Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Creatividad al alcance de todos

Texto Borja Centenera, periodista / Fotografía Manuel Castells [Com 87]

El diccionario de la Academia Española define la creatividad como «la facultad de crear o la capacidad de creación», un concepto que olvida elementos ajenos a las artes plásticas. ¿Puede existir la creatividad en los procesos industriales? ¿Es lo mismo creatividad que innovación? ¿Influye el entorno en la creatividad o es autónoma? 


¿Qué ideas les surgen cuando piensan acerca de la creatividad?

Mónica Herrero: Lo primero que se me viene a la cabeza es «creación de contenidos». Es decir, que los contenidos [audiovisuales] tengan un componente diferenciador porque no toda creación es creativa. En el ámbito periodístico queremos formar profesionales para la creación de contenidos audiovisuales, de estrategias y marcas, etcétera. Queremos que esas creaciones sean «creativas», y que lleguen al consumidor, al cliente y a la audiencia. Esto sucede cuando unos elementos están en sintonía con otros. Me parece que la creatividad tiene mucho que ver con esos clientes. Con los destinatarios.

Jaime García del Barrio: La idea de creatividad varía según el campo en el que cada uno se mueva. A mí me vienen a la mente los artistas, por su capacidad de generar ideas, conceptos o proyectos desde cero, y también a partir de otras ideas. En el fondo, desde cero el único que crea es Dios. Cada uno crea, consciente o inconscientemente, desde algo que hemos vivido e incluso «arrastrado». Pienso no solo en proyectos artísticos —donde la creatividad está clarísima—, sino, por ejemplo, en el proyecto de «crear» un museo. Por supuesto, para ello necesitas un componente creativo, pero también algunos más mecánicos, o más centrados en las experiencias de otros museos o en sus buenas prácticas. Al final, haces tu plato con todo ello y no hay dos museos iguales. Me parece que lo bonito de la creatividad es que no solo los artistas son creativos, sino que en cierto sentido todos lo somos. Al invitarme a esta conversación pensé «No soy la persona adecuada para hablar de esto, yo me dedico a la empresa, a la dirección, a la gestión» pero al reflexionar un poco más me di cuenta de lo contrario: en la empresa también hay (o debería haber) un punto de creatividad. No solo en la esfera artística. 

Teresa Sádaba: Crear es quizá lo más propiamente humano. La capacidad del hombre de aportar algo a este mundo le va a dar un papel en esta vida, en nuestra sociedad. Cuando pienso en «creatividad», no lo hago solo en moda, pero sí que lo veo más patente por ser mi área de trabajo. Crear es hacer tangible una idea, un sueño, una aspiración, un ideal de belleza; y hacerla real hasta tal punto, que alguien la puede vestir, contemplar o admirar. 

Miguel Ángel Alonso del Val: Entre las capacidades que tiene el ser humano, como es el razonamiento científico y/o filosófico, en el caso de la creatividad la clave está en la capacidad de hacer visibles las aspiraciones que están presentes en la sociedad. Me da igual que sea Goya pintando un cuadro donde hace visible una situación y la pone de manifiesto, o un poeta que mediante una estrofa describe una situación anímica, o un diseñador que resuelve una aspiración, como la de definir unos instrumentos en madera perfectamente adaptados a la mano y a las funciones que debe tener. Todas estas situaciones, y muchas más, tienen esa clave. Es verdad que la palabra creatividad se puede ver en un sentido muy amplio, pero en el fondo tiene que ver con esa visibilidad. La creatividad en un negocio es descubrir una aspiración o un hueco en el mercado y satisfacer esa necesidad. Esto lo puedes trasladar a las artes mayores y a las artes menores, aunque ya se ha roto esa división. Por ejemplo, en la arquitectura: alguien tiene un proyecto en mente, quiere hacer algo, pero no sabe cómo. Y el arquitecto tiene la capacidad de realizarlo. Es una aspiración compartida.

 

¿Qué piensan de la frase «Todos somos creativos»?

Mónica Herrero: Hay un terreno de la creatividad que tiene que ver con lo intangible. Todos somos creativos, unos más y otros menos, pero lo somos cada uno en nuestro ámbito. Por ejemplo, en el cine, donde el manejo de la cámara quizá no es tan importante como el saber mirar, descubrir un plano... En la creatividad también es importante la educación, el criterio. Este es un aspecto relevante, porque también depende del entorno en el que vivas. Por eso, la apuesta explícita de la Universidad por la creatividad —los nuevos grados, el doctorado— se apoya en la idea que hay del propio campus. Si uno está en un entorno con expresión creativa, esto ayudará a que se despliegue la creatividad. 

Jaime García del Barrio: Depende de la definición de creatividad de la que hemos hablado. Si nos centramos en los artistas, es una creatividad distinta a la de otros. Considero que, aunque el sistema educativo en general no favorece la creatividad, hay diversas inteligencias, como la abstracta o la práctica, que es la que se organiza uno mismo. Por ejemplo, el Plan Bolonia que se aplica en la Universidad favorece el trabajo en equipo. En este punto, me gustaría alabar a los arquitectos porque, cuanto más trato con ellos, más cuenta me doy de que reúnen esas inteligencias (práctica, espacial, abstracta...) con el rigor técnico y el trabajo en equipo. Son gente preparada para muchas cosas, creativas, con esa necesidad de compartir algo. Los arquitectos son gente muy intensa.

Teresa Sádaba: La creatividad es una capacidad que existe en todo ser humano, aunque es verdad que hay gente donde la creatividad brilla más. Personas capaces de concentrar sus esfuerzos para que una idea sea visible y se convierta en real. Sin duda, se puede facilitar su aparición, formar esa creatividad, acompañarla. Ciertamente, hay predisposiciones que contribuyen a que alguien sea más creativo que otro. Yo distinguiría entre la idea y la capacidad técnica de llevarla a cabo. 

Miguel Ángel Alonso del Val: Por supuesto, todo el mundo tiene posibilidades. El ser humano tiene una parte científica, otra creativa y otra filosófica, pero es verdad que en diferentes graduaciones. En concreto, lo creativo también tiene que ver con un perfil psicológico. El creativo, como persona, es obsesivo porque se concentra mucho en los temas, y tiene altos y bajos precisamente por la intensidad con que se implica en las cosas. La creación demanda una energía muy importante. Por ello, aunque todos somos creativos, hay diferentes grados.

 

Ahora que relacionan ustedes creatividad con educación... ¿qué piensan de nuestro sistema educativo? ¿Estimula la creatividad o la destruye?

Teresa Sádaba: Educar en la creatividad no debe limitarse a enseñar capacidades técnicas. Creo que es muy importante cultivar una sensibilidad en todos los ámbitos creativos, una sensibilidad por las cuestiones que tienen que ver con la belleza. No creo que la educación sea un tema técnico. La creatividad necesita alimentarse y todos los grandes creativos han cultivado una sensibilidad muy amplia. No digo que la educación sea igual a capacidades técnicas, porque sería reduccionista. Sin embargo, sí creo que también hay que educar en capacidades técnicas. Por eso pienso que los estudios de creatividad son multidisciplinares, y hay quien tiene que aportar esas bases culturales y las técnicas concretas para aplicar en cada ámbito. Toda mirada creativa siempre va a ser mucho más interesante cuanto más interdisciplinar sea. Los genios de nuestro mundo han sido versátiles porque se han movido en muchos ámbitos. En una sociedad tan competitiva como la actual, la Universidad nos permite acercarnos a ámbitos diferentes (la arquitectura, la comunicación, el arte, la moda...) sin abandonar el campus, «pasear» por el mundo de las ideas, fomentar la creatividad. Esto es algo que nos solicitan los alumnos. Necesitamos vivir en un entorno global en el que nuestra aportación fomente cuestiones creativas, además de técnicas. 

