Crisálida

De nuevo el problema del mal

18 de junio de 2025 3 minutos


Fernando Navarro
Impedimenta, 2025
261 páginas
22,95 euros

En diez días, Impedimenta ha vendido diez mil ejemplares (tres ediciones ya) de Crisálida, la primera novela del guionista Fernando Navarro, que antes había publicado el libro de cuentos Malaventura (Impedimenta, 2022). Es una cifra salvaje para una editorial independiente, como salvaje es la historia que cuenta: un padre chalado, un fracasado con convicciones naturalistas radicales que se hace llamar El Capitán y su esposa drogadicta, Madreselva, se llevan una noche a sus cinco hijos a vivir en un bosque de secuoyas en Sierra Nevada, donde El Capitán les impone un férreo adoctrinamiento (quizá reflejo invertido de la estricta educación que recibió de sus padres «opusinos», como recuerda, cayendo en el tópico, la voz narrativa) destinado no a la educación sino a actualizar el mito del buen salvaje. Spoiler: los niños no se convierten en alegres pobladores de los bosques sino en bestias. Crisálida es ante todo una novela de terror gore, y Navarro no le ahorra al lector todo el catálogo de atrocidades que cometen las bestias: del asesinato al canibalismo, del incesto al suicidio. Hay que tener mucho estómago para leer esta novela.

A pesar de una cierta poética familiar, de una rara ternura irreductible, el libro muestra el mal, el mal, el mal: la negrura a la que puede llegar a abajarse el ser humano, sin redención posible. Sin embargo, la factura técnica de la novela es mucho más que sobresaliente, sobre todo, creo, por la potencia arrolladora de la voz narrativa, que es la niña Nada, la niña Ná. Navarro tiene una sensibilidad extraordinaria para el lenguaje y ha creado una narradora insuperable, una niña convirtiéndose en mujer en el entorno más hostil. Secuestrada, en realidad, por unos padres maltratadores. La voz de Nada es la que cuenta con precisión infantil cómo escaparon de Graná y acabaron en ese bosque, tratando de conquistar la Montaña del Tigre, apretujaos dormidos los cinco hermanicos en la Pegaso desvencijá. El oído de Navarro, su capacidad para trasponer el habla andaluza y el flujo de conciencia hace con la sintaxis lo que le da la gana, y precisamente ahí reside el motor descabalgado y arrollador de esta historia. Porque esta novela no es tanto la trama como la narradora.

Se trata, por lo tanto, de un rotundo éxito comercial de una novela con una escritura inesquivable, poderosísima e hipnótica. Desde el punto de vista moral, que a muchos lectores les importa un rábano y a mí no, no cabe duda de que el libro presenta el mal como mal, con toda su crudeza y en su verdad más exacta: el mal lo destruye todo sin excepción. En ese sentido es del todo ortodoxa. Y en cambio qué angustia no descubrir a la vuelta de la última página ni un resquicio de bien al que agarrarse, ningún rastro de esperanza. Y las escenas gores lo son en extremo, no por un lenguaje particularmente sobrecargado, sino por la naturalidad con la que se cuentan esas aberraciones. Siendo un libro extraordinario, lo recomendaría con mucho tiento, solamente a lectores poco impresionables y sólidamente afianzados en una vida con sentido y esperanza. De lo contrario, cabe el riesgo de herirse innecesariamente el alma con un circo de los horrores sin salida.


Otras reseñas

¿Quieres escribir en nt?

Siempre estamos buscando buenos colaboradores para la revista. Si tienes una buena historia, queremos escucharte.

Newsletter