio lo hacían con cierta timidez, cautelosos. Conforme avanzaban los días y se iban inspirando, la calidad de los contenidos y su originalidad aumentaba. Eso contribuyó a que el alcance de la campaña aumentara exponencialmente», argumenta Aisa. «Había candidatos que tenían seguidores que nos escribían para apoyar las candidaturas. ¡Llegué a recibir una carta de 1,5 por 2 metros!».

Francisco Javier Sáinz, autor de la idea, y uno de los elegidos para viajar a Marruecos, daba sus razones: «A falta de una semana buscaba algo más creativo. Todos los candidatos habíamos hecho cosas similares: vídeos y alguna entrada del blog. Así que, para demostrar mis ganas, decidí mandarles una carta diferente: cuatro DIN A0 pegados y un sobre gigante Era consciente del riesgo, pero lo asumí porque pensé que si salía bien podía ser bueno para la candidatura».

No fue el único con imaginación, ya que Ricardo Pérez se grabó haciendo todo tipo de acciones cotidianas sobre la bici y con atuendo de ciclista: «No estaba pensando en nada especial, salvo en intentar hacer algo diferente. Quería transmitir que estaba obsesionado con la bici, y fueron todo tomas de actividades diarias en las que iba vestido de ciclista y llegaba siempre en bici».

También destacó Sergio Campo, por ser el aspirante que más contenido presentó al proceso de selección: «Empecé a entrenar antes incluso de ser candidato. Me hice un guion con las imágenes que quería preparar, y en cada entrenamiento que realizaba me visualizaba en Marruecos, e incluso me costaba conciliar el sueño. Una de las personas que más sufrió todo el proceso fue mi mujer. Llegó a dejar actividades suyas para ayudarme».

Además de practicar un entrenamiento específico en el gimnasio On Fitness de Pamplona, los miembros finalistas de #AcciónTitan se sometieron a diversas pruebas médicas: un electrocardiograma y un análisis de la tensión arterial, una prueba de la pisada y una resonancia nuclear magnética. Además, se les realizó una analítica completa de la sangre —estudio del riñón, del hígado, de los depósitos de hierro, glucosa, minerales, proteínas, enzimas musculares, del colesterol y triglicéridos—, un ecocardiograma Doppler y una coronariografía por TAC, que permiten detectar cardiopatías o alteraciones que pudieran afectar la salud en una prueba de estas características.

«Algunos de los miembros iban muy bien sobre la bici, pero nunca habían estado en  la Titan Desert», cuenta Valentí Sanjuan. «Por tanto, se trataba de charlar previamente —como sucedió en la preparación que realizamos en el desierto de Los Monegros— para resolver dudas, dar consejos y quitar algún miedo de encima, además de acompañarlos durante la carrera».

 

La preparación

Sobre el entrenamiento en el gimnasio, Eliott Nuin, preparador del equipo, explica que, a pesar de ser deportistas, los participantes de #AcciónTitan «nunca se habían ejercitado con una planificación reglada en busca de un objetivo concreto, por lo que dimos más importancia a un periodo de adaptación tanto en fuerza como en resistencia». La preparación constó de circuitos para prevenir lesiones, pequeñas rodadas para que se fueran haciendo con la bici y clases de ciclo: «Tras esta aclimatación, nos centramos en el volumen de entrenamiento, ya que la Titan Desert es una prueba de seis días con una media de cien o ciento treinta kilómetros. Muchas jornadas seguidas sin prácticamente descanso, lo que obliga al cuerpo a un esfuerzo continuado, tanto físico como psicológico», justifica Nuin

El entretenimiento se dividió en dos fases de dos meses. Como cierre y con el paisaje de los Monegros como telón de fondo, en la localidad oscense de Sariñena, emularon una prueba de las que les esperaban recorriendo en bicicleta la cordillera del Atlas y el desierto marroquí.

Esta preparación se vio reflejada en un buen rendimiento general del equipo al llegar al reto de Marruecos. Sin embargo, tras lo encontrado en la Titan Desert, Riki Abad considera que deberían haber realizado «más sesiones largas de bici en los meses previos y menos horas de gimnasio».

Barro, desniveles, el GPS y muchos kilómetros acompañaron a #AcciónTitan. El equipo se enfrentó a la Ruta de las Ermitas, de 94 kilómetros. De norte a sur. Un recorrido perfectamente señalizado, sin dificultades de navegación.

