Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Cara y cruz de Niccolò Ammaniti

Texto Gabriel Insausti

Llegan a España Tú y yo y Que empiece la fiesta, las dos últimas novelas del italiano Niccolo Ammaniti.


Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) es uno de los autores italianos consagrados de su generación. Ha escrito novelas, colecciones de cuentos, guiones cinematográficos y el ensayo Nel nome del figlio, escrito a cuatro manos con el padre Massimo, conocido psiquiatra. Anagrama publica ahora dos de sus últimos títulos, Tú y yo y Que empiece la fiesta.
En Tú y yo, Lorenzo, un muchacho de una familia burguesa romana, tímido hasta la misantropía, ha construido un mundo donde sólo caben su padre, su madre y él mismo. Sus padres, preocupados por ese temperamento insular, lo han llevado a un psiquiatra y comienzan a desesperarse. Para que lo dejen en paz, Lorenzo se ha esforzado en mimetizar con su entorno escolar, usar las mismas mochilas que sus compañeros, imitar sus andares, desafiar tímidamente a los profes… sin éxito. Cuando llega febrero, el único recurso que le queda es inventarse una invitación de Alessia, una compañera de curso, a pasar un fin de semana en la nieve. Así convencerá a todos de su sociabilidad. Pero ¿dónde meterse durante esas cuarenta y ocho horas para hacer creíble la invitación? En el sótano de su edificio, donde Lorenzo se cuela sin que el portero se dé cuenta. Cuando ya se las prometía muy felices, llega al sótano otro personaje huido del mundo, acosado por la soledad, carcomido por el odio: Olivia, la hermanastra de Lorenzo, pocos años mayor que él, hija de un matrimonio anterior de su padre, víctima del divorcio y de la droga. Breve, construida sobre unos diálogos secos, minimalistas, Tú y yo sugiere mucho más de lo que dice, con una reticencia tras la que cabe adivinar la discreción a la que obliga el autobiografismo. Un homenaje privado envuelto en una ternura contenida.
Que empiece la fiesta es otra cosa. O la cosa contraria, debería decir quizá. Por un lado, Saverio, Murder, Zombi y Silvietta, los cuatro miembros de las Bestias de Abadón, un grupo satánico que pierde miembros a ojos vista y se resiste a verse absorbido por los Hijos del Apocalipsis, haciendo de su supervivencia y sus proyectos rituales un punto de honor. Por otro, Fabrizio Ciba, joven escritor harto de que lo llamen joven escritor a los cuarenta y tantos, pendiente siempre de su autoestima y sabedor de que cualquier fisura en ella le costará un dineral en psicoanálisis, y que nada lo mejor que puede en las procelosas aguas del mundo editorