Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Jesús San Miguel: «Sanidad pública y privada deben complementarse al servicio del ciudadano. Lo importante es el enfermo»

Texto Redacción NT - Fotografía Antonio Olza, Eva Ripoll y Manuel Castells [Com 87]

La incorporación del catedrático Jesús San Miguel [Med 76] como director médico de la Clínica Universidad de Navarra, director de investigación del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) y vicedecano de la Facultad de Medicina supone una apuesta por un nuevo modelo traslacional en la gestión de la investigación y la asistencia. Su llegada viene acompañada, además, del reconocimiento obtenido con el reciente  Premio Jaime I de Investigación.


Acaba de embarcarse en un proyecto muy ambicioso en la Universidad de Navarra: ¿cuál es el motivo?
Primero, es un proyecto apasionante. Si somos capaces de desarrollarlo, beneficiará no solo al campus biomédico de Navarra, sino también al resto de los hospitales universitarios españoles. Se trata de unir la asistencia, la investigación y la docencia, pero de forma que sea una realidad en la vida de todos los médicos. En definitiva, el modelo anglosajón de los hospitales universitarios. En España esos campos no están unidos, porque las consejerías de Educación y de Sanidad son independientes. Yo siento un gran compromiso con la medicina pública y con la universidad pública, y creo que desde una universidad privada podemos ayudar a implantar ese modelo, del que puede beneficiarse tanto lo privado como lo público. Además de este motivo profesional, hay otro: en mi etapa de universitario me hicieron descubrir que la razón de mi vida profesional era el servicio a los demás. Que tenía que encontrar a Dios en mi vida profesional, además de en la familia. Eso cambió mi vida radicalmente y, por eso, cuando me plantearon venir aquí, junto al proyecto profesional estaba la deuda de vida que tenía: devolver a la Universidad aquello que me hizo ver cuando mis horizontes eran muy chatos.

¿Qué diferencias percibe entre la Universidad de Navarra que dejó en 1976 y la actual?
Creo que, gracias a Dios, la esencia no ha cambiado: sigue viviendo por y para el alumno. He sido profesor en Salamanca durante más de treinta años y puedo decir que nunca me había planteado aprenderme el nombre de los alumnos; les conocía, trataba de detectar a los mejores para convencerles de que se hicieran hematólogos... pero no tenía como prioridad conocerlos. Cuando estoy aquí, con el decano, el vicedecano, y veo que son capaces de poner cara y nombre a cada uno de estos chicos que nos han confiado, realmente me parece que es muy similar a la universidad que yo viví en los años setenta, donde los profesores nos llamaban por el nombre. Restrospectivamente creo que es algo en lo que yo podía haberme esforzado más.

¿Y en la Clínica ha notado algún cambio?
La Clínica ha crecido mucho, y eso es bueno, pero también entraña un pequeño riesgo. Cuando las estructuras crecen mucho, los profesionales pueden perder la sensación de que ellos son los que deben tomar las decisiones, no los órganos directivos. Lo único que tienen que hacer los directivos es ayudar a coordinar y a poner en marcha los proyectos de los profesionales. La Clínica la hacemos nosotros, los médicos, los profesionales, y no la dirección. Tuve la suerte de formarme con el profesor Antonio López Borrasca, que me contaba muchas historias de los inicios. Esas historias reflejaban que todos sentían la Clínica como algo tan suyo que, si no fuera por ellos, la Clínica no hubiera salido adelante. Y tenían la sensación de que para que saliera adelante debían servir a los demás, estar unidos, renunciar a muchas cosas, ser generosos con el compañero, ser humildes y saberse deudores de los demás, y a la vez exigirse tremendamente a sí mismos. Estoy seguro de que ese modelo no se ha perdido, aunque hay que fortalecerlo todos los días. Es el modelo del éxito.

¿Cómo puede hacerse?
Haciendo que los profesionales sean conscientes de que ellos tienen la responsabilidad de seguir haciendo de la Clínica Universidad de Navarra una referencia al servicio del enfermo. Para ello debemos ser capaces de vivir una enorme entrega en el trabajo y generosidad con los compañeros; uno solamente crece cuando trabaja en equipo, sabiendo que los proyectos del departamento o de la institución deben estar por encima del individualismo.

 

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