Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

We are standard, premio MTV al mejor artista español 2009: “La arquitectura y la música tienen en común el factor tiempo, una cuarta dimensión”

Texto Chus Cantalapiedra [Com 02] Fotos Mushroompillow, Chus Cantalapiedra

Adolfo González, Deunoro Txakartegi y Juan Escribano estudiaron Arquitectura en Pamplona, pero hoy forman parte de un exitoso conjunto musical.


El primer concierto lo dieron en el festival Villa de Bilbao, el segundo en Madrid y el tercero en la tele. Todo sucedió seguido en 2004. De aquello han pasado más de cinco años. Tiempo en el que We are Standard se ha consolidado como grupo y se ha hecho un importante hueco en el panorama español, europeo y americano de la música indie. Lo componen Jon Aguirrezabalaga, D.W Farringdon, Adolfo González (Willy) [Arq 00], Deunoro Txakartegi (Deu) [Arq 03] y Juan Escribano [Arq 02]. Los cinco recogían a principios de noviembre en Berlín el Premio MTV al Mejor Artista Español 2009 por el que competían Macaco, Nena Daconte, Fangoria  y Russian Red. La entrega de premios se celebró durante la ceremonia de los MTV Europe Music Awards donde participaron artistas como Shakira, Beyoncé o Tokio Hotel. En 2008 editaron su segundo álbum We are Standard, durante 2009 hicieron su gira por Estados Unidos y Europa y ahora mismo, aún con la resaca de los éxitos, se encuentran inmersos en la producción de lo que será su tercer disco que verá la luz en 2011.

¿Qué les llevó a presentarse a un concurso de tanto nivel?

No nos presentamos, nos seleccionaron. No recordamos si fue a través de un mail o una carta. El caso es que nos avisó el manager. Nos dijo que habíamos sido seleccionados entre los cinco finalistas españoles al premio Europeo de MTV. Sorpresa. Se trataba obtener el mayor número de votos a través de Internet. Y sorpresa número dos: resultó que fuimos los ganadores.

¿Qué ha supuesto para los componentes de We are Standard obtener este premio?

Nos hemos dado cuenta de que estamos ahí. Que tenemos un montón de gente detrás que no sabíamos. Hemos recibido mucho apoyo de los medios. Nos hemos dado a conocer. Lo más difícil es que te descubran o te escuchen, porque, una vez que llegamos a la gente, a todo el mundo le encanta.

¿Tienen club de fans?

En principio, no. Y si existe, no lo conocemos. (Se ríen)

Tras estos días de ajetreo, ¿cómo valoran la experiencia?

Excelente. Perfecta. De diez. Además de conocer a otros grupos pudimos visitar Berlín durante una semana coincidiendo con algunas de las celebraciones del vigésimo aniversario de la caída del Muro.

¿Escribirán alguna canción sobre el Muro?

Puede ser, pero normalmente no hacemos temas sobre política. Hay muchos grupos en Euskadi que tiran por ahí. No sé si es algo fácil pero sí un poco trivial. No entramos en reivindicaciones de un tipo o de otro porque, además, cada uno somos de una manera. Hablamos más bien del individuo, de la persona, de la búsqueda de la felicidad, del amor. No sé, cosas más atemporales.

¿Se apoyan en experiencias personales?

Sí. No somos autobiográficos, porque las letras no lo son. Pero tienen mucha parte de nosotros, de lo que hemos vivido, de lo que conocemos. 

Ustedes son arquitectos. Si tuvieran que construir un edificio a partir de su música, ¿cómo sería?

Sería grande. Moderno y clásico a la vez. Atemporal. Con un pequeño toque industrial. Tendría unos espacios o estancias iniciales, una entrada más apretada o más angosta, que creara cierta tensión, para luego llegar a un espacio más monumental, más grande, luminoso... Un poco como un templo. Y siempre estaría hecho con un poco de humor. No sé si el humor se reflejaría en el edificio, pero trataríamos de que fuera uno de sus puntos de partida. 

La música, ¿en qué se parece a la arquitectura?

