Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Natalidad: tan lejos, tan cerca

Texto: Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14], redactora de Nuestro Tiempo y escritora. Ilustraciones: Alberto Aragón  

Las crisis económicas, la precariedad laboral, el retraso de la maternidad, los gastos que implica criar a un hijo, los problemas para conciliar, una pandemia… son algunas de las causas de la falta de niños. Pero también el no haber encontrado a la persona adecuada con quien formar una familia, no querer ser padres, el orden de prioridades, la infertilidad y la imagen no demasiado atractiva que en muchas ocasiones y desde diferentes lugares se da de la paternidad y la maternidad. ¿Por qué no tenemos más hijos? ¿Cuál de todos estos factores pesa más? ¿Por qué al Estado debería importarle la escasez de nacimientos? ¿Por qué muchas medidas para promover la natalidad no funcionan?


La natalidad cae en picado en la mayor parte de Occidente y esto, aunque sea noticia, no es una novedad; la tendencia se ha agravado por la pandemia, pero la curva descendente venía de antes. En España, en 2022, han nacido 329.812 niños, el dato más bajo desde 1941, cuando empezó el registro del INE1. La tasa de fecundidad es menor que la tasa de reemplazo (2,1) desde los años ochenta. Además, quienes ahora están en edad de ser padres forman parte de una generación menguada: los que llegaron al mundo en los noventa, cuando la tasa de fecundidad tocó fondo, con un 1,13 hijos por mujer en el peor año de esa década. Actualmente es de 1,19; dentro de Europa solo está peor Malta (con 1,13)2. Francia, conocida por sus políticas familiares generosas, presenta la cifra más elevada con 1,82.  En Reino Unido, llevan desde los setenta debajo del 2,1; fue de 1,56 en 2021. Estados Unidos va en descenso desde 1991: era de 1,66 en 2021

Latinoamérica sigue los pasos de Europa y varios países ya no llegan a la tasa de reemplazo. En un artículo para Aceprensa, Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico, menciona a Brasil, Colombia, Uruguay, Chile y Argentina. Despunta a la baja Puerto Rico con un hijo por mujer. 

__________________________________

Muchas familias desearían más hijos. Y los países necesitan más nuevos ciudadanos para asegurar el reemplazo generacional. En España las mujeres quieren 2 hijos pero tienen 1,19.

__________________________________

En África, las tasas de fertilidad más elevadas son las de Níger (6,75), Chad (6,22) y Somalia (6,20). La tasa mundial se situaba en 2020 en 2,4. Las previsiones señalan que para 2100 será 1,93. La ONU calcula que el África subsahariana habrá triplicado su población  ese año y alcanzará  más de tres mil millones. Ocho de cada diez habitantes vivirán entonces entre Asia y África, y solo uno de cada diez en Europa y Norteamérica.

Tras décadas de penalizaciones, China abandonó en 2015 su política de hijo único, pero los nacimientos han seguido cayendo, incluso a pesar de las ayudas del Gobierno. Su tasa de fecundidad de 1,3 constituye un ejemplo de cómo las leyes impactan también en la mentalidad de las personas, no solo en sus conductas. Los expertos indican que dentro de poco la India desbancará a China como país más poblado, aunque su tasa de fertilidad se sitúe ya también por debajo del umbral de reemplazo.

 

QUIERO TENER HIJOS, PERO ¿CON QUIÉN?

Muchas familias desearían más hijos. Y los países necesitan más nuevos ciudadanos para asegurar el reemplazo generacional. En España las mujeres quieren 2 hijos4 pero tienen 1,19. Madrid ya cuenta con más perros y gatos registrados que niños menores de diez años. 

Antes de los treinta, el motivo principal más señalado por las mujeres sin hijos, según la Encuesta de Fecundidad del INE (2018), es que se consideran demasiado jóvenes5. El 88,1 por ciento de las menores de treinta no había sido madre aún. A partir de esa edad, la razón primera más seleccionada es no haber tenido pareja o que esta no fuera la adecuada6. Estos motivos los comparten los hombres en las mismas franjas de edad. 

