Dirección: Craig Gillespie. Guion: A. B. McKenna, D. Fox, J. Butterworth, K. Marcel, S. Zissis, T. McNamara EE. UU., 2021 Cuando Disney es mucho más que un cuento..
¿Se acuerdan de la villana de 101 dálmatas? Seguro que, además de la popular cantinela «Cruella de Vil igual que un reptil», no han olvidado a la excéntrica señora que se hacía abrigos con las pieles de los perros.
Siguiendo una moda que empieza a convertirse en tendencia, la película de Disney bucea en los orígenes de Cruella de una manera similar a como lo hizo en Joker, con la misma originalidad y vocación de ruptura pero con un tono menos violento y negro: al fin y al cabo, son malvados que juegan en distintas ligas.
En cualquier caso, y en medio de una cartelera aún desnutrida de buenos estrenos, Cruella es una de esas películas que devuelven al público a las salas. Una película grande que hay que ver en una pantalla ídem.
Es grande por un guion muy bien hilado, construido a la vez como cuento y cinta de aventuras, con numerosos y sorprendentes puntos de giro. Es grande por una puesta en escena espectacular que explota el siempre llamativo mundo de la moda —el paisaje donde se desarrolla el relato—. Es grande por un diseño de vestuario maravilloso y por una banda sonora ecléctica y sumamente eficaz. En Cruella suenan desde Tina Turner a Queen o Supertramp pasando por Doris Day. Todo cabe en una historia absolutamente musicalizada que se recita, se vive y se disfruta a un ritmo frenético. Tanto que los 134 minutos pasan en un suspiro.
Por último, es grande también por sus brillantes protagonistas. Emma Thompson y Emma Stone construyen una carismática pareja que rivalizan y suman como solo lo hacen —sí, me lo han quitado de la boca— los grandes actores. En fin, por si hay alguna duda, Cruella es una película enorme.