Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Nadar en un vacío legal


Actualmente, no existe un sistema de asilo europeo armonizado. La protección de  los refugiados se basa en la responsabilidad nacional de cada Estado miembro de la Unión Europea y de las obligaciones internacionales y tratados que haya firmado. Esto hace que Malta sea el foso de las fronteras europeas, un embudo donde se atascan miles de personas. Con una superficie de apenas 316 kilómetros cuadrados (algo así como la mitad que la isla de Ibiza), Malta sufre unas cifras de migración desorbitantes. Según ACNUR, la pequeña república mediterránea es uno de los diez países del mundo con mayor densidad de refugiados con respecto a su población nacional: veinte refugiados por cada mil malteses. Comparte ranking con Jordania, Chad, Líbano, Congo, Pakistán o Mauritania. Ningún otro Estado europeo figura en esa lista.

Malta acoge a unos nueve mil refugiados —aunque extraoficialmente son muchos más los que acceden a una protección subsidiaria o esperan a que se normalice su estatus— en todo su territorio. España, por su parte, acoge tan solo a unas 4 500 personas. En 2012 entraron ochenta nuevos refugiados, apenas un puñado de pasajeros del centenar de barcazas que llegaron a la isla de Malta ese mismo año.