Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Annette Kennedy: «Cada céntimo que se invierte en el personal de enfermería mejora el bienestar de los ciudadanos»

Texto: Ana Eva Fraile [Com 99] y Elena Ojer Armendáriz [Com 05] Fotografía: José Juan Rico Barceló  

La pandemia de covid-19 ha evidenciado la labor irremplazable de enfermeras y enfermeros. Como ha manifestado Annette Kennedy, presidenta del Consejo Internacional de Enfermeras, «es tiempo de acciones valientes por parte de políticos valientes. Sus decisiones, tomadas en el momento oportuno, dejarán una huella en la historia». Invitada por la Facultad de Enfermería, Kennedy impartió la VIII Lección de la Cátedra María Egea.

 


Cuando la OMS designó 2020 Año de la Enfermería, la profesión entendió este hito como una oportunidad única de mostrar el verdadero valor que aporta a la sociedad. El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) acordó una hoja de ruta para resaltar la labor que, entre bastidores, realizan cerca de 28 millones de personas en el planeta. Se propuso, por ejemplo, elaborar, junto con la OMS y la campaña Nursing Now, un informe para conocer el impacto del trabajo de las enfermeras en los cinco continentes, punto de referencia desde el que medir su evolución durante la próxima década. Lo que nunca imaginaron fue que un microscópico virus pondría la mirada del mundo en sus manos. Como ha subrayado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, los profesionales de la enfermería son «la columna vertebral de cualquier sistema sanitario», y esta pandemia ha puesto de manifiesto «el papel insustituible que desempeñan» y la urgencia de proporcionarles «el apoyo que necesitan para salvaguardar la salud del mundo».

En la primera línea de defensa contra el covid-19, millones de enfermeras, enfermeros y otros profesionales sanitarios se exponen sin descanso al coronavirus con medios de protección inadecuados e insuficientes. Pero, lamentablemente, no se puede salvar vidas solo a golpe de coraje. El 27 de marzo Annette Kennedy, presidenta del CIE, escuchó la dramática situación de España e Italia, dos de los países europeos más afectados. En el seminario virtual organizado por el CIE para analizar la crisis, José Luis Cobos, vicesecretario del Consejo General de Enfermería español, denunció ante Elizabeth Iro, jefa de Enfermería de la OMS, y más de un millar de expertos de setenta países, la ausencia de mascarillas, batas impermeables, guantes de nitrilo, gafas y pantallas de protección facial en los hospitales. 

Desde Italia, la enfermera Floriana Pinto describió sus vidas en las UCI y las salas de covid «como una montaña rusa en continuo movimiento: el cansancio y la ira dan paso a la alegría cuando por fin sacamos de cuidados intensivos a los pacientes». A pesar de su lucha contrarreloj, hacen todo lo posible para que las personas ingresadas no se sientan solas: «Somos su única compañía y, como es muy difícil comunicarnos con las mascarillas, hemos aprendido a sonreír con los ojos».

Al salir del hospital, la realidad la abofetea. «Tenemos que luchar para conseguir un test, para disponer de equipos de protección individuales adecuados, para recibir asistencia psicológica», dijo Pinto. Aunque, en su opinión, el verdadero problema llegará cuando esta tragedia termine «y nos encontremos delante del espejo agotadas, desarmadas, incapaces de ordenar los pensamientos y sentimientos provocados por el shock emocional y el estrés físico de este periodo». Entonces los titulares continuarán ensalzando de manera épica su labor. Sin embargo, «quizá lo que estos héroes sencillamente necesitamos sea recibir la consideración y el trato inherente como profesionales».

Para Annette Kennedy, las fotografías de enfermeras agotadas que han difundido los medios «demuestran que están poniendo las necesidades de los pacientes por delante de las suyas». Siempre, pero todavía más en circunstancias tan extremadamente difíciles, Kennedy considera «una lección de humildad ver cómo dan un paso al frente cuando son necesarias, aunque al hacerlo se expongan a peligros». Sus historias de valor, compasión y servicio conmueven a los ciudadanos que cada tarde, a las ocho, salen a sus balcones y ventanas de manera espontánea para aplaudir en reconocimiento al compromiso del personal sanitario. Pero la mirada de la presidenta del CIE se entristece al pensar lo que sucede cuando estos profesionales continúan trabajando sin una protección adecuada que garantice su seguridad. Desde la detección del covid-19, decenas de miles de enfermeras se han infectado. «Algunas de ellas han realizado el sacrificio último en sus esfuerzos por ayudar a los demás. Y sabemos que otras muchas morirán si no damos la voz de alarma aún más fuerte», alerta Kennedy.

 

2020, Año de la Enfermería 

 

En 2020 se cumplen doscientos años del nacimiento de Florence Nightingale (1820-1910), precursora de la enfermería moderna y creadora del primer modelo conceptual de la profesión. Por eso, la OMS ha declarado 2020 como Año Internacional de la Enfermería. En 1860 creó una escuela de enfermería en el hospital Saint Thomas de Londres que fue un hito en la profesionalización de la especialidad: la primera escuela laica de enfermería en el mundo. 

