J. K. Rowling asiste al estreno en el Reino Unido de "Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald" en Leicester Square, Londres. Noviembre de 2018.
Fotografía: Retna / Avalon / ContactoPhoto
La autora inglesa marcó la imaginación de toda una generación al crear la saga de Harry Potter. En los últimos años se ha visto envuelta en grandes polémicas por sus declaraciones contra la corriente trans dentro del movimiento feminista. Rowling se identifica con el feminismo, pero ahora se siente alienada de él.
Joanne Rowling estaba en un tren atrasado con destino a King Cross Station desde Manchester cuando, de repente, una idea se asomó a su cabeza: «Un chico no se da cuenta de que es un mago hasta que recibe una carta». No tenía un bolígrafo para anotar la inspiración en su libreta, algo poco habitual para quien tiene el hábito de escribir. Ante ese impedimento, no le quedó otra que dar rienda suelta a su imaginación durante las cuatro horas de viaje que le quedaban. Un niño huérfano. El número 4 de Privet Drive. El andén 9 ¾. Olivander, el callejón Diagón, Gringots, un basilisco y un hipogrifo surcaron su cabeza. Al llegar a casa, escribió su primera línea: «La familia Potter vivía en el valle de Darke». Al final, esta oración no terminó en la obra final ni los Potter vivieron nunca en aquel sitio, sino que su hogar fue el valle de Godric, que no apareció en sus libros hasta la última entrega, cuando Harry y Hermione lo visitan en Nochebuena. Sin embargo, la semilla ya estaba plantada en la cabeza de Joanne. En 1997, siete años después de concebir la idea, Rowling publicó en Bloomsbury la primera entrega de su saga, Harry Potter y la piedra filosofal, que marcaría la juventud de toda una generación. Y, aunque han transcurrido más de dieciocho años desde que salió al mercado la última entrega de la colección, Harry Potter y las reliquias de la muerte, J.K. Rowling no ha dejado de aparecer en el espacio público, aunque, esta vez, las razones sean distintas. No tanto por la fama de sus obras, sino por las polémicas que han despertado sus declaraciones en el mundo feminista, que, hace no tanto, la consideraba su aliada.
DE CAMINO A HOGWARTS
Joanne Rowling tenía 25 años cuando la asaltó la idea durante aquel viaje en tren. Nació en Yate, al sur de Gloucestershire, cerca de la frontera entre Gales e Inglaterra. Su padre, Peter, era un ingeniero aeronáutico que trabajaba en la fábrica de Rolls Royce en Bristol y su madre, Anne, técnico científica en el Departamento de Química de la Escuela Wyedean. Recuerda que, desde pequeña, le fascinaba la lectura. «Vivía para los libros —señala en su página web—. Era la típica rata de biblioteca». El primero del que se enamoró fue Black Beauty, acerca de un caballo que sufre numerosas crueldades durante la época victoriana, de la autora inglesa Anna Sewell. «Recuerdo leérselo en voz alta a un caballo de juguete que se acostaba a dormir debajo de una manta», cuenta en una entrevista con The Times.
Sin embargo, desde que era una niña, su amor por la literatura no se limitó a una pasión por leer; la actividad creadora estuvo presente en todo momento. Escribió su primera historia a los seis años, titulada Rabbit, y su primera novela a los siete, acerca de siete diamantes malditos y sus propietarios. «No recuerdo ni un momento en el que no quisiera ser escritora. En resumen, en cuanto me di cuenta de que podía vivir de inventar historias, que era lo que más me gustaba, eso fue lo que quise hacer», explica a The Times.
Tras cursar sus estudios secundarios en la Escuela Wyedean, en la que trabajaba su madre, Joanne Rowling solicitó la admisión a la Universidad de Oxford, pero no superó las pruebas de acceso. Sin embargo, sí logró entrar a la Universidad de Exeter, donde estudió una doble titulación en Filología Francesa y Clásica. Después de graduarse en 1987, se mudó a Londres y trabajó en Amnistía Internacional como investigadora.