En España hay casi catorce millones y medio de solteros. ¿Por qué cuesta tanto encontrar pareja —o la pareja idónea—? El miedo al compromiso, la cultura del sexo ocasional y las expectativas inalcanzables por la actitud del «siempre puedo encontrar a alguien mejor» son algunas de las cuestiones que no ayudan a construir relaciones duraderas.

Acompañando al declive de nacimientos en España, otra línea desciende en las gráficas: el número de matrimonios ha disminuido cerca del 27 por ciento desde 1981 a 2021, según datos del INE. Aunque cada vez nacen más niños de parejas no casadas —casi el 50 por ciento del total en 2021—, Alejandro Macarrón asegura que «los matrimonios tienen más hijos que las parejas de hecho y que los hogares monoparentales, y, además, se rompen menos»7. A pesar de eso, las políticas de las últimas décadas no han ido encaminadas a incentivar el matrimonio ni a fortalecer los vínculos familiares ni a defender los derechos de los niños.

 

PALOS EN LAS RUEDAS

«Si la brecha entre lo deseado y lo real es tan grande, esa situación nos habla de las carencias de una sociedad», afirma Mariona Lozano, del Centro de Estudios Demográficos, en un artículo de El País, y añade: «Una sociedad que no tiene hijos no se quiere lo suficiente, y eso es responsabilidad de la sociedad, no de las mujeres». 

Al 60 por ciento de las mujeres les gustaría o les habría gustado tener más hijos; incluso la mitad de las madres de dos hijos querrían más, pero la falta de tiempo y de dinero se lo impiden, según recoge un estudio de la Asociación Yo No Renuncio. A estos dos motivos, se suman la precariedad laboral, el difícil acceso a la vivienda y el retraso de la maternidad.

El dinero no lo es todo, pero es importante: el coste de criar a un hijo en España ha aumentado un 14,5 por ciento en cuatro años, con un gasto medio de 672 euros al mes8. Como informa Business Insider, el 64,5 por ciento de los trabajadores tienen un salario bruto que ronda los 1.800 euros como mucho. En 2020, casi el 20 por ciento de los empleados ganó el salario mínimo interprofesional. Más de la mitad de las familias monoparentales en España están en riesgo de pobreza.

Otro motivo: la falta de tiempo. Muchos progenitores se plantean si tiene sentido que casi todo su sueldo se vaya en pagar una guardería que cuide de su hijo para que ellos trabajen todo el día… para pagar la guardería de su hijo. En España, siete de cada diez mujeres habrían tenido más hijos si hubieran contado con medidas de conciliación9. Y en Europa, uno de cada cinco trabajadores reconoce vivir un equilibrio pobre entre familia y trabajo10.

En tercer lugar, la precariedad laboral y el difícil acceso a la vivienda en España posponen la edad de emancipación (casi el 85 por ciento de los menores de treinta viven con sus padres11) y, por tanto, el comienzo de un proyecto familiar. El paro juvenil es de un 31 por ciento y el porcentaje de jóvenes con vivienda en propiedad ha caído a la mitad en nueve años12. De las mujeres que han tenido su primer hijo más tarde de lo que consideraban ideal, el 22 por ciento señala como motivo primero los factores laborales y de conciliación, un porcentaje similar al que selecciona la opción «Porque no tenía una relación sentimental estable» (25 por ciento).