 

La profesora Ana Choperena, vicedecana de Alumnos de la Facultad de Enfermería, habla así sobre ella: «Los vínculos entre el establecimiento de aquella primera escuela de enfermería y su desarrollo a nivel mundial es una cuestión estratégica de Nightingale. Para entender su éxito hay que tener en cuenta su fuerte personalidad y su gran capacidad de influencia, ya que organizó la enfermería militar y hospitalaria de Inglaterra e influyó en la americana, que brotaba en aquel momento. La buena acogida que tuvieron las enfermeras que se formaban en su escuela posibilitó la transmisión de su voz y de su legado por todos los rincones del mundo».


 

 

Según los datos facilitados el 20 de abril por el Ministerio de Sanidad, en España se han contagiado 31.053 profesionales sanitarios, lo que representa el 15,51 % de los 200.210 diagnósticos totales. Las estadísticas de la Comisión Europea completan el mapa de exposición de este colectivo: un 4 % en China, un 6 % en Alemania y un 9 % en Italia. En este último país, el presidente de la Asociación de Enfermeras, Walter de Caro, ha declarado que sus colegas sienten «como si fueran a una batalla con escudos de papel y pistolas de juguete. Necesitamos estos suministros hoy, no mañana».

Ante esta petición de ayuda, Howard Catton, director general del CIE, se muestra tajante: «Estos profesionales no son superhéroes o ángeles: son mujeres y hombres que tienen hijos, familias, amigos, responsabilidades... Deben ser protegidos frente a los riesgos que plantea la prestación de cuidados a personas con covid-19. Necesitamos que los gobiernos actúen con decisión para cuidar de los cuidadores que están dando a los pacientes la posibilidad de sobrevivir al coronavirus».

La actual crisis de salud pública ha mostrado la fragilidad de los sistemas sanitarios y la importancia de un enfoque global de los problemas como el que propone el informe «Situación de la enfermería en el mundo 2020», antes citado, que la OMS presentó a principios de abril, en colaboración con el CIE y la campaña Nursing Now. Los datos aportados por más de 190 países revelan que cerca de 28 millones de personas se dedican a la enfermería hoy, una cifra que deja un déficit mundial de 5,9 millones de profesionales, la mayoría en África, Asia Sudoriental y la región del Mediterráneo Oriental de la OMS, así como en algunas partes de América Latina.

Para revertir la situación, el informe estima que las naciones que experimentan carencias deben aumentar el número total de graduados en Enfermería a razón de un 8 % anual de promedio en los próximos diez años. Según el CIE, el mensaje es inequívoco: los gobiernos deben destinar recursos para ampliar a gran escala la formación del personal de enfermería, generar seis millones de nuevos puestos de trabajo para 2030 y fortalecer el liderazgo de la profesión. De no hacerlo así, advierte Annette Kennedy, «los países corren el riesgo de fallar a la ciudadanía», puesto que no serán capaces de encarar nuevos brotes de enfermedades, ni tampoco alcanzar la cobertura sanitaria universal ni los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Que cada céntimo que se invierte en el personal de enfermería no representa un coste sino un beneficio social porque aumenta el bienestar de las familias de manera clara y tangible es una idea que Annette Kennedy defendió este curso en el campus de  Madrid. Invitada por la Facultad de Enfermería, la presidenta del CIE impartió la VIII Lección de la Cátedra María Egea. La periodista Elena Ojer Armendáriz [Com 05] pudo charlar con ella el 11 de noviembre de 2019, unas semanas antes de que China notificara a la OMS la aparición en Wuhan de una serie de casos de «una nueva neumonía de origen desconocido». La conversación que mantuvieron cobra una nueva perspectiva en el contexto actual.

 

La irlandesa Annette Kennedy preside desde mayo de 2017 el Consejo Internacional de Enfermeras | José Juan Rico Barceló 

 

¿Qué espera del Año de la Enfermería declarado por la OMS?

Me gustaría que sirviera para dejar atrás estereotipos, que la profesión se vea como una fuerza asombrosa para el bien. Este oficio requiere una sólida base de conocimientos, pero también exige determinación ante las circunstancias, a menudo problemáticas y difíciles. Si la sociedad no entiende realmente en qué consiste nuestra labor es, en parte, responsabilidad nuestra, porque no hablamos de ello. Las enfermeras también salvamos vidas a diario. 

 

¿Cómo pueden participar los profesionales en este evento histórico?

Mostrando los milagros que pueden hacer cuando gozan del apoyo adecuado, cuentan con una buena dotación de personal y están debidamente remunerados. Las enfermeras representan más de la mitad del personal de salud en el mundo y proporcionan el 90 % de los cuidados que se brindan sobre el terreno, además de atender a quienes más lo necesitan en las zonas más remotas, donde a menudo son el único profesional sanitario.

 

¿Qué pasos cree que deben darse para ganar visibilidad?