En ese contexto se encontraba cuando el famoso viaje de tren. Meses después, su madre murió de esclerosis múltiple, una enfermedad que la había acompañado durante mucho tiempo. Al año siguiente, se trasladó a Portugal para ser profesora de inglés. Se llevó consigo el cúmulo de notas y apuntes que tenía sobre Harry, en los cuales se encontraban, desde el principio, el plan general de toda la saga, según cuenta en su página web. Allí conoció a Jorge Arantes, con quien se casó en 1992 y tuvo su primera hija, Jessica, que nació en 1993. El matrimonio fracasó. Rowling se separó ese mismo año de Jorge y se mudó con su hija a Edimburgo, a vivir con su hermana menor, Dianna, junto con los primeros tres capítulos de Harry Potter y la piedra filosofal.
En Edimburgo, Rowling se ganaba la vida como profesora de francés y con ayudas estatales que le permitían llegar a fin de mes. El divorcio y la muerte de su madre la llevaron a una depresión profunda, y en medio de aquel torbellino se decidió a terminar el primer libro en el tiempo libre que le quedaba en el día, en cafés de la ciudad, acompañada de su hija en su carro de bebé. «Seguía perdiendo la esperanza, pero cada vez menos a medida que trabajaba en el borrador», se sincera con The Times.
En 1995, Rowling terminó el manuscrito de su primera obra y envió tres capítulos a varios agentes literarios. Uno de ellos, Christopher Little, escribió de vuelta la mejor carta que ha recibido en su vida, de acuerdo con la autora. Tras un año buscando, apareció quien quiso publicarle. Bloomsbury Publisher, entonces una pequeña editorial de Londres, sacó a la luz Harry Potter y la piedra filosofal en 1997, bajo el nombre de J.K. Rowling. Según cuenta la autora, la «K» proviene del nombre de su abuela paterna, Kathleen, y fue añadida a petición del editor, quien creía que la obra no llamaría la atención si se sabía que la autora era una mujer. Sin embargo, no tenían que preocuparse demasiado.
Fotografía: Krisztian Elek / Zuma Press / ContactoPhotoUn manifestante sostiene un cartel con la imagen de la autora británica J. K. Rowling frente a la sede de la BBC durante la marcha del orgullo trans. Julio de 2025.
En el transcurso de un año, La piedra filosofal ganó tres premios, entre los que se cuenta el Premio del Libro Británico, en la categoría Infantil. En 1998, Scholastic compró los derechos para publicar la novela por 105.000 dólares y salió en los Estados Unidos con un pequeño cambio de nombre, también a petición del editor: Harry Potter y la piedra del hechicero. A los pocos meses, Warner Bros compró los derechos para convertirlo en una película y lo que empezó como una idea en un viaje de tren estaba por convertirse en un fenómeno mundial.
EL ÉXITO DE UNA SAGA
Durante una década, Rowling entregó a sus editores los seis volúmenes restantes. La cámara secreta en 1998, El prisionero de azkaban en 1999, El cáliz de fuego en el 2000, La orden del fénix, 3 años después, el intervalo más largo entre sus publicaciones; El misterio del príncipe en el 2005 y Harry Potter y las reliquias de la muerte, su favorito, en el 2007, y que dedicó a su segundo esposo, Neil Murray Jr. y a los hijos que tuvieron juntos, David y Mackenzie.
A pesar del indudable éxito que significó, el final de la saga la dejó con sentimientos encontrados. «Viví gran parte de mi vida en ese mundo de una forma que nadie más podría. Algunos de esos diecisiete años fueron bastante traumáticos para mí, y este era un mundo en el que encontraba cobijo. Así que la idea de no poder refugiarme nunca más allí me causó un gran dolor. Dicho esto, siendo sincera, me sentí aliviada de que hubiera terminado», confiesa Rowling a The Times. Y a pesar de que a veces extraña el anonimato, no dejan de darle una gran satisfacción los testimonios de fans que se le acercan o escriben cartas a contarle lo que Harry Potter ha significado para su vida. «Es una sensación maravillosa, pensar que has unido físicamente a personas de diferentes edades, incluso generaciones, y es algo que todos compartimos. De eso me habla la gente. Nada supera ese cumplido tan grande, y que digas que se lo leerías a tus hijos... no hay nada, nada mejor que eso», se sincera la autora en una entrevista con el periodista Adeel Amini.
LA VIDA DESPUÉS DE HARRY
Después de diecisiete años en el mundo mágico de Harry Potter, J.K. Rowling decidió cambiar de género literario. Publicó una novela para adultos, Una vacante imprevista, en el 2012, y una obra detectivesca, El canto del cuco (2013), bajo el pseudónimo de Robert Galbraith. Recibió, en su mayoría, críticas positivas, aunque no tuvieron la repercusión de sus obras anteriores. Luego, en 2016, volvió al mundo de fantasía, con una obra de teatro, Harry Potter y el niño maldito (2016) y el guión de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, en el mismo año. A pesar de esto, su fama en años recientes se ha debido no tanto a sus obras literarias como a una serie de polémicas enmarcadas en el movimiento feminista, al que Rowling dice adscribirse.
«Soy de izquierda», señaló Rowling en una entrevista con Entertainment Weekly en 2007. Sin embargo, con el pasar de los años, sectores de este espectro político la han acusado de transfobia y traición al movimiento a causa de una serie de declaraciones que la autora ha realizado en prensa, entrevistas y redes sociales. En 2018, a Rowling la criticaron por darle «like» a un tuit en el que se refería a mujeres trans como hombres con vestido. Ante esto, el equipo de Rowling declaró que había sido un error. Sin embargo, en 2019, dos eventos dieron a entender que lo sucedido no había sido un accidente. En primer lugar, siguió en Twitter a Magdalen Berns, que subía videos con declaraciones como «no existe tal cosa como una lesbiana con pene» y luego, salió a la defensa de Maya Fosterer, una investigadora cuyo contrato no había sido renovado por decir que no se debe forzar a las personas a ir con la corriente frente a mentiras como que las mujeres trans son mujeres.
A pesar de esto, no fue hasta junio de 2020, considerado el culmen del movimiento woke, cuando la controversia se volvió más grande. En medio de la pandemia del Covid-19, censuras en redes sociales y violentas protestas por la muerte de George Floyd —un espacio público tenso—, Rowling comentó un artículo que se refería a las mujeres como «personas que menstrúan». «Estoy segura de que hay una palabra para esas personas», apuntó la autora de forma irónica. Durante ese mismo año, publicó un ensayo en su página web en el que explicaba por qué había empezado a expresarse sobre cuestiones de sexo y género. Allí manifestó con total claridad su preocupación con el nuevo activismo trans, criticando el acto de abrir las puertas de los baños y vestuarios a todo hombre que crea o sienta que es una mujer.
Las críticas no tardaron en llegar. Esta vez, de los actores de su propia franquicia. Daniel Radcliffe, quien protagonizó a Harry Potter en las películas, declaró que se compadecía por aquellos que «sienten que su experiencia de los libros se ha visto dañada» debido a las declaraciones de Rowling. Emma Watson, que interpretó el papel de Hermione Granger y es conocida por su activismo en la causa feminista, opinó, en contra de Rowling, que las personas tras son «quienes dicen ser y merecen vivir sus vidas sin ser continuamente cuestionados o que les digan que no son quienes dicen ser». En 2022, Rowling criticó un proyecto de ley en Escocia, donde ella vive actualmente, que eliminaba el requisito de un diagnóstico de disforia de género para poder realizar la transición y rebajaba la edad a 16 años. La autora expresó en X que el proyecto «causará mayor daño a las mujeres más vulnerables de la sociedad: aquellas que buscan ayuda después de sufrir episodios de violencia».
Tras la victoria de Donald Trump en 2024, recibió acusaciones de pertenecer a la extrema derecha, a lo que respondió en X que «simplemente quiere que la izquierda se despierte de una vez por todas, porque está haciendo su mayor esfuerzo para alienar a las personas a las que debería representar». Este año, Rowling lanzó el Fondo de Mujeres J.K. Rowling, dedicado a «ofrecer apoyo financiero a personas y organizaciones que luchan por conservar los derechos de las mujeres basados en su sexo, en el lugar de trabajo, la vida pública y espacios femeninos protegidos». Esta vez también la criticaron por excluir a las mujeres trans de la misión de su fundación. Ante esta noticia y muchas otras declaraciones polémicas de Rowling relacionadas con la ideología de género, ha sido categorizada como una «feminista radical trans-excluyente» o TERF.
En el séptimo episodio del podcast The Witch Trials of J.K. Rowling, en respuesta a sus críticos, la autora inglesa explicó por qué se mantiene firme en sus posturas. «Solo sé que me habría traicionado a mí misma, y creo firmemente que habría traicionado a muchas mujeres y niñas si no hubiera alzado la voz sobre este tema. Hay cosas más importantes en este mundo que ser popular, y eso no significa que sea más importante para mí tener razón. Significa que es más importante para mí hacer lo correcto».
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