Casi la mitad de las mujeres (42 por ciento) han tenido su primer hijo más tarde de lo que habrían querido. Los datos del INE sitúan la media de edad en 32,6, una de las más altas del mundo, junto con Italia, Corea y Japón, entre otros países. Antes de los treinta, las españolas se consideran demasiado jóvenes para ser madres, aunque, en realidad, biológicamente hablando, están en su mejor momento. Son los años también del despegue profesional y, en una sociedad que ve la maternidad con sospecha y donde tener un hijo puede suponer un parón en esa carrera, postergar ese deseo se muestra como lo más «sensato». Pero si el primer hijo llega pasados los treinta, las posibilidades de que venga un segundo disminuyen. A veces, al final, el «no se puede» atribuido a las circunstancias acaba siendo una realidad marcada por la biología.

 

EL PESO DEL DINERO

Cuando en la opinión pública y en los medios se habla de baja natalidad, el factor económico parece uno de los más decisivos a la hora de decidir tener o no un hijo. Aunque solo el 9,16 por ciento de las mujeres en la encuesta del INE lo marca como motivo principal por el que no tienen hijos13, casi el 25 por ciento lo selecciona como uno de los tres motivos más relevantes14. ¿De verdad es tan crucial? Algunas voces lo cuestionan y destacan que los nacimientos son escasos tanto en familias con medios como en hogares con menos ingresos. 

Un estudio del think tank Funcas15 afirma que la natalidad «parece haberse desvinculado del ciclo económico»; como prueba, subraya que, incluso durante los cinco años previos a la pandemia en los que hubo una mejora del empleo, los nacimientos siguieron bajando. Un concepto que otros estudios sí ligan a la natalidad es el de incertidumbre: cuanto peor es la percepción del propio futuro, menos hijos.

__________________________________

Formar un hogar no entra en el pódium de prioridades: se queda en el puesto cuatro, por detrás de prosperar en la vida profesional, viajar y ampliar estudios.

__________________________________

Alejandro Macarrón no niega que existan problemas económicos reales pero también incide en que «no hay diferencia entre momentos de prosperidad y de dificultad, entre países megarricos, por ejemplo Singapur, Luxemburgo o Suiza, y España»16. Macarrón vincula el fenómeno demográfico más bien a valores culturales: «Se han desvalorizado en exceso la natalidad y la familia estable en los anhelos sociales mayoritarios y en las leyes»17.

 

QUEREMOS HIJOS, PERO NO SON NUESTRA PRIORIDAD

Las intenciones de fundar una familia, entre los menores de 45 años, han crecido de un 46 por ciento a un 62 en un año según el barómetro publicado en 2023 por The Family Watch (y era de un 26 por ciento en 2020). Una de las justificaciones que esta organización aporta es el incremento de cómo se percibe la relevancia de la familia y de los cuidados, acrecentada a raíz de la pandemia. Aunque el informe también señala que formar un hogar no entra en el pódium de prioridades: se queda en el puesto cuatro, por detrás de prosperar en la vida profesional, viajar y ampliar estudios.

Para explicar la baja natalidad a pesar de la estima que los ciudadanos muestran hacia la familia, una de las hipótesis que plantea el estudio de Funcas es que «el coste de oportunidad de “tener familia” resulta demasiado elevado, incluso inaceptable, para desarrollar el tipo de vida que se desea».

En la encuesta del INE, el 10 por ciento de las mujeres marcan la opción «Supone perder la libertad y no tener tiempo para realizar otras actividades» entre las tres razones principales para no ser madre. Como dice Fabrice Hadjadj en Por qué dar la vida a un mortal: «La cuestión de la felicidad ha causado muchos daños a la fecundidad desde el momento en que se ha tratado como una vida serena y sin inquietudes, y de la propia realización en cuanto individuo».

La afirmación «Puedes tenerlo todo» se demuestra cada vez más como un mito y, si hay que elegir, otras prioridades pasan por delante de tener un hijo. Pero, entonces, ante la brecha entre hijos deseados e hijos nacidos, ¿sería más correcto decir que no se puede o que no se quiere? ¿O tal vez no se quiere tanto? Sobre quienes no tienen hijos parece cernirse a veces un destino insalvable: «Antes de los treinta es imposible», «Criar más de uno es implanteable», «No me lo puedo permitir»… son algunas frases frecuentes. Cierto que el sistema no ayuda. Pero también vemos familias con rentas modestas o con un solo sueldo que parecen desafiar los augurios.

