Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Siltolá, una isla para la poesía

Texto Corina Dávalos [Fia Com 05]

Javier Sánchez Menéndez dirige Ediciones de la Isla de Siltolá, un sello dedicado a la poesía.


De una academia de oposiciones a una fundación, y de la fundación a la editorial. El artífice de esta especie de jugada de billar es Javier Sánchez Menéndez, que en 1989 montó en Sevilla una academia de oposiciones: Ecoem. El centro fue el germen de una red que pronto se extendió por casi toda Andalucía al tiempo que Javier Sánchez se planteaba ampliar su labor en el ámbito social: “Yo siempre pensaba que Ecoem tenía que hacer algo –afirma–. A mí me gusta mucho que los empleados y los opositores estén muy contentos, en todos los aspectos. Tengo el lema de ser distintos y crear lazos de fidelidad. Pero quería algo más”. Ese “algo más” se concretó hace seis años en una fundación que colabora con parroquias y asociaciones de ayuda a personas necesitadas y que aspira a difundir la cultura en los sectores sociales más desfavorecidos.

Una manera de conseguirlo pasaba por crear un Servicio de Publicaciones Educativas que, por un lado, facilitara material formativo para profesores y, por otro, generase beneficios destinados a la donación de libros.

El último giro en esta trayectoria se produce en 2009 cuando Sánchez Menéndez se lanza a la edición de poesía con Ediciones de la Isla de Siltolá: “Siltolá es una isla que no existe –explica–. Hace 25 años conocí a Jesús Cotta, él tenía la idea de un sitio que fuera exclusivo para los poetas: Canora. Eso es Siltolá. Y un estilo de vida. Defendemos el libro de un autor a contracorriente, el primer libro de poesía de autor sin premio, y lo que queremos es limpieza y transparencia”.

En el catálogo de autores se encuentran nombres desigualmente conocidos: Aurora Pimentel, José María Jurado, Juan Antonio González Romano, Julio Martínez Mesanza, Olga Bernad… cuyo mérito común es el de encajar en una editorial que huye de la “morralla vanguardista” y el “surrealismo poético”.

El reto de lanzarse en plena crisis a editar un género minoritario ha tenido, según su artífice, un resultado más que aceptable: “Siltolá tiene mucha vida y muy pocos problemas económicos. Estoy aprovechando una estructura ya existente y los libros se venden. Hemos conseguido estar en las librerías de toda España”.

El éxito ha hecho posible que la editorial se diversifique en varias colecciones (Siltolá poesía, Anejos de Siltolá y Arrecifes), dos proyectos (Otra orilla, dedicada a ensayos, y Agua salada, a narrativa) y una revista, Isla de Siltolá, en cuyo consejo de redacción están Julio Martínez Mesanza, Luis Alberto de Cuenca, José Mateos y Abel Feu.
Entre las colecciones hay otra, Álogos, dedicada a la publicación de textos que, en su día, se publicaron como entradas de blogs. Es una manifestación de la apertura hacia las nuevas tecnologías de una editorial que, si hace falta, se lanzará también a los e–books: “Es un tema que he estudiado mucho –cuenta Javier Sánchez– la edición digital es algo necesario. Yo defiendo el libro en papel, pero las buenas ediciones: buen papel, buena tipografía, un libro que dé olor. Yo defiendo eso antes que lo otro”. A esas características de la buena edición se añade otra, que es el diseño de las cubiertas, un ajedrezado reconocible que identifica a la editorial y la vincula con uno de los autores más insignes de la literatura española: “A mí me gusta mucho Gómez de la Serna –cuenta Javier Sánchez– pero además cuando le dije a Abel Feu, que se encarga de la maquetación, que íbamos a hacer una colección de poesía, él me decía, pero ‘tú, ¿qué quieres?’ Un día vi una primera edición de las Greguerías y al verla dije: ‘Esto, es esto Abel’ ‘¿Pero le hacemos cambios, cuadros más grandes?’ ‘Esto, esto…’”.


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Categorías: Literatura