La primera
Un periodista nunca debería ser noticia
El 27 de abril asesinaron en Burkina Faso a David Beriain [Com 99], periodista que preparaba un reportaje sobre la caza furtiva en aquel país. El cámara vasco Roberto Fraile, el irlandés Rory Yaoung, miembro de una ONG protectora de animales, un ciudadano burkinés y él se vieron envueltos en un triángulo mortal compuesto por cazadores, terroristas islámicos y policías. Como tantas otras veces, matar al mensajero se convirtió en la opción más a mano y, a la vez, más inhumana.
David estudió en la Facultad de Comunicación, a la que volvía para transmitir experiencia sobre su labor como reportero de guerra y de investigación. Sentía el deber de contar qué ocurre en la frontera entre la razón y la barbarie. Creía, según la tradición del mejor periodismo, que contribuía a mejorar el mundo, empezando por él mismo. «Estoy seguro de que no se puede ser buen reportero siendo mala persona. […] No sé si soy buena persona o buen periodista, pero si me dan a elegir, prefiero ser mejor persona», comentó en 2015 en el campus. Tras su asesinato, un nutrido coro de voces aseguró que había conseguido ambas metas.
El artajonés recordó siempre su primera clase de Redacción. En ella, el profesor explicó en qué consistía la escritura: saber mirar, saber escuchar, pensar sobre lo visto y escuchado, expresar esa reflexión y, de este modo, llegar a conocer un poco más la naturaleza humana. David repetía estos cinco puntos de memoria, probablemente porque llevaba años tratando de ponerlos en práctica.
No es una mala hoja de ruta para el momento presente, después de más de un año de pandemia. Hemos aprendido, casi seguro, a mirar y a escuchar de otra manera a las personas, en especial a quienes sufren. Pero es probable que necesitemos ir más allá y reflexionar, expresar lo que llevamos dentro —quizá cansancio acumulado y cierta sensación de que todo está algo desangelado, como un estadio de fútbol o un auditorio vacío—. Y, por supuesto, nos preguntamos sobre nuestro aprendizaje acerca de la condición humana y lo que llamábamos «vida normal».
En este número de la revista hay artículos que pienso que pueden aportar algo del aliento y la humanidad que necesitamos. Personas como la escritora Irene Vallejo, autora del magnífico libro El infinito en un junco, o la profesora María Calvo, experta en asuntos sobre familia y educación, son dos de los protagonistas de nuestras páginas. Por otra parte, una mirada atenta a focos informativos como Estados Unidos, tras los primeros meses de Joe Biden en la Casa Blanca, o a Oriente Medio, en el décimo aniversario de la Primavera Árabe, ayuda a dar contexto a un mundo al filo de una nueva época.
Aquel profesor de David era Paco Sánchez. A él y a su vagón-bar les remito para seguir descifrando el apasionante tiempo que vivimos.
Jesús C. Díaz es director de la revista Nuestro Tiempo.