Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La medicina paliativa, una escuela de valores

Texto: Andre Quispe Ferro [Fia Com 26]

En el Alumni Meeting de Bilbao del curso pasado, los antiguos alumnos de la Universidad reflexionaron con los doctores Carlos Centeno y Julio Gómez sobre el papel de los cuidados paliativos en los pacientes terminales, sus familias y toda la sociedad.


Carlos Centeno aprovechó la cena de despedida que le organizaron sus compañeros del Hospital Los Montalvos, en Salamanca, para hacerles un presente. Antes de trasladarse a Pamplona, donde empezaría a trabajar en la Clínica Universidad de Navarra —allí dirige el servicio de Medicina Paliativa—, quiso compartir con ellos uno de los regalos más grandes que había recibido durante su estancia en Salamanca. Entregó a cada uno un ejemplar de fotocopias encuadernadas en el que recopiló todas las cartas de agradecimiento que había recibido el departamento de cuidados paliativos entre 2000 y 2005.

Recuerda con especial cariño una carta publicada en 2001 en La Gaceta de Salamanca. En ella, se describía de forma magistral la esencia de los cuidados paliativos: alivio profundo al final de la vida. Hablaba de un lugar en el que, además de preocuparse por la salud física, se atienden las necesidades mentales y espirituales del enfermo y de sus acompañantes. Donde el trato recibido supone un bálsamo que mitiga el dolor, tranquiliza la ansiedad y permite sobrellevar los momentos más difíciles de manera menos traumática. 

Los testimonios que atesoran los profesionales no solo dan cuenta del impacto que tiene el cuidado en los pacientes y sus familias. Centeno asegura que los médicos reciben de los pacientes más de lo que ellos pueden procurar como profesionales de la salud. Así lo expresó en la sesión de los Alumni Meetings de la Universidad de Navarra que tuvo lugar en Bilbao el pasado mes de marzo. En estos encuentros celebrados en varias ciudades, los antiguos alumnos de la Universidad de Navarra reflexionan junto a profesores y especialistas sobre temas de actualidad. En la conferencia de Bilbao, Carlos Centeno y Julio Gómez, coordinador del Servicio de Medicina Paliativa del Hospital San Juan de Dios de Santurce, profundizaron en el impacto que tienen los cuidados paliativos en los pacientes, sus familias, los profesionales, los estudiantes de profesiones sanitarias y la sociedad.

Los asistentes al Alumni Meeting Bilbao en el salón de actos de COAVNBIZ. En el centro de la primera fila, Carlos Centeno (cuarto empezando por la izquierda) y Julio Gómez (con camisa verde).

«Cuando se cuida muy bien a una persona hay alivio en lo físico, lo psicológico y lo espiritual», señaló Centeno frente a los alumni que se habían congregado. Las personas con enfermedades avanzadas viven desesperanzadas por la situación caótica en la que se encuentran. Suelen llegar a paliativos porque los médicos les han dicho que no hay nada que hacer. Sin embargo, en el departamento son de la opinión contraria, ya que los médicos procuran que el enfermo muera sanado de todo su sufrimiento. El alivio profundo, que se traduce en sanación, y la seguridad, transformada en tranquilidad y paz, se cuentan entre los principales efectos de la medicina paliativa en los pacientes.

 

ENCONTRAR EL SENTIDO

El Hospital San Juan de Dios también cuenta con una carpeta en la que guardan las cartas de agradecimiento que recibe el departamento de paliativos. Julio Gómez recuerda que en una ocasión llegó una caja de bombones con una nota que decía: «Gracias por cuidar a mi abuelo como si fuera el suyo». Durante un tiempo, la nota colgaba de uno de los paneles en la zona de los profesionales, desde donde daba otro sentido al trabajo de los médicos que la veían. «Desde esa gratitud renovamos la vocación», aseguró en el encuentro de Bilbao.

La gratitud, sin embargo, no siempre llega con cartas y bombones. Centeno afirma: «En el día a día la gratitud se percibe de modo inteligible. Ocurre en el silencio y viaja en la mirada o en la sonrisa dirigida al profesional». En esos momentos, «el profesional se siente bendecido y nota que este modo de trabajar tiene algo de sublime».

 

Carlos Centeno lleva más de treinta años dedicado a la medicina paliativa.

El agradecimiento coexiste, en muchas ocasiones, con el dolor que acompaña la pérdida de un ser querido. «Aunque no buscamos estar presentes, con el fin de respetar la intimidad, a veces los familiares nos avisan justo antes [de la muerte del paciente]. Nos corresponde confirmar el fallecimiento y ofrecer condolencias y disponibilidad a la familia, mientras permanecemos en un segundo plano. El dolor en esos momentos se expresa de mil maneras. Cuando, en medio de todo, el familiar se olvida por un instante de su dolor y te da las gracias, es señal de que la familia ha integrado al equipo en su seno y además valora cómo se ha cuidado a su familiar hasta el final», narra.