La clave reside en garantizar que las enfermeras participen en todas las mesas donde se toman las decisiones sobre atención de salud. Si es necesario, como ha dicho Elizabeth Iro, que lleven su propia silla a la sala, porque resulta fundamental que se escuche su voz. Son conscientes de las carencias de su entorno y nadie tiene tanta información sobre un paciente como ellas porque son los únicos profesionales a su lado las veinticuatro horas. Están al tanto de su diagnóstico y del tratamiento. Pero no solo eso. También conocen sus inquietudes, tratan con su familia... Las enfermeras disponen de una visión única que podría resultar muy valiosa a la hora de establecer las políticas sanitarias.

 

¿De qué modo contribuye el Consejo Internacional de Enfermeras a lograr este objetivo?

El CIE representa a las enfermeras al más alto nivel, allí donde se establecen las estrategias globales, como, por ejemplo, en la Asamblea Mundial de la Salud. Nuestras directrices permiten a las Asociaciones Nacionales de Enfermería influir en los programas de salud y exigir a los gobiernos que asuman su responsabilidad. Por otra parte, nuestros programas de «Liderazgo para el cambio» y del Instituto Mundial de Liderazgo en Enfermería están alentando a un nuevo colectivo de profesionales capaces de confirmar su posición en el ámbito de la legislación gubernamental e internacional. 

 

En 2019, el CIE cumplió 120 años y se ha consolidado como adalid de la profesión.

En 1899 un grupo de mujeres se dieron cuenta de que la creación de una entidad que representara a las enfermeras de todo el mundo fortalecería la profesión. La visión de aquellas pioneras ha permitido forjar una alianza global que asegure que la formación y las prácticas sean del más alto nivel posible. En la actualidad, el CIE lo integran asociaciones nacionales de más de 130 países, y trabaja en estrecha colaboración con organizaciones como la OMS y la ONU.

 

¿Qué aporta a un hospital y a la atención de los pacientes el rol de enfermería de práctica avanzada?

La enfermería ha progresado muchísimo en los últimos treinta años. Los profesionales estudian grados y másteres y realizan doctorados, de modo que pueden ejercer a un nivel superior. Además de favorecer la calidad de los cuidados, la práctica avanzada contribuye a que las enfermeras puedan diagnosticar, tratar y prescribir medicación si se requiere una intervención rápida. También tienen mucho que aportar en ámbitos como la asistencia primaria, los cuidados paliativos, la atención de las personas mayores...

 

¿Cómo ve el futuro de la profesión?

Soy muy optimista. Muchos líderes mundiales nos respaldan y nos encontramos en el mejor momento para influir en la política global. Tenemos que demostrar que los cuidados de enfermería son rentables, eficientes y muy apreciados por los pacientes. Nuestro trabajo repercute en la vida de las personas. Y justo eso es lo que se necesita para mejorar la economía. Una sociedad sana revierte en una economía sana y más productiva. Está en nuestras manos intentar que 2020 abra una década de crecimiento sin precedentes para ofrecer la mejor atención sanitaria posible para todos.

 

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Cinco meses después de la entrevista con Annette Kennedy, se perciben signos de que la intensidad de la pandemia empieza a remitir en algunos países. La sociedad observa con esperanza el caso de China. El 7 de abril, un día antes de que se levantara el bloqueo de Wuhan, el foco originario de la pandemia, su Gobierno anunció la primera jornada sin muertos por coronavirus desde enero.

El 27 de abril, al cierre de esta edición, con más de 2,6 millones de casos y más de 183.000 muertos en todo el mundo, el CIE continúa amplificando la voz de las enfermeras, que trabajan incansablemente para cuidar de las personas infectadas. Al límite del agotamiento, y a pesar del miedo de contagiar a sus familias por exponerse al virus sin los equipos de protección apropiados, les acompañan en la soledad de su habitación. También en el momento final. En el blog «Enfermeiras en loita» («Enfermeras en lucha»), una enfermera gallega cuenta así sus últimas cinco horas con Mario: «Su corazón ya no puede aguantar más. Han sido varios días junto a él, varios días en los que he tenido la suerte de conocer su persona, varios días de risas y bromas cuando estaba permitido. [...] Me he despedido con una pequeña caricia de mi doble par de guantes sobre su frente. Su muerte ha hecho aumentar las tristes estadísticas, pero para mí no será un número más. Para mí siempre será Mario».

 

Nueva generación de enfermeras 

 

Durante su visita a la Universidad, Annette Kennedy resaltó la figura de María Egea (1981-2006), una entusiasta enfermera madrileña que falleció muy joven de osteosarcoma. Según pudo conocer la presidenta del CIE, ni la enfermedad, ni los tratamientos, ni las múltiples intervenciones quirúrgicas hicieron mella en su alegría y en su profundo amor a la vida y a los demás.

Su familia honró su memoria financiando la creación de una cátedra de investigación en enfermería. En opinión de la presidenta del CIE, la labor que la Cátedra de la Facultad de Enfermería realiza en nombre de María Egea desde 2007 constituye «un brillante ejemplo de cómo mejorar los cuidados de enfermería a través de una nueva generación de enfermeras que promueven la investigación con el fin de mejorar la atención al paciente».