La segunda jornada fueron 97 kilómetros con salida y llegada en Sariñena. Recorrieron todo tipo de terreno: barro, pistas y carretera. Además, tuvieron que aprender a improvisar al encontrarse con que parte del camino estaba labrado. En el tercer día de entrenamiento el equipo atacó la media maratón de Los Monegros. Ochenta kilómetros que supieron a  poco a parte del equipo, que decidió alargar la jornada otros veinte kilómetros y así rodar más de cien.

El último día se hizo frente a un nuevo reto: la navegación. Se establecieron una serie de waypoints -—coordenadas— que los corredores debían encontrar utilizando el GPS. Parecía fácil, pero se complicó hasta tal punto que los capitanes, Diego Aisa y Raúl Churruca, decidieron tomar una ruta alternativa y se separaron del grupo principal. Consiguieron atajar y llegar antes que los demás: una lección de navegación y aventura para los nueve titanes, que hicieron algunos kilómetros extra en busca de la mejor ruta.

Acumular más de 600 kilómetros de montañas y desierto marroquí es tan exigente para el físico como para la mecánica. La fiabilidad muchas veces va de la mano de la simplicidad y, con esta premisa, Conor Bikes regaló a los participantes las bicicletas que utilizaron durante la prueba valoradas en casi 4 000 euros. También usaron una cámara de acción de alta resolución.

 

La carrera

Una fecha: 22 de abril de 2016. El equipo #AcciónTitan pone rumbo a Marruecos, donde dos días más tarde arrancaba la Titan Desert. Era para lo que se habían estado preparando. «Para mí, que soy un loco del deporte, era un sueño —apunta Sergio Campo—. Es una de las pruebas más importantes del mundo y la íbamos a hacer con mecánicos y fisioterapeutas. Jamás hubiera pensado que podría vivir algo así. El clima y terreno son totalmente distintos a España». Ricardo Pérez Merino pronto descubrió que aquello iba a ser muy distinto a los entrenamientos que habían realizado: «Los primeros días creo que ninguno del equipo teníamos claras las cosas, sobre todo desde el punto de vista de la logística, y eso se mezclaba con las ganas tan tremendas de salir a pedalear».

Otra gran diferencia fue la gran acumulación de corredores. «Yo nunca había rodado en pelotón ni había hecho una carrera. También la altura a la que rodábamos, con Ifrane a 1 700 metros», aclara María

«Cuando vas en un grupo con más de diez participantes, con distintas formas de ver las cosas y distintos caracteres, lo normal es que se produjera alguna tensión o algún rifirrafe. Pero todo el mundo era muy consciente de la dificultad del reto, y se mantuvo muy unido e intentando apoyar al máximo a la persona que iba al lado. Lo de equipo no era solo un nombre», expresa Valentí Sanjuan.

Primera etapa: Ifrane-Ifrane (110 kms.)

Para los miembros del equipo #AcciónTitan, salvo para Valentí Sanjuán, la primera etapa —con salida y llegada en Ifrane, en pleno Atlas— constituyó su primer contacto con una prueba de este tipo. El planteamiento fue salir los últimos para evitar aglomeraciones y posibles sustos, una estrategia que se repitió en las siguientes jornadas para ir ganando posiciones a medida que se avanzaba. Al llegar al primer control de paso, el equipo había alcanzado la mitad de la clasificación.

La etapa estuvo marcada por los pinchazos de María Yoldi y Valentí Sanjuan. «Fue el día más duro para mí. Estaba bloqueada por los nervios», recuerda María. «La avería técnica me dio más inseguridad, no me fiaba del apaño en la rueda trasera». En el tercer control de paso el equipo comenzó a notar la fatiga y los calambres. «Las piernas no me respondían como quería, después de un parón previo de dos semanas», explica Gorka. Pero, pese a todo, lograron llegar a la meta en 7 horas, 52 minutos y 27 segundos.

Segunda etapa: Ifrane-Ifrane (133 kms.)

De nuevo con salida y llegada en Ifrane, el segundo día deparó una de las jornadas más complicadas: 133 kilómetros, un desnivel positivo de 2 336 metros, atravesando un cañón y ascendiendo hasta los 2 200 metros de altitud. Fue un momento crítico debido a que el equipo se vio obligado a dejar atrás a su «padrino» Valentí Sanjuan después de que pinchase dos veces en pocos kilómetros y se agotaran todos los recursos para poder repararlo. Finalmente, gracias a la unión del equipo, se pudieron superar las dificultades y concluir la etapa en un tiempo de 10 horas y 51 segundos.

