Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Heridas de miseria y desigualdad

Texto y Fotografía Iñaki Díaz Knörr

Iñaki Díaz Knörr [His 97] recorre el mapamundi de la mano de diversas ONG y fundaciones. Como consultor independiente, participa en proyectos de cooperación al desarrollo. Paraguay ha sido su último destino.


Asunción [Paraguay]. Paraguay es un país discreto y pequeño del continente latinoamericano del que apenas escuchamos hablar, del que apenas sabemos nada.
Se trata de uno de los territorios más pobres de América del Sur, pero cuando llegas allí te encuentras con las mismas sensaciones que te transmiten tantos otros países en vías de desarrollo: la ilusión de sus gentes por hacer de su nación un lugar mejor para vivir y, sobre todo, la energía, el esfuerzo y las grandes dosis de esperanza por progresar. 

La riqueza de su artesanía y la policromía de las telas, de la tradición indígena guaraní, llenan de belleza el paisaje urbano de la capital, Asunción. Los vivos colores son reflejo de su exuberante naturaleza; un país verde, rico por sus recursos hidrográficos. Con algo menos de ocho millones de habitantes, Paraguay está intentando recuperarse de graves crisis económicas, de las consecuencias de la guerra civil de 1947 o de las más de cuatro décadas de dictaduras militares. 

Desde 2001 he colaborado con varias ONG en proyectos de desarrollo en Guatemala, El Salvador, Honduras, México, Líbano, Kenia, Nigeria, R.D. del Congo o Cuba. Y en todos veo que la educación constituye la pieza clave para hacer crecer un país.

Realmente, la experiencia de estos viajes te cambia la vida. Y las percepciones.Cuando vives tan de cerca la necesidad de agua, te sensibilizas sobre su uso en tu casa; cuando ves en qué condiciones duermen tantos padres de familia, agradeces tener un colchón donde poder descansar cada día... Y así tantas cosas cotidianas a las que estamos malacostumbrados en España: somos una minoría privilegiada en este mundo.

En la capital paraguaya, junto al Palacio Presidencial, puedes observar las heridas que producen la miseria y la desigualdad: barrios de gran pobreza castigados aún más por inundaciones recientes, hogares sin electricidad o incluso sin sanitarios dignos.

Recientemente he viajado con la directora de la Fundación Profesionales Solidarios de Navarra, Cristina Jiménez. Tuvimos la oportunidad de conocer los grandes esfuerzos que están realizando asociaciones como Promoción de la Mujer Obrera de Paraguay (PROMU). Su impulso diario consiste en ayudar a que las familias cuenten con un horizonte vital más rico para sus hijos, desde cuestiones básicas como la alimentación hasta la educación y la formación profesional o la creación de microempresas. 

Con mucho entusiasmo, educadoras y trabajadoras sociales organizan actividades donde se trabaja, por ejemplo, el «empoderamiento» de la mujer. De ese modo, pueden salir  del rol exclusivo de ama de casa y buscar otras posibilidades para sus familias y para su propio desarrollo como mujeres y como personas. En espacios, normalmente reducidos y austeros, ejercen una labor comercial y de microempresarias, digno de admirar; un ejemplo, por su actitud y su energía, fuera de lo común.

A través del sistema de formación integral en residencias se ha logrado acoger a estas mujeres para conseguir una convivencia con alumnas que, provenientes del interior rural del país, llegan a la capital para labrarse su futuro profesional. Como los recursos de sus familias generalmente son muy escasos, se les ayuda en esas residencias para que puedan vivir como en familia. 

La educación, motor de progreso.

Para que el progreso de Paraguay sea una realidad es necesaria una mayor participación por parte del Gobierno en potenciar proyectos educativos, desde diferentes enfoques y en distintos niveles, en beneficio de la población. En este contexto, y gracias a un convenio suscrito con el Ministerio de Educación, la Fundación Profesionales Solidarios de Navarra ha puesto en marcha una iniciativa para formar a directores y docentes de un centenar de colegios públicos durante los próximos cinco años. 

La implicación pública supone una garantía a largo plazo para un proyecto que también cuenta con el apoyo de profesionales de la Universidad Católica de Paraguay. 

En sus aulas se impartirán seminarios de formación específicos, a los que también asistirán profesoras de PROMU implicadas en los Centros de Apoyo Escolar. Estos centros acogen a cientos de niños y niñas de las barriadas más desfavorecidas de Asunción. Las educadoras combinan el apoyo escolar con los juegos y, durante un rato, consiguen sacar a los niños de la realidad de pobreza en que viven sus familias. 

La Fundación llevará la experiencia acumulada en proyectos similares, como el de la R.D. del Congo. Se trata de cooperar y compartir experiencias sobre cómo desarrollar mejores planes formativos en educación infantil, ayudar a directores de colegios y docentes para diseñar programas de calidad, especialmente para que los niños de familias con menos recursos puedan tener una educación que eleve sus expectativas como adultos. 

Pedagogos voluntarios y profesores de la Fundación —como María Ángeles Sotés, Nuria Garro, Sarah Carrica o Thierry Lapierre— viajarán a Asunción para impartir sesiones presenciales, además de otras fórmulas de trabajo y seguimiento on-line

Tortilla de patata en Asunción.

Paraguay es un país lleno de vida y cuando estás allí notas el cariño que tienen a los españoles: te reciben y te invitan a su casa, te ayudan a comprender sus modos de vida, el porqué de sus tradiciones. A su vez, no es raro encontrar en las calles de Asunción un bar donde sirvan paella, tortilla de patata o un rioja. 

La relativa paz social de la que goza la capital desde los años noventa ha motivado que muchas familias y emprendedores españoles hayan decidido instalarse allí y destaquen lo cómodo que es convivir en Paraguay. 

En una de nuestras reuniones de trabajo destacaba un profesional: «No se trata de que vengan de España a formarnos, sino de transmitirnos experiencias de unos a otros».

Se dice que guaraní es un término que significa «combatir», y esta palabra adquiere todo su significado cuando ves cómo tantos profesionales luchan por labrarse un mejor futuro, por cooperar, por compartir tiempo y vida para hacer la de otros más digna. La razón de todos, como nos dicen allí, es conseguir que los niños y jóvenes puedan tejerse por ellos mismos su propio futuro con una mejor formación. 

Gracias, Paraguay. Esperamos poder seguir trabajando para el progreso de este país.