Érase una vez en... Hollywood
El cine según Tarantino
Guion y dirección: Quentin Tarantino. EE. UU., 2019.
Después de su estreno en el Festival de Cannes había expectación por conocer lo último de Quentin Tarantino, uno de esos directores de culto, que además llevaba demasiado tiempo sin prodigarse por la pantalla grande.
Como sinopsis podemos decir que el cineasta californiano aprovecha una historia basada —muy muy a su manera— en hechos reales para hacer un resumen plenamente personal del cine de los setenta.
Estamos ante una película que gustará a cinéfilos de una determinada generación —aquellos que eran jóvenes espectadores en los setenta— y dejará frío al resto. Son 146 minutos —sí, han leído bien— de continuos guiños al spaghetti western, al cine de serie B, al desaforado mundo hollywoodiense con sus ídolos, sus divas y sus dobles, mezclado en coctelera con los hippies del 68. Un mundo que esconde en sus alocadas fiestas, sus excesos —drogas, sexo y rock and roll—, y su aparente alegría y su despreocupación, una potente decadencia moral y una infinita nostalgia.
Pero que nadie espere que Tarantino formule una reflexión, o mucho menos una crítica. No es su estilo. Simplemente pone el foco y presenta una radiografía, filtrada por su pensamiento y su visión de la vida. Y que cada uno saque sus conclusiones. Esto es lo que hace casi siempre y lo que hizo en Malditos bastardos, un título infinitamente superior y mucho más moral en su cinismo.
A pesar de las buenas interpretaciones de Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, la cinta resulta plana y, lo que es más grave en un título de estas características, sobre todo si viene firmado por Tarantino: carece casi completamente de sentido del humor. Como dirían nuestras abuelas, «para este viaje no hacían falta tantas alforjas».
Ana Sánchez de la Nieta