Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Ecología sobre ruedas: vuelve el coche eléctrico

Texto Carlos Bergera [Tecnun 86 IESE 90], director de Movilidad Verde de Iberdrola - Infografía Errea Comunicación

Aunque todavía no se ha popularizado su uso, ya hay un buen número de modelos y marcas accesibles en los concesionarios. El coche eléctrico no es una quimera, sino una realidad de la que ya podemos plantearnos su conveniencia en nuestras vidas.


No nos extraña arrancar diariamente el motor de nuestros coches de combustión y emitir CO2 y gases contaminantes. Por este motivo, entre otras causas, el aire de muchas ciudades se hace irrespirable y provoca enfermedades pulmonares. Sin embargo, ya es posible cambiar esta rutina gracias a la electrificación del transporte, un proceso tecnológico en rápida evolución que va a renovar el sector del automóvil en los próximos años y que va a aportar a los usuarios la satisfacción de no manchar el planeta, ganar en bienestar y prestaciones en la conducción.

Vehículos verdes

El efecto de limpieza y descontaminación en las grandes ciudades por un uso masivo de vehículos eléctricos sería espectacular. Incluso en el caso de que la energía eléctrica para las recargas se tome del sistema eléctrico común, es decir, sin conexión exclusiva a fuentes de energía renovables, la mejora global de las emisiones de CO2 se prevé notable. Así lo demuestran los estudios elaborados a tal fin, donde se corrobora, por ejemplo, cómo en un trayecto urbano típico de quince kilómetros las emisiones de los coches de gasóleo y gasolina fueron de 2,4 y 2,6 kg, respectivamente, mientras que las asociadas a un coche eléctrico supondrían tan solo 0,7 kg.

Como la mayor parte de las recargas se efectuarían por la noche, mientras los coches están en los aparcamientos de las viviendas o en las empresas, la energía eléctrica consumida en las recargas podría asociarse a los potenciales excedentes de energía eólica nocturna. En este momento del día, cuando el resto de consumos disminuye y se produce un valle en la curva de demanda, la recarga del coche eléctrico corregiría esta diferencia y potenciaría aún más el beneficio medioambiental.

En este sentido, un buen número de ciudades se ha planteado ya la sustitución progresiva de los autobuses urbanos por autobuses eléctricos, que mejoran las condiciones medioambientales gracias a la disminución de ruidos y emisiones. Algunos fabricantes apuestan claramente por esta tecnología. Es el caso de la división de autobuses de empresa sueca Volvo, que ya ha anunciado que solo fabricará modelos urbanos eléctricos.

Vehículos baratos a largo plazo

A pesar de tener una conciencia ecológica clara, antes de comprar un coche eléctrico hay que resolver algunas cuestiones. En primer lugar, estudiar el modelo concreto y su tecnología, ya que aunque aún no se dispone de muchas marcas, la variedad va en aumento. La tipología básica divide la oferta entre coches eléctricos puros y coches híbridos y, entre estos, en enchufables y no enchufables. Los últimos se diferencian fundamentalmente en la autonomía de la batería, que en los híbridos puede superar los sesenta kilómetros. Además, la ventaja principal es que, aún en el caso de agotarse la batería, el coche continuaría circulando sin problemas gracias a su motor de gasolina.

Respecto al coste medio de uso, en todos los casos el coche eléctrico resulta más económico que los coches de gasolina y gasóleo, aunque los menos costosos corresponderían a los eléctricos puros. Con los modelos híbridos, el conductor podría decidir cuándo circular con gasolina o con electricidad, pudiendo dejar esta opción para «callejear», momento en el que aumenta el consumo de combustible.

Si se trata de un segundo coche familiar, o de alguien que no haga largos trayectos interurbanos, o bien para flotas de empresas y servicios que no realicen más de ciento cincuenta kilómetros diarios, la mejor opción sería un eléctrico puro. En estos, cuantos más kilómetros se hagan antes se rentabilizará la compra, teniendo en cuenta que los costes operativos son drásticamente menores a los del coche tradicional en una proporción de uno a cinco.

Para hacer un análisis económico comparativo entre un coche o una flota eléctrica, y sus equivalentes con motor de combustión interna, hay que plantear los costes totales de operación. En el caso de los eléctricos se unen la ventaja de un menor coste de combustible y un mantenimiento notablemente más barato debido al menor número de componentes y a que se estropean menos. Sin embargo, habrá que contraponer una mayor amortización por el coste más elevado del vehículo. Sobre este último punto, algunas comunidades —como Andalucía o País Vasco— ofrecen subvenciones adicionales a las que ya otorga el Gobierno central y que sumadas logran un precio atractivo.

 

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