Tercera etapa: Errachidia-Rissani (101 kms.)

Tras un día de descanso, en el que la caravana de la Titan Desert se trasladó a Errachidia, el equipo #AcciónTitan se enfrentó a la primera parte de la etapa maratón. En ella, los participantes debían llevar todo lo necesario para pernoctar en el campamento dos días de competición, además de no poder recibir asistencia de mecánicos y fisioterapeutas.

Todo apuntaba a que sería una jornada agotadora, y efectivamente las sospechas se confirmaron a partir del kilómetro sesenta, cuando muchos corredores se quedaron atrás y fueron rescatados por el equipo. El grupo llegó en algunos momentos a ser de casi medio centenar de ciclistas, entre los que se encontraban el periodista de Onda Cero Chema del Olmo y el actor Dani Rovira, entre otros. Finalmente todos ellos lograron alcanzar la meta en un tiempo de 6 horas, 43 minutos y 22 segundos.

«Si no hubiera sido por los amigos de #AcciónTitan yo seguro que no llego», explica Del Olmo. «El equipo me ha salvado la vida». Otro de los rescatados por los corredores navarros fue Dani Rovira, que describía a #AcciónTitan como un «equipo de natación sincronizada» por cómo se distribuían las tareas: «Sois lo auténtico de la Titan Desert». Jesús Sáenz recuerda: «Recogimos a multitud de participantes que se pusieron a rueda. Al llegar a meta llevábamos a cola un pelotón de más de veinte corredores. Ese día la convivencia en la haima común fue de lo más bonito de la Titan».

Cuarta etapa: Rissani-Merzouga (144 kms.)

La segunda parte de la etapa maratón se convirtió en un infierno de arena para los titanes. Pese a no tener un gran desnivel, la distancia y los casi 40 grados de temperatura, junto con el peso que debían llevar y la falta de asistencia mecánica y física, elevaron la épica de una jornada inolvidable.

El poco descanso y el terreno lleno de piedras mermaron el estado físico del grupo. Con todo, el equipo completó la etapa en 11 horas, 20 minutos y 45 segundos.

Quinta etapa: Merzouga-Merzouga (95 kms.)

En la jornada de navegación —en la que no había indicaciones en el camino y los participantes dependían del GPS y el roadbook [cuaderno de viaje] para encontrar el camino— la fatiga hizo mella en el equipo tras todos los kilómetros que habían recorrido. En ningún momento lograron encontrar un ritmo en el que se sintieran cómodos, a pesar de la fuerza de voluntad que mostraron. «El día más largo, sin lugar a dudas, fue la quinta etapa. Estábamos cansados física y psicológicamente», apunta Sergio Campo.

Tardaron algo más de doce horas en cubrir un recorrido que discurría entre dunas, con un paisaje que no ofrecía ni una sombra en la que refugiarse del sol y con salida y llegada en Merzouga.

«La etapa me dejó una sensación muy agridulce. Fue una larguísima jornada con mucho sol. El calor nos desesperaba por no poder avanzar y vimos cómo algunos compañeros estaban pasándolo mal», recuerda Jorge de Esteban. «Pero en la llegada todo cambió. Fue un instante muy emotivo, tanto que al recordarlo se me saltan la lágrimas. Me sentía hundido por haber entrado fuera de control, muy cansado y fatigado. Pero a la vez veía que lo que habíamos hecho era lo correcto y tenía que estar muy orgulloso: habíamos sabido valorar las necesidades del equipo por encima de las individuales».

Sexta etapa: merzouga-maadid (79 kms.)

Tras seis jornadas de pedales y arena en los calcetines, el equipo #AcciónTitan enfilaba el final de su gran reto.

Todo el sudor y el sufrimiento de estos días tuvo recompensa cuando llegaron al Hotel Xaluca de Maadid, donde Josep Betalú celebró su triunfo en esta durísima edición de la Titan Desert. Allí, la organización les otorgó la piedra que les acredita como finishers de una de las pruebas más exigentes del mundo.

 

Punto y seguido

«El grupo ha demostrado tener una calidad humana, espíritu de sacrificio y capacidad de trabajo en equipo envidiable», cuenta Diego Aisa.

