Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Incendi, 1991

Kristian Leahy is 97 PhD 07]

 



La frase en catalán «Incendi d’Amor», rasgando la arena del cuadro, revela de alguna manera el enigmático sentido de las tres ventanas o recuadros tapiados y sus correspondientes cruces y signos de color negro que las ornamentan. En esta obra, la recreación de la materia humilde —arena, ceniza o madera— dialoga y se enfrenta con la sencillez de signos elementales como cruces, geometrías o garabatos con los que Tàpies trata de desarrollar veladamente toda una iconografía de los misterios de la vida y la muerte. 

En el gran tablero lacerado y rasgado por incisiones y escrituras, descubrimos un muro cerrado donde unos grafismos pueden evocar en la imaginación distintas lecturas, tan subjetivas como el significado que esconden. La singular trilogía de formas se presenta descuidada, como la fragilidad del querer humano y su aspecto psicológico de deseo y pérdida, sentido y realización. El artista se revela como un testigo plástico de su época, sin pretenciosidad ni complacencia, y los signos inscritos en el cuadro actúan como testimonios gráficos de la naturaleza, del individuo y de la sociedad.