Tienen muchas cosas en común. Es un proceso creativo, que también empieza en el papel en blanco, el “qué hacemos”. Es una disciplina del arte. La música y la arquitectura tienen en común el factor tiempo, una cuarta dimensión que no tiene una escultura o un cuadro. Sobre todo, a la hora de crear sensaciones o mover a alguien por dentro. Tú ves una foto y no se mueve, no puedes recorrerla. En cambio, un tema o un edificio permiten que te desplaces por él. A veces utilizamos términos de la arquitectura, como tensión, presión, y aquí lo abrimos... Hablábamos también de la luz. Un tema puede ser más o menos oscuro o lumínico, también en la arquitectura es fundamental. 

Se suele hablar de la armonía en la arquitectura, ¿hay unos edificios más melodiosos que otros?

Sí. Realmente la música es matemática. Son proporciones. De hecho, hay escalas que son casi matemáticas. Es física. Son ondas. Una fachada que tiene mucha armonía es la del Ayuntamiento de Murcia, de Moneo. Hay melodía en sus proporciones.

Si tuviesen que comparar su música con un edificio actual, ¿cuál sería?

Alguno de arquitectura holandesa. Uno que sea moderno y clásico a la vez. Un edificio de estos que albergan, no sé si muchos estilos, pero sí distintos planos. Petter Zumhor tiene un edificio que se llama ‘Las Termas de Valls’. Tiene esa rotundidad, ese porte casi clásico. Quizá juega con algo con lo que nosotros solemos jugar. Tiene peso, pero está integrado en la naturaleza. Es un edificio de piedra, dirías que clásico, pero es una piedra negra, lo cual le da un punto moderno. Es muy tectónico. El espacio fluye mucho por dentro. Tú vas por recorridos, estancias con diferentes entradas de luz.

¿En algún momento se imaginaron que se dedicarían de forma profesional a la música? 

No. Habíamos tenido grupos en Pamplona y ya sabíamos lo difícil que es despuntar y vivir de ello. Los ensayos, los instrumentos... Todo cuesta mucho dinero y mucho tiempo. Luego vas a un bar y tocas por tres cervezas, termina el concierto, todos tus amigos siguen ahí de risas, y tú a recoger, y vuelta al local a descargar la furgoneta con los instrumentos. Realmente nosotros somos unos privilegiados. El poder vivir de la música es un sueño. Pero no un sueño soñado, era algo que estaba ahí y parecía como imposible. Fue todo tan sorprendente y tan rápido... El primer concierto lo dimos en el Villa de Bilbao, el segundo en Madrid y el tercero en la tele. 

Y en casa, ¿qué les decían?

Que no. Y todavía nos siguen diciendo que no. Me imagino que te dan un voto de confianza, o algo así.

¿O algo así?

Sí, saben que es muy difícil, pero ven que trabajas y que apuestas por ello, y que poco a poco va saliendo.

¿Por qué se decantan por el estilo indie y en inglés?

Es el estilo que nos gusta, y en inglés porque nos suena bien. Creemos que el rock tiene un idioma, igual que el flamenco no se canta en alemán, y que tiene una sonoridad. Nos sale bastante natural y en los otros grupos que tuvimos en Pamplona también cantábamos en inglés. No tiene nada que ver con una orientación comercial, ni nada, que puede ayudar, pero tampoco te creas. Nos sale así.

¿Tienen algún grupo de referencia?

Hay muchísimos. Esto es como elegir entre papá y mamá, ¿a quién quieres más? Pink Floyd podría ser uno, sobre todo al principio, porque también son arquitectos. Pero hay tantos... Desde Bob Dylan, David Bowie, The Clash, Happy Mondays, Primal Scream, Stone Roses...

Si echan la vista atrás verán cierta evolución...

Sí, hemos aprendido mucho.

Y si tuvieran que definirse como grupo... 

Un grupo de amigos gastronómico (se ríen). La mejor definición que nos han hecho es que somos un grupo de rock para una pista de baile. Eso es lo que hacemos: rock bailable. El rock como muy global pasando por el funk o incluso el punk, o el pop-rock o el madchester. Nos gusta mucha música de muchas épocas. No somos muy cerrados. No sólo nos gustan los Stones o la música garaje del 63 al 70. Nos gusta todo de muchas épocas, de ahora y de ayer.

Y ahora, ¿hacia dónde va su música?

Ojalá supiéramos. Estamos en ello. A más y mejor, a más calidad.