Las familias aprecian mucho los «microcuidados»: pequeños detalles como velar por un buen ambiente, los olores, los ruidos o voltear la almohada cada cierto tiempo —en palabras de Carlos Centeno: «Transformar un lugar triste en algo cálido y tranquilo»—; así como la dimensión relacional —una serie de actitudes que favorecen el proceso de aceptación de la experiencia—, que se expresan en la hospitalidad (acoger sin juicio al otro), la presencia (poner toda la atención en la persona enferma sin distracciones por lo anterior o lo que vendrá) y la compasión (que capta la experiencia de sufrimiento y se compromete con el paciente en cómo afrontarla).

Cuando anima a los residentes que rotan en el departamento de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios, Gómez suele volver a unos versos del poeta T. S. Eliot

«Tuvimos la experiencia aunque no captamos el significado.
Y acercarse al significado restaura la experiencia»

Reconoce que los pacientes y familiares son sus principales maestros, y que gracias a ellos son mejores personas y profesionales. Suele recordar a sus pacientes: «Algún día estaré en tu lugar». Ellos le permiten ver su vulnerabilidad y la resiliencia que pueden alcanzar cuando la aceptan. Además, la relación les aporta a nivel existencial y espiritual y, por otro lado, ellos descubren a los profesionales de la salud lo que más valoran de su trabajo: la importancia de la humanidad en el cuidado, la escucha, la delicadeza y la empatía.

 

RETOS DE LA FORMACIÓN EN PALIATIVOS

En la actualidad, Carlos Centeno se desempeña como catedrático de Medicina Paliativa en la Universidad de Navarra y jefe del servicio de paliativos de la Clínica Universidad de Navarra. Le alegra el entusiasmo que percibe en sus aulas. La asignatura «cierra un círculo» en el aprendizaje de los estudiantes de medicina y enfermería: les sirve para entender y fortalecer su vocación, así como para disponerse a su labor.

Sin embargo, la formación en paliativos en las facultades españolas constituye un gran reto. Según la Fundación Pía Aguirreche, en España uno de cada cuatro médicos ha cursado una asignatura de paliativos, mientras que en el caso de los profesionales de enfermería la relación es de uno por cada dos. Un estudio realizado por el Programa ATLANTES, un observatorio global de cuidados paliativos que nació en la Universidad de Navarra y que colabora con la Organización Mundial de la Salud, concluyó que veinte de treinta y nueve facultades de medicina tienen una asignatura con la denominación «cuidados paliativos» en su plan de estudios; en seis se imparte como materia única de la asignatura y solo es obligatoria en ocho facultades.

«La medicina paliativa es un caballo de Troya de valores», opinó Centeno en la sesión. Quienes han estado en contacto directo con ellos se transforman en promotores de la cultura de la vida. En ese sentido, Julio Gómez considera necesaria la creación de redes comunitarias de esa cultura. «Solo el 5 por ciento de nosotros pasaremos nuestros últimos momentos rodeados de profesionales. Otro 25 por ciento en nuestro “ambiente”», subrayó. Además de las familias, el vecindario toma relevancia en la visión de Gómez. Para ilustrar su idea, recurrió a una metáfora: «Las redes de los trapecistas cumplen dos funciones: salvan la vida porque evitan que el acróbata se dé un golpe, y, por otro lado, cuando están bien tejidas, le impulsan para que vuelva al trapecio». Motivó a «tejer redes comunitarias que incluyan nuevamente a los enfermos en la sociedad». «No es un problema solo de la medicina», sentenció.

 

La universidad no acaba con la graduación

 

Los Alumni Meetings son un espacio de formación, relación, encuentro e inspiración para los antiguos alumnos de la Universidad de Navarra. A través de conversaciones con personalidades de distintas áreas buscan dar claves sobre cómo impactar en la sociedad e influir de forma positiva. En el curso 2022-23, en los Alumni Meetings se abordaron temas como salud mental, oncología, medicina paliativa, comunicación digital y propósito corporativo. Además de la sesión de Bilbao que se destaca aquí, los ponentes Manuel Martín Carrasco, Azucena Díez Suárez, Rubén Pío, Paloma Grau, Álvaro Lleó, Ricard Casas, Ramón Salaverría, Silvia Intxaurrondo, Miguel Ángel Martínez, María Iraburu, Ricardo Piñero, Charo Sádaba, Ignacio Ferrero, Alejandro Fernández, Alfonso Sánchez-Tabernero, Pedro Mir, Ana Sánchez-Ostiz y Carlos Naya se encontraron con cerca de un millar de alumni en Pamplona, Madrid, San Sebastián, Barcelona, Málaga, Miami y Boston.