Desde la redacción
El papá de Layla. El CEO. El dictador. No, no son tres personas distintas, sino solo algunas de las identidades con las que Nayib Bukele, presidente de El Salvador desde junio de 2019, encabeza su bio de Twitter. Una línea que reescribe con frecuencia como punta de lanza de su estrategia de comunicación. Lo mismo teclea una dedicatoria a su única hija, que se proclama «el dictador más cool del mundo mundial» para responder a quienes le tachan de autoritario, que se autonombra máximo ejecutivo de la empresa más grande del país: el Estado.
Pero ¿se puede dirigir un país como una empresa de Silicon Valley? El 28 de octubre Mark Zuckerberg apareció en una conferencia virtual desde su mansión para presentar el metaverso. De pronto, la imagen de la estancia mudó en una réplica digital y él en un avatar. Tres semanas después, la noche del 20 de noviembre, el avatar de Nayib Bukele, con gafas de sol y chupa de cuero, descendía de un ovni mientras sonaba You Shook Me All Night Long, de AC/DC. Al finalizar el videoclip, el Bukele de carne y hueso subía a un escenario propio de una estrella de rock: fuegos artificiales, lluvia de luces estroboscópicas, monumentales columnas de humo, gogós, drones…
Los asistentes a la Bitcoin Week, celebrada en la paradisiaca playa Mizata, jalearon al mandatario. Con un estilismo informal en blanco —camisa arremangada, pantalón largo fluido y gorra beisbolera de Ralph Lauren del revés—, pronunció dos palabras con las que pretende adelantarse al futuro: Bitcoin City.
A Bukele le gusta llegar el primero. El anuncio de que en 2022 comenzará a construir la primera ciudad del planeta financiada por la criptomoneda más popular ocurrió dos meses después de que El Salvador se convirtiera, el 7 de septiembre, en el primer país en poner en circulación el bitcoin como moneda de curso legal. «Que nadie nos diga que somos muy pequeños para ser grandes», afirmó entonces.
A pesar de los recelos internacionales, su plan para convertir esta nación en un «centro financiero» parece imparable. Solo la alta volatilidad de las criptodivisas, que un día, como el 9 de noviembre de 2021, se cotizan en más de 68.000 dólares —su máximo histórico por el momento— pero cuyo valor puede desplomarse a la mitad, como registró el 9 de mayo, pone en peligro la burbuja salvadoreña. Esa misma jornada Bukele respondió con un doble contraataque: aprovechó para comprar quinientas monedas —ya tiene más de dos mil bitcoins en su cartera— y para desvelar las maquetas de su nueva ciudad.
Ante este viraje de la política monetaria, se observa una fuerte polarización entre aquellos territorios que proyectan incorporar bitcoin —Paraguay, Panamá o Tanzania— y los que desarrollan mecanismos para protegerse de su crecimiento porque ven amenazada su estabilidad. Mientras el Fondo Monetario Internacional continúa alertando de los «graves riesgos» que supone la adopción del bitcoin como moneda de curso legal, la República Centroafricana, uno de los países más pobres del mundo según la ONU, anunció en abril que va a seguir los pasos de El Salvador.
A Nayib Bukele la realidad se le queda corta y nada le ensombrece. Tampoco las voces que hablan de golpe de Estado, de inconstitucionalidad, de falta de independencia del poder judicial o de democracia al borde de la crisis para referirse a su Gobierno. Desde el 25 de marzo, está reprimiendo con «mano dura» el retorno a la violencia por parte de las pandillas, las maras, que dejó 87 cadáveres en las calles en un solo fin de semana. Para ganar esta «guerra» ha decretado un controvertido estado de excepción, ha desplegado al ejército por todo el país y ha endurecido el Código Penal. Con los derechos ciudadanos en suspenso y cerca de siete mil pandilleros detenidos, su último objetivo son los medios de comunicación, a los que perseguirá y encarcelará si difunden mensajes que generen «zozobra».
En el campo de batalla paralelo, como ha escrito el periodista Jacobo García en El País, Bukele «detiene, juzga y sentencia en menos de 140 caracteres». Con las cifras de homicidios controladas, el presidente no tardará en dar nuevos detalles relativos a su plan maestro —la criptociudad— en las redes sociales. Sobre el escenario de playa Mizata, evocó la figura de Alejandro Magno y su fórmula para conquistar el mundo. Cómo estableció veinte Alejandrías por todo el imperio y cómo aquellas veinte pequeñas ciudades aspiraban a ser «faros de esperanza». Emulando al general macedonio, Bukele y su ejército sueñan ahora con «propagar el bitcoin por todo el mundo». El primer paso, levantar la primera Alejandría del siglo XXI en El Salvador.
Ana Eva Fraile [Com 99] es redactora jefe de Nuestro Tiempo.
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