«Si quieres tener más hijos —quiero decir, si tienes una voluntad clara de que quisieras tenerlos—, es más probable que busques hacer lo que facilite más ese deseo», escribe Laura Indart, filósofa, madre de seis hijos. Indart admite que, si bien se necesitan tanto unos medios económicos como una situación personal que lo permita, «creo que nos han colado una gran mentira: que los hijos son un lujo asequible solo para algunos». 

De esta mentira habla también Ricardo Calleja en El Debate: pensar que «tener hijos es una opción privada y —a los efectos de las leyes y políticas públicas— un capricho que ha de pagarse cada uno» desdibuja la realidad de que es «una exigencia de estricta justicia que la sociedad apoye la paternidad y la maternidad, y una condición de su propia supervivencia a medio plazo».

 

LA SOCIEDAD TAMBIÉN QUIERE HIJOS… Y LOS NECESITA

Cuando se piensa en la importancia de la natalidad desde la perspectiva social la primera palabra que salta a la conversación es pensiones. Quienes defienden que no existe una relación ineludible entre ambos hechos señalan que los posibles problemas futuros se pueden solucionar aumentando la productividad o retrasando la edad de jubilación. 

Otros esgrimen como respuesta la inmigración, pero, como afirmó la escritora y periodista Ana Iris Simón en su famoso discurso en Moncloa en mayo de 2021: «A mí se me ponen los pelos de punta cada vez que se habla de necesitar inmigrantes que nos paguen las pensiones, como si las personas fueran divisas. Mientras, no les estamos permitiendo pagar la de sus padres y abuelos en sus países de origen». 

Nos hacemos mayores: una de cada seis personas en el mundo tendrá a mitad de siglo más de 65 años, según la ONU. La ratio en Europa y Norteamérica será una de cada cuatro. Y Forbes sitúa España entre los países más envejecidos del planeta en 2050. El Banco de España señala que para afrontar el reto que supone el envejecimiento poblacional para el sistema de bienestar y para las pensiones se necesita una estrategia multidisciplinar «que, entre otros aspectos, incentive la participación de los trabajadores de más edad, acompase la política migratoria a las necesidades del mercado laboral y fomente la natalidad»18.

lustración: Alberto Aragón

Socialmente, el problema va más allá de las pensiones. Alejandro Macarrón habla de «un empobrecimiento afectivo por la falta de niños y por la ruptura familiar que es la epidemia de soledad. Se ha multiplicado por seis el porcentaje de españoles que viven solos en los últimos cincuenta años. Y en todo Occidente es igual»19. Una muestra llamativa de esto: la creación en 2018 en Reino Unido del llamado «ministerio de la soledad». No se trata de tener hijos «para tener quien me cuide cuando sea mayor» sino de un problema más hondo: las personas estamos hechas para los vínculos y resulta mucho más atractivo vivir en un mundo que sabe cuidar sus relaciones: amistades y familias sólidas, estables, basadas en el amor incondicional y el compromiso. Ahí es donde florecemos, como seres humanos y como sociedad.

 

MÁS ALLÁ DE PARCHES Y TIRITAS

Cheques-bebé, beneficios fiscales, guarderías gratuitas, flexibilización en los horarios laborales, permisos de maternidad y de paternidad suficientes y pagados, apoyo a la conciliación y al acceso al empleo y a la vivienda… ¿Qué ayudas del Estado impulsan más la natalidad?

