Fotografía: Manuel Castells

¿Cómo vivió el L’esperit català el centenario del nacimiento de su autor? El icónico muro que Antoni Tàpies pintó en 1971 se expuso en Madrid y Barcelona

Desde su escondrijo en el subsuelo, un retén de lienzos duerme. Los mece el vaivén acompasado de quienes, unos metros por encima, se adentran en el laberinto del arte. Inopinadamente, un leve tirón, como un pellizco, los desvela. Del otro lado, Ignacio Miguéliz, responsable del departamento de Colección y Exposiciones del Museo Universidad de Navarra (MUN), sujeta el tirador del cajón vertical y despliega el peine de almacenaje.

Mientras los cuadros se desperezan en la gran pared enrejillada, de 3,5 metros de alto y 4 de ancho, Imma Prieto no puede apartar los ojos de L’esperit català. Están cara a cara por primera vez. «Me he emocionado al ver la pieza», reconoció la directora de la Fundació Antoni Tàpies
—hoy Museu Tàpies— durante la rueda de prensa celebrada en febrero de 2024 en el marco del centenario del artista. 

Hace medio siglo, una descarga similar sobrecogió a la mecenas María Josefa Huarte en la galería Maeght de París. «Nos estaban enseñando sus fondos —contó en una ocasión—, y cuando sacaron el cuadro yo me puse instintivamente de pie impulsada por una fuerte emoción». Aquel verano de 1972, ella y su marido, el empresario Javier Vidal, adquirieron la obra. Sin embargo, la tuvieron oculta «hasta que llegaron las libertades». Las mismas por las que clamaba su autor, Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012).

Sobre ese muro de madera, arena y polvo de mármol, el artista arañó en 1971 las palabras verdad, cultura, libertad, democracia… Así hasta cerca de ochenta conceptos que constituyen todo un manifiesto de esperanza. Por entonces, Tàpies había participado en varios episodios antifranquistas clandestinos y volcó en una serie de pinturas el compromiso social y político con su tierra. Las cuatro barras de color sangre que surcan el fondo amarillo oscuro no solo remiten a la senyera, sino que se han convertido en un emblema de la lucha por la libertad.

Tàpies rastreaba en su primera juventud el estímulo que le llevó a indagar en el «poder evocador» de las imágenes murales. De camino a casa de sus abuelos, que vivían en el Barri Gòtic, el más antiguo de Barcelona, atravesaba callejuelas con «recuerdos, rasguños y señales de muchos siglos atrás». Al estallar la Guerra Civil, se llenaron de inscripciones, de grafitis «de protesta reprimida, clandestina», que le turbaron. Los muros de la ciudad, escribió en un artículo de 1970, «fueron testimonio de todos los martirios y de todos los retardos inhumanos que se infligían a nuestro pueblo». «Aunque cause disgusto —reivindicó—, el arte debe vivir la verdad».

En otros lugares y en otros tiempos —como experimentó María Josefa Huarte en la década de los setenta y confesaba Imma Prieto hace un año—, la obra del pintor catalán continúa interpelando al público. El carácter perenne de su universo creativo ha sido el núcleo del programa de actividades para conmemorar el Año Tàpies. Entre ellas, destaca la exposición titulada «La práctica del arte» que, tras su debut en el Museo Bozar de Bruselas, recaló en febrero de 2024 en Madrid y cinco meses después en Barcelona.

El mismo día que Imma Prieto apreció en directo el relieve de L’esperit català, el equipo de conservación del MUN descolgó el cuadro del peine y lo preparó para el préstamo. Entre cinco personas colocaron las protecciones de espuma, recubrieron cuidadosamente la pieza con tisú y la embalaron en una caja de pino fabricada a medida. Esa tarde, el cuadro viajó, custodiado por Miguéliz, hasta el Museo Reina Sofía en un vehículo especial. 

Desde que María Josefa Huarte donó en 2008 su colección a la Universidad de Navarra, L’esperit català ha salido en cinco ocasiones del campus de Pamplona. Previamente la propietaria había cedido la obra al MACBA en 2004 para que formara parte de una retrospectiva. Dos décadas separan esa muestra de la más reciente, pero, como afirma Manuel Borja-Villel, comisario de ambas, su legado posee un sentido que permanece: «Tener muchas vidas es una de las características de las grandes obras de arte». 

El Museu Tàpies clausuró la exposición el 12 de enero de 2025, aunque L’esperit català había hecho las maletas a mediados de septiembre: el día 16 Composició amb números (1976) ocupó su lugar. Miguéliz colaboró en el desmontaje del cuadro y lo acompañó en el viaje de regreso a Pamplona. Justo a tiempo para participar en los últimos preparativos del colosal proyecto con el que el Museo Universidad de Navarra celebra su décimo aniversario, un recorrido por 185 años de arte a través de más novecientos títulos que puede visitarse hasta el 24 de agosto. Esta es la última oportunidad, por ahora, de disfrutar del espíritu de Tàpies en sala.

UN LUGAR EN LA ACADEMIA

En el campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra, Tàpies construyó a mediados de los noventa una Sala de Reflexión. En ese entorno singular, dedicado a la meditación y al silencio, se acordó en diciembre de 2023, coincidiendo con el centenario del nacimiento del artista, la creación de la Cátedra Antoni Tàpies-UPF de Arte y Pensamiento Contemporáneos. La iniciativa se propone generar un espacio de investigación, conocimiento y debate desde el universo tapiano.

ver con las manos

Facilitar la experiencia artística a personas con dificultades visuales es el objetivo que persigue «El maletín de Tàpies». Con el apoyo de Fundación ‘la Caixa’, el Grupo ONCE y el Museu Tàpies, cinco alumnas de la Escuela de Arquitectura, junto con el equipo de Educación del Museo Universidad de Navarra, han elaborado una serie de herramientas sensoriales para acercarse a la obra L’esperit català.

nunca antes juntas en españa

Una gran exposición retrospectiva, con escala en Bruselas, Madrid y Barcelona, ha reunido más de un centenar de obras para celebrar el Año Tàpies. Algunas se han podido disfrutar por primera vez en España, como Gran relleu negre y Gran pintura, gracias a los préstamos excepcionales del Museo Meadows de Dallas y el Guggenheim de Nueva York.

 
Fotografía: Comissió Tàpies/VEGAP, 2024Cambiar por descripción de la imagen
Gran Relleu Negre, 1973. Dallas.
Fotografía: Comissió Tàpies/VEGAP, 2024Cambiar por descripción de la imagen
Gran pintura, 1958. Nueva York

 

'la práctica del arte', antoni tàpies

«Si las formas no son capaces de atacar a la sociedad que las recibe, de perturbarla, de incitarla a la reflexión, de poner al descubierto su propio atraso, no hay arte auténtico»

Fotografía: Fundació Antoni Tàpies, Barcelona, 2023Cambiar por descripción de la imagen
Autoretrat d'Antoni Tàpies, Vers 1945-1947.

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