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Hace apenas un año de la publicación del último disco de Niña Polaca, Que adoren tus huesos, un trabajo que les ha consagrado con tres conciertos seguidos en La Riviera con todo agotado.
El 6 de diciembre de 1784 se inauguró en Madrid la Real Basílica de San Francisco el Grande. La web del Ministerio de Asuntos Exteriores explica que se construyó en el lugar donde el propio san Francisco levantó una pequeña capilla en su peregrinación a Santiago de Compostela a principios del siglo XIII. Sus paredes albergan años de historia: acogió las bodas de María Isabel de Braganza y María Josefa de Sajonia; dio descanso a los restos de Garcilaso de la Vega o Francisco de Quevedo; en la Guerra Civil, protegió las colecciones del Palacio Real. Y en algún momento de 2020, un chico de 25 años, que puede que ignorara, o no, muchos de estos datos, se sentó a echar unas cervezas en el parque adyacente y, al llegar a casa, compuso una canción: «Voy a escribirte algo realmente bonito: Que aunque me he de ir, siempre estaré contigo. / Que aunque no sufriré, voy a soñar contigo. / Que si no lo hice bien, ha sido por descuido. / Que hay tantos cachitos dentro de mí mismo / que tú habías juntado y que ahora he perdido. / Que te has vuelto a fugar cuando más falta hace. / Que he visto atardecer en San Francisco el Grande / con un calor que parte voluntades. / Y arden recuerdos que contigo habrían sido frases».
Álvaro Surma (Alicante, 1995) comenta impactado lo que ha supuesto la canción para algunos seguidores de la banda: «Nos cuentan por redes cómo el tema les ha ayudado o que van con amigos ahí a ver el atardecer. Es muy especial participar así de la vida de personas que no conoces». Surma es el cantante de Niña Polaca y charla con Nuestro Tiempo tres días después de que el grupo se bajara del escenario de La Riviera, la sala de conciertos más importante de Madrid. Tres noches memorables —11, 12 y 13 de octubre— en las que sus canciones, que él ha definido como «música para llorar y cagarse en gente», recorrieron las más de siete mil gargantas que les acompañaron desde la pista. Triple sold out.
Desde aquel día de 2018 en el que él y Beto —Alberto Rojo— se escucharon cantar a través del patio de luces que compartían sus pisos en Malasaña, y que fue el inicio de lo que después sería la banda, han publicado tres discos que no paran de encontrar nuevos oyentes. Por el camino tocaron «Nora» en el Benidorm Fest de 2022, han hecho una gira nacional en la que muchas salas se les han quedado pequeñas, han colaborado con amigos como Gabi Montes, de Sexy Zebras, en «Perdí los galeones», o ídolos como David Ruíz, de La M.O.D.A., quien participó en «Querida amiga pena». Incluso vieron cómo este año se llenaba uno de los lugares más emblemáticos de Madrid, la Puerta del Sol, para verles actuar en el concierto gratuito durante las fiestas del 2 de mayo.
El cariño del público se concreta no solo en la cantidad de asistentes, sino en la calidad de las historias que les mandan por redes sociales. Como la de una chica que quedó por primera vez con el que ahora es su chico en ese concierto. «Ella no sabía cómo decirle que le quería y decidió aprovechar el concierto para hacerlo. Lo escribió de un modo tan bonito que casi me puse a llorar», cuenta Surma. «Otros mensajes hablan de las canciones como catarsis porque les sirven para superar momentos que les están jodiendo la vida, y es algo muy especial».
Quizá por eso se han ganado el respeto de músicos a los que admiran, como Rubén Pozo. La banda llevaba tiempo introduciendo un fragmento de «Madrid», de Pereza, antes de arrancar con «Madrid sin ti». El exintegrante de Pereza se enteró y les propuso cantarla juntos. A Surma le pareció increíble: «Conocimos a Rubén tres semanas antes de los conciertos de La Riviera. Imagínate la ilusión de que alguien así, todo un referente cuando empecé a escribir y al que copiaba hasta la saciedad, esté a nuestro lado tocando».
El triplete de conciertos en Madrid ha sido un hito en su carrera. Cada tema fue una fiesta, desde los más enérgicos «Travieso», «La muerte de Mufasa» o «Mucho tiempo contigo»; hasta los sentidos «Invierno de mierda», «Los días malos» o «Dolores Rayo». Grupos de amigos pasaban de la lágrima al baile, y viceversa. A Surma le resulta difícil elegir un único momento, pero el final del último día le marcó: cuando su equipo técnico les reemplazó en el escenario para que ellos pudieran bajar a la pista. «Hay una foto preciosa en la que nos están manteando y me pareció un cierre completamente apoteósico. Ver ahí a dos mil colgados berreando lo que tú has escrito en tu casa no tiene precio». ¿A qué más puede aspirar una canción?