Algunos expertos se muestran escépticos contra los incentivos económicos puntuales. Un estudio de 2021 del Observatorio Social de la Fundación la Caixa señala que «las políticas con las que se ha intentado aumentar la fecundidad a través de transferencias de efectivo a corto plazo no han tenido éxito y solo han afectado de forma temporal al momento en que se han producido los nacimientos». Según Santiago Carbó, director de Estudios de Funcas, la solución residiría en ayudas combinadas, como las implementadas en Francia y Suecia. Y destaca un factor clave para el éxito de esas políticas: su mantenimiento en el tiempo20

__________________________________

Para apostar realmente por la natalidad se requiere invertir: Francia dedica un 3,6 por ciento del PIB a los incentivos y ayudas a la familia. España un 1,48, lo que le sitúa en la cola de la OCDE.

__________________________________

Francia, por ejemplo, ofrece un paquete de ayudas que incluye apoyo a las parejas jóvenes para el acceso a la vivienda, rebajas en las cotizaciones de las mujeres que trabajan, conciliación, permisos de maternidad y favorecer el empleo de los nuevos matrimonios21. Entre las medidas económicas directas, se encuentran los subsidios familiares por hijo a cargo (hasta que el hijo cumple veinte años), una prima de pago único por nacimiento o adopción, el «complemento de libre elección de actividad» (por el que, si uno de los progenitores deja o reduce su actividad profesional para cuidar de su hijo, se le ofrece una compensación económica) y el complemento familiar (para quienes tienen a su cargo, como mínimo, tres hijos de más de tres años). 

Para apostar realmente por la natalidad se requiere invertir: Francia dedica un 3,6 por ciento del PIB a los incentivos y ayudas a la familia. Alemania o Dinamarca más de un 3. España un 1,48, lo que la sitúa en la cola de la OCDE: ocupa el lugar 24 de 30, solo por encima de Portugal, Irlanda, Chipre, Países Bajos, Italia y Malta22

Por otra parte, el informe More Work, Fewer Babies, de la socióloga Laurie DeRose y el economista Lyman Stone, señala que la mayoría de los estudios han constatado que cada dólar que un Estado invierte en subsidios en metálico aumenta la tasa de fertilidad más que los dedicados a la financiación de guarderías. Esto se debe a que las ayudas directas «permiten a las familias reducir el tiempo dedicado a la profesión, mientras que las políticas universales de cuidado infantil normalizan aún más los modelos familiares centrados en el trabajo». Los autores añaden que los subsidios unidos a la flexibilización laboral facilitarían el volver a priorizar la familia.

Algo parecido  defiende The Family Watch: ampliación de los 100 euros de ayuda por hijo hasta los dieciocho años y que se adopte una perspectiva de familia en las administraciones, ya que «hasta que las familias no estén en el centro de las decisiones políticas, no lograremos revertir esta situación». 

La crianza no solo implica dinero sino también tiempo. A comienzos de este curso, la propuesta de abrir los colegios de Madrid de siete a siete levantó numerosas críticas que denunciaban que políticas de este tipo más que favorecer la conciliación real contribuyen a perpetuar un sistema en el que todo gira en torno al trabajo. Meter dinero en el bolsillo de los padres junto con otras medidas que acompañen ayuda a la natalidad, pero no basta. Lo verdaderamente determinante es el paradigma cultural en el que nos movemos, que necesita darse la vuelta como un calcetín para que el atractivo de la familia se haga palpable.

 

LA REVOLUCIÓN DEL RELATO

«La maternidad se plantea como una carga. Hace falta un cambio en la percepción de la sociedad. Probablemente, si existiera de verdad un sistema que fomente la natalidad no te plantearías ser madre como una catástrofe, como una renuncia a todo», apunta Rocío Periago, periodista de 34 años, en un artículo en El País

Hace falta un cambio en la sociedad y también un cambio en la narrativa sobre el ser padres. El papel del relato, en un momento de auge de la desmitificación de la maternidad, no consiste en negar los aspectos arduos y pintarlo todo de rosa, sino más bien en mostrar el valor inherente de tener hijos de tal manera que los jóvenes perciban que vale la pena apostar por ese anhelo, que entiendan que «bello es el riesgo», como puso Platón en boca de Sócrates.

