De tejas arriba
Ángel Benito Jaén, tercer director de Nuestro Tiempo, murió el pasado 11 de diciembre en el hospital San Rafael de Madrid, cuando le faltaban pocos días para cumplir los 92 años. Su colaboración con la revista —promovida y dirigida por el catedrático de Latín y periodista Antonio Fontán como una revista mensual de cuestiones actuales que se inició en julio de 1954— se remonta a los primeros números. Le interesaban las artes, y especialmente la pintura; y muchos de sus artículos y reseñas se centraron en este campo. Su tesis doctoral en Filosofía y Letras, que presentó en 1970 en la Universidad Complutense de Madrid, donde luego ejerció de catedrático y decano, fue un estudio sobre el pintor onubense Daniel Vázquez Díaz, que la Dirección General de Bellas Artes editó pulcramente en 1971. En 1962, Ángel había escrito ya en esta publicación una nota con ocasión de los ochenta años del pintor.
Al incorporarse como profesor al Estudio General de Navarra, Antonio Fontán, su fundador, trasladó Nuestro Tiempo a Pamplona; y cuando, en 1957, la revista se integró en la incipiente universidad, siguió como director, con un comité de dirección, una redacción y un secretario de redacción. Ángel Benito, por orden alfabético, era el primero del consejo y en él se mantuvo hasta que asumió la dirección en mayo de 1966, en el número 143.
El primer sucesor de Fontán al frente de la revista había sido José Luis Martínez Albertos, también catedrático de Redacción Periodística en la Universidad Complutense de Madrid. Tras una etapa en la que Nuestro Tiempo tuvo un comité de dirección integrado por el propio Fontán y los catedráticos Manuel Ferrer y Patricio Peñalver, y otro periodo de dirección vacante, Ángel se hizo cargo del timón hasta septiembre del 73. Mantuvo la tradicional estructura de ensayos, notas, crónicas y libros, pero también recurrió a una sección de últimas páginas, promovió números monográficos, logró innovaciones de diseño e impulsó la publicidad, que fue abundante y diversa.
Al despedirse como director de la revista, escribió: «No puedo dejar de mirar atrás, de recordar para agradecer —el agradecimiento es la memoria del corazón— las colaboraciones de tantos que me hicieron posible —que me facilitaron— dirigir Nuestro Tiempo durante ocho años, ricos e intensos, durante los que hicimos pasar por estas páginas la vida de España y del mundo». Le sucedí cuatro meses después, en enero de 1974, tras un año como secretario.
Ángel llegó a Pamplona para poner en marcha con Antonio Fontán un proyecto impulsado por el fundador de la Universidad: un Instituto de Periodismo en un momento en el que solo había una Escuela Oficial de esos estudios en Madrid —con sucursal en Barcelona— dependiente del Ministerio de Información.
Le conocí en 1958, cuando asistí al «Primer curso de verano de periodismo y cuestiones de actualidad», durante el que se anunció la creación del Instituto. Recuerdo las atractivas reuniones y los coloquios informales que los participantes manteníamos con Antonio Fontán y con él en la sede de la revista, entonces situada en la calle Paulino Caballero, 23 bis.
Ángel sucedió a Fontán en la dirección del Instituto de Periodismo desde enero de 1962 hasta enero de 1968. De un modo lógico, su interés se desplazó de las artes a las materias informativas, y sus textos fueron reflejando progresivamente sus ideas sobre la Teoría General de la Información y la Teoría de la Opinión Pública. Su contribución intelectual en este campo ha sido merecidamente destacada por quienes hemos sido sus colegas y sus discípulos.
Ángel era elegante, acogedor y afable; se interesaba por la gente, y en la redacción de Nuestro Tiempo, con un humor sutil, casi travieso, creaba un clima de intercambio amable que complementaba lo que se aprendía en el Instituto de Periodismo.
Descanse en paz con Dios.
Esteban López-Escobar Fernández es catedrático de Opinión Pública y profesor emérito de la Facultad de Comunicación.