Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Zero Dark Thirty. La larga caza de Bin Laden

Jorge Collar

La muerte del terrorista más buscado del mundo centra Zero Dark Thirty, una de las “olvidadas” en los Oscars. 



Diez años después del 11 de septiembre de 2001, fecha del atentado más espectacular de la historia del terrorismo, en la noche del 2 de mayo de 2011 moría Osama Bin Laden en su casa-fortaleza de Abbottabad (Pakistán) bajo las balas de un comando de fuerzas especiales estadounidenses.  

En esos diez años, la caza abierta para eliminar a Bin Laden era una obsesión americana. Esta caza al hombre, con jaque y mate final, es lo que cuenta Kathryn Bigelow en  La noche más oscura (Zero Dark Thirty). La acción comienza en una base de la CIA en Oriente Medio, con el interrogatorio a un prisionero que muestra la brutalidad de los medios empleados y que sirve para presentar al personaje central de la historia: una agente de la CIA, Maya (Jessica Chastain), que se ejercita en la dureza, movida por la pasión de eliminar el jefe de Al Qaeda. La voluntad de veracidad debía evitar revelar la identidad de los agentes.  El guionista y productor, Mark Boal, asegura que todos los personajes se inspiran en casos reales, aunque son de ficción. Son los hechos que jalonan el relato los que hacen referencia a la realidad, como el atentado del Hotel Marriot en Islamabad el 20 de septiembre de 2008, en el que murieron 55 personas, o el atentado suicida contra la base de la CIA en Afganistán que costó la vida a siete agentes. En estos dos atentados estará presente Maya; en el segundo muere  su colega Jessica (Jennifer Ehle), madre de tres hijos, y será determinante en su decisión de eliminar a Bin Laden. La determinación de Maya precipitará la decisión de intervención del director de la CIA, Leon Panetta (James Gandolfini), designado para este puesto el 9 enero de 2009, a pesar de no tener la certeza absoluta de la presencia de Bin Laden en la casa de Abbottabad. En esta intervención, una vez más, Kathryn Bigelow juega la carta del realismo, imitando la calidad de una imagen que permite revivir en directo y en duración real las dramáticas peripecias del ataque. 

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