Lyman Stone también se pregunta por la relación entre los valores culturales y la tasa de fertilidad. En un artículo de Public Discourse, confirma el papel que desempeñan los medios de comunicación pero también la religiosidad de las personas, y asegura que «existen sólidas pruebas empíricas de que las personas “aprenden” los ideales de fertilidad de sus padres y de sus comunidades inmediatas»23.

Mientras entendamos la maternidad y la paternidad como una carga o como un lujo, será difícil conseguir el cambio cultural que ayude a que la natalidad aumente. Porque, si no vemos a los hijos como un bien —no solo para sus progenitores y su familia, sino también para toda la sociedad—, ¿cómo justificar la inversión de dinero y esfuerzos para que las personas tengan los hijos que querrían tener? ¿Qué deseos van a impulsar a las nuevas generaciones a priorizar en su vida la creación de la familia que quieren por delante de otros proyectos?  

 

Tómale el pulso a la vida

¿Te gusta lo que lees? Puedes recibir un artículo parecido a este cada lunes en tu bandeja de entrada. Solo tienes que suscribirte a la newsletter de Nuestro Tiempo desde aquí y sumarte a los que ya escuchan los latidos del mundo contemporáneo.

 

 

NOTAS AL PIE 

1. Instituto Nacional de Estadística (INE). 

2.  Eurostat (2022). 

3.  World Population Prospects 2019. ONU. 

4.  Encuesta de Fecundidad del INE (2018).

5.  Opción marcada por el 59,40 de las mujeres menores de 25 años, y por el 29,69 de las mujeres entre 25 y 29 años. Se puede consultar en la gráfica que acompaña este artículo.  Encuesta de Fecundidad del INE (2018). 

6.  Así lo indican un 26,15 por ciento de las encuestadas de entre 35 y 39 años, un 22,01 por ciento de entre 30 y 34, y casi un 25 por ciento entre los 40 y los 44 y entre los 45 y 49 años. Se puede consultar en la gráfica que acompaña este artículo. Ídem.

7. «Crece el número de personas que viven solas en España» (2022). Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo. Alfa y Omega.

8.  El coste de la crianza en 2022, informe de Save the Children.

9.   Informe Las Invisibles (2020). Asociación Yo No Renuncio.

10. Demographic challenges in the EU in light of economic and development inequalities (2020). IFFD.

11. Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud en España. Segundo semestre de 2021.

12.  Banco de España.

13.  Encuesta de Fecundidad del INE (2018).

14.  Cálculos de elaboración propia a partir de las tablas de microdatos del INE.

15. La pandemia y las familias: refuerzo del familismo y declive de la institución familiar. (2021). Luis Garrido y Elisa Chuliá. Funcas.

16.  Entrevista a Alejandro Macarrón en esRadio, 21 de agosto de 2022.

17. «Alejandro Macarrón: “La baja natalidad obedece sobre todo a valores culturales no económicos” (2022). 

16.  Entrevista a Alejandro Macarrón en esRadio, 21 de agosto de 2022.

17. «Alejandro Macarrón: “La baja natalidad obedece sobre todo a valores culturales no económicos” (2022). John Müller . ABC.

18.  Informe Anual 2018, Banco de España.

19.  Entrevista a Alejandro Macarrón en esRadio, 21 de agosto de 2022.

20. «Incentivos a la natalidad. En busca de la fórmula mágica» (2021). Belén Huertas. Aceprensa.

21.  «Francia dos, España uno» (2022). Rafael PuyolEl Debate

22.  Mapa de la Maternidad 2020. TFW Report Nº 44, febrero 2022. The Family Watch.

23.  «What Makes People Have Babies? The Link Between Cultural Values and Fertility Rates» (2019). Lyman StonePublic Discourse.