Esta percepción la comparten tanto los parcipantes como los padrinos y los capitanes. «Nunca me hubiera imaginado que nueve personas que ni siquiera se conocían pudieran formar un equipo tan perfecto, tan cohesionado. Cada uno de ellos adoptó un rol, un papel para el propio bien del equipo», afirma Mercè Sanjuan. Un hecho que no vino impuesto sino que, de forma natural, cada uno de ellos puso al servicio de los demás sus habilidades o experiencias. «La calidad humana que se respiró tanto en los entrenamientos como en la prueba fue espectacular», añade Mercè.

Este compañerismo y la fuerza de la unión entre los miembros del grupo es uno de los factores que resalta María: «Yo describo #AcciónTitan como una bendita locura. Ha hecho posible lo imposible: que una chica que no andaba en bici entrenase cuatro meses y acabara la Titan Desert. Es un éxito rotundo del proyecto. Es un éxito de Diego, por apostar por mí cuando nadie en su sano juicio me hubiese seleccionado. Es un éxito de Raúl y de Pruden por enseñarme lo básico del ciclismo. Es un éxito de mis compañeros, especialmente de Jorge por ayudarme a coger técnica y forma en los meses de preparación. Y es un éxito de todo el equipo el llevarme durante la carrera para que terminase todas y cada una de las etapas». 

También otros participantes de la prueba resaltan esta solidaridad. Abel Rodríguez, que disputaba por segunda vez la carrera,  destaca «el espíritu de ayuda y de colaboración»: «Eso es el espíritu Titan, y eso los chicos de #AcciónTitan lo han reflejado. Era impresionante ver cómo se ayudaban y cómo estaban continuamente encima los unos de los otros. E incluso de gente ajena al grupo». Por ejemplo, Sergio le dio un consejo buenísimo a Enara, su novia, que tenía unas molestias con la mochila en la espalda y él le sugirió que se pusiera una brida para subir su altura y le molestara menos. «Fue un gesto que se me quedó grabado. Eso refleja el espíritu Titan».

«La mejor prueba de la calidad del grupo es que, una vez terminada la carrera, no solo mantenemos el contacto entre todos, sino que estamos viendo la posibilidad de dar continuidad al equipo para participar en nuevos retos transmitiendo los valores de los que hemos hecho gala en la Titan Desert», declara Aisa.

Los deseos de mantener el contacto y seguir haciendo equipo no se han quedado en una ilusión. La mayor parte de los miembros del grupo siguen juntándose para entrenar cuatro o cinco veces a la semana. También buscan pruebas en las que poder participar, aunque, por la diferente disponibilidad de cada uno, no siempre puedan asistir todos.

Francisco Javier, Ricardo, Jorge y Jesús volvieron a vestir el maillot de #AcciónTitan para participar en el Desafío de las Tierras Altas, el 31 de julio, una carrera de montaña en Fuentes de Magaña (Soria), que este año celebraba su tercera edición. Se apuntaron a la categoría más dura: 65 km y 2 000 m de desnivel. «Era el recorrido más difícil pero también el más bonito, y había que disfrutarlo», afirma Francisco Javier, que encabezó el equipo al celebrarse la prueba en su localidad. «Pensé que era una buena forma de juntarnos en verano. Cada vez que nos reunimos es como volver a los buenos momentos que pasamos, no solo durante la Titan Desert sino también en los meses de entrenamiento. Es genial revivir lo que experimentamos y lo que nos unió», valora.

Seis de los «titanes», Jorge, Ricardo, Raúl, Jesús, Javier y Diego también participaron en La Induráin, una marcha cicloturista creada en 1992 en homenaje al primer Tour de Francia logrado por Miguel Induráin en el año 1991. 

Además, están trabajando en la creación de una asociación deportiva que fomente los hábitos de vida saludables y la práctica del deporte, para poder ser altavoz de los principios que el equipo quiere transmitir. Entre sus acciones contemplan no solo seguir participando en carreras sino también organizar seminarios sobre deporte y los valores asociados a él.

Ya tienen otra prueba programada: la Marcha Ciclista Volkswagen Navarra Solidaria, en beneficio de ADANO y el proyecto «Niños contra el Cáncer» de la Clínica Universidad de Navarra.

¿Cuáles serán las siguientes aventuras de este equipo de titanes? Ricardo sintetiza el sentir de todos ellos: «Participar en la Titan Desert me ha descubierto que los retos existen, que hay que buscarlos y que se pueden superar».