Movistar España (T6) y Netflix (T1-5)
Creadores: Vince Gilligan, Peter Gould
6 temporadas
Si usted, lector joven al que le molan las series, aún no conoce las desventuras de Walter White y Jesse Pinkman, tiene una suerte inmensa: la de una joya por descubrir. Asuma que los primeros episodios de Breaking Bad (2008-13) pueden ser un pelín lentos y piense en el generosísimo retorno de la inversión: un apasionante, tenso y agónico viaje moral y psicológico de cinco temporadas que tiene como protagonista a un desdichado profesor de química. Cuando a este perdedor cincuentón le diagnostican un cáncer incurable, decide dar un giro maquiavélico a su existencia y se convierte en mago de la metanfetamina, ese cristalito azul que revoluciona el narcotráfico de Nuevo México. Breaking Bad es grandiosa no solo por una visualidad apabullante o una peripecia narrativa repleta de virajes astutos y sorpresas mandibulares. Su ascenso al Olimpo de las series contemporáneas proviene de maniobrar endiabladamente con las pasiones humanas: el orgullo, la ambición, el afán de poder, el autoengaño o la progresiva pérdida de límites morales.
Esos mismos afectos dañados —nitroglicerina dramática— son los que maniobra Better Call Saul, la precuela que comenzó a emitirse en 2015. Ahora, siete años después, la metamorfosis de Jimmy McGill en Saul Goodman llega a su fin. Los círculos seriéfilos andan justificadamente ardiendo todo este verano, analizando cada milímetro de esta última tanda de episodios. Hasta el 16 de agosto, cuando se clausure esta epopeya antiheroica. Todo apunta a que será un final épico, sorprendente y trágico.
Entre tanta mediocridad con ínfulas que puebla esta pobladísima era de streaming, Better Call Saul mantiene el aroma majestuoso y profundo de la época dorada de las series. Es una historia que ha ido creciendo —sin prisa, pero sin pausa—, capaz de ampliar la franquicia de Breaking Bad sin caer en la pereza de la repetición ni en la traición de la relectura; sus espejos son sutiles y complementarios. Porque Better Call Saul constituye una serie única, potente, divertida, intrigante y dolorosa. El último eslabón de una brillantez televisiva que quizá nunca se repita.