Mónica Herrero: Por eso hablamos de un proyecto universitario completo y verdaderamente interdisciplinar. En ese contexto sí pueden desarrollarse artistas e ideas creativas, ya sea desde el punto de vista empresarial o el periodístico, precisamente con esa mirada interdisciplinar. Nosotros creemos en ello (lo demuestra la existencia unos programas específicos de grado y doctorado), del mismo modo que apostamos por formar profesionales y, a la vez, personas que entiendan el mundo en el que viven. La universidad facilita un humus intelectual en el que puede enraizar la creatividad.

Jaime García del Barrio: La interdisciplinariedad es una ventaja competitiva frente a otras instituciones. Además es real: todos los que estamos aquí sentados colaboramos en el doctorado de Creatividad. Cooperamos, no competimos. Esto ocurre en lugares donde hay una predisposición a entenderse y donde cada uno aporta y aprende del resto. Así entendemos la interdisciplinariedad. Antes, el sabio sabía de todo pero ahora el conocimiento está fragmentado. Por tanto, es necesario superar ese aislamiento e intentar la fusión de ideas. Al lograrlo surgen proyectos nuevos, con relevancia social y estimulantes para los alumnos. 

Miguel Ángel Alonso del Val: En la sociedad se ha producido un cambio y pienso que lo hemos detectado. Pongo el ejemplo de la navaja suiza. Un sacacorchos es bueno, pero no es suficiente en sí mismo; o un destornillador también es bueno, pero sigue sin ser suficiente. Y al final ese kit de cosas buenas que lleva la navaja la convierte en algo mejor. Esa es la clave: organizar el kit de cuatro elementos buenos (la comunicación, el arte, la moda y la arquitectura) para tener uno mejor. En las organizaciones empresariales cuentan con un buen economista, un buen creativo o un buen comunicador, y todos trabajan en equipo. Ahí habrá más creatividad que si cada uno trabaja por su lado. Eso es lo que alumbran los entornos creativos, cada uno desde su propia experiencia o sus intuiciones aportando ideas. Esto es una señal de identidad, porque cada uno aporta su punto de vista creativo en consecución de un mismo fin, trabajando juntos. Por eso todos tenemos algo de creativos y podemos aportar una creatividad global. 

 

¿Es lo mismo crear que innovar?

Mónica Herrero: No diría que son sinónimos. No toda creación es innovadora, pero también es cierto que toda innovación requiere cierta creatividad. 

Miguel Ángel Alonso del Val: Según el físico e investigador Jorge Wagensberg, «cambiar las respuestas es evolución, cambiar las preguntas es revolución». Algo así sucede con esta cuestión: innovar es modificar algo conocido para hacerlo diferente o introducir novedades, pero crear... Crear supone descubrir nuevas realidades al idearlas, representarlas o producirlas de un modo desconocido. Aunque ningún ser humano puede crear de la nada y solo es posible proyectar desde la memoria (información experimentada que se elabora mediante un proceso creativo), el verdadero creador se hace las preguntas, y el innovador solo varía las respuestas.

Teresa Sádaba: Creación e innovación tienen que ver con la novedad, pero crear parece más ex novo, mientras que la innovación puede ser más una transformación de algo ya existente.

Jaime García del Barrio: Vuelvo a acudir al diccionario. Por un lado, crear es «producir algo de la nada» o «establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado». Y por otro lado, innovar se define como «mudar o alterar algo, introduciendo novedades». Según esta distinción, vemos que depende de la consideración que demos a estas palabras. Sin entrar en definiciones técnicas, y en sentido general, entendemos «crear» como hacer algo de la nada o por primera vez, casi sin base. Mientras que «innovar» es hacer algo novedoso sobre una base preexistente.

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