Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Medio siglo en siete lenguas

Texto Pierina Pighi [Com 12] y Chus Cantalapiedra [Com 02] Fotografía Manuel Castells [Com 87]

El Instituto de Idiomas de la Universidad de Navarra se puso en marcha en 1961, apenas nueve años después del nacimiento del Estudio General de Navarra. Hoy se acerca a los 4.000 alumnos por curso y es una baza esencial en la apuesta por la internacionalización del campus. El 14 de febrero, fiesta de los santos Cirilo y Metodio, sus patronos, el Instituto celebró sus Bodas de Oro.


Trescientos alumnos, un par de aulas compartidas con otras asignaturas en el Museo de Navarra y un número de profesores que se contaban con los dedos de una mano son algunos datos que reflejan las dimensiones del Instituto de Idiomas en sus comienzos. Era el año 1961 y ya se podían cursar tres idiomas: inglés, francés y alemán.

La joven Universidad de Navarra había constituido el primer instituto español que no dependía de una facultad de Filosofía y Letras, con Thomas Gilgut (norteamericano de nacimiento y licenciado por la Universidad de Harvard) de director. El Instituto era un pequeño velero que avanzaba por el océano de una entonces desconocida internacionalización. José Dawid, director del centro durante 24 años –entre 1969 y 1993 – cuenta que enseñar idiomas hace 30, 40 o 50 años era diferente a como es hoy: “Los propios alumnos no siempre eran conscientes de la necesidad de aprender idiomas para su futuro profesional. Poco a poco conseguimos que los idiomas dejasen de ser considerados en muchas ocasiones como una asignatura maría. Teníamos el reto de poner en marcha un servicio que estaba dando sus primeros pasos: creamos un programa de formación común y reorganizamos las matrículas para que el número de alumnos por clase fuese equilibrado. En definitiva, estructuramos un servicio que tuvo que encontrar su hueco en la formación de los alumnos”.

A José Dawid le relevó James Leahy, que afrontó el proyecto de dirigir el Instituto durante nueve años, desde 1993 hasta 2002. Con él de director se inauguraron las nuevas instalaciones, las actuales, situadas en la Biblioteca de Ciencias, con aulas modernas acondicionadas expresamente para la enseñanza de idiomas, y se incluyó el italiano como cuarto idioma en la oferta académica. Fue ya en 2002, con Ruth Breeze de directora, cuando se  comenzó a impartir ruso, chino y euskera, y cuando se iniciaron los primeros proyectos de investigación, subvencionados por la Unión Europea y por el British Council.

La labor principal del Instituto es la docencia. Durante el año lectivo 2009-10 el Instituto de Idiomas de la Universidad ofreció 210 cursos entre las asignaturas impartidas en carreras y máster, cursos de formación para empleados de la Clínica y de la Universidad, cursos intensivos para exámenes internacionales y cursos ofertados a distintos públicos profesionales a través de Fundación Empresa Universidad de Navarra (FEUN). Además de impartir clases, el Instituto es sede del Centro de Cambridge ESOL en Navarra desde 1971.

La necesidad de aprender idiomas. La internacionalización de las empresas, la importancia creciente de relacionarse con profesionales del mismo ámbito en otros países, la facilidad para desplazarse a otros lugares para complementar la formación, o la importancia de un alto nivel en idiomas a la hora de presentar un currículo, han hecho aún mayor la necesidad de aprender idiomas. Ruth Breeze señala que “como mínimo, todos los jóvenes tienen que dominar el inglés y demostrarlo mediante un título reconocido como Cambridge o TOEFL. Y en la Unión Europea se está promoviendo mucho el ideal del ‘Dos más uno’, es decir: el idioma nativo, más otro mundial (generalmente el inglés), más uno de interés local o regional”.

Son cada vez más las empresas que toman conciencia de ello y, desde las posibilidades respectivas, hacen una apuesta por la formación de sus trabajadores. El Instituto, consciente de este interés, ofrece servicios lingüísticos a las empresas: acuden a sus sedes para hacer las pruebas de nivel de idiomas a los empleados, imparten cursos, hacen un seguimiento y evalúan el rendimiento a lo largo de un año.

Los perfiles de las personas que acuden al Instituto de Idiomas son muy variados: desde alumnos de Bachillerato hasta jubilados, pasando por universitarios y profesionales de todas áreas. Por eso resulta muy difícil establecer un número de años necesarios para aprender bien un idioma: depende de cada alumno, del tiempo que le dedique, de su edad, de su capacidad de aprendizaje y del interés que tenga. “Hay gente que habla muy bien un idioma sin necesidad de salir fuera y otras personas que necesitan varias estancias en el extranjero”, señala Ruth Breeze

Dimensión cultural del idioma. La directora del Instituto destaca la necesidad de conocer determinados aspectos de la dimensión cultural de un idioma, algo que los profesores de los diferentes idiomas tienen en cuenta a la hora de impartir sus clases. Intentan explicar las diferencias culturales que se pueden encontrar para un entendimiento mutuo, con independencia de que el lenguaje que hablen sea correcto. “Por ejemplo, cuando alguien va a China tiene que conocer la cultura. Y no me refiero al nombre de un emperador, sino a su forma de entender el mundo. Si tiene una reunión debe conocer cómo se comportan los chinos en ellas, el significado de cuando te miran o cuando no lo hacen, o cómo saber quién es el jefe del grupo, porque ellos no te lo dicen”, explica. Y añade: “Sin embargo, es diferente el caso del inglés, porque al ser un idioma mundial ha dejado de estar vinculado a una cultura concreta. Las personas aprenden inglés porque quieren ir a Finlandia o a Japón, y tanto los métodos como los exámenes actuales reflejan este enfoque global”.

El pasado 14 de febrero el Instituto de Idiomas celebró sus cincuenta años de vida. Un hecho que José Dawid define como una “demostración de que la apuesta de la Universidad se ha convertido en una realidad de apertura y universalidad”. Ha recorrido medio siglo con la misma ilusión con la que comenzó su andadura, pero ahora con 3.600 alumnos cada curso lectivo, con una plantilla de 22 profesores, una oferta de siete idiomas (inglés, francés, alemán, italiano, ruso, chino y euskera), la posibilidad de sumar próximamente el japonés y unas instalaciones en la Biblioteca de Ciencias que le consolidan como centro de formación de calidad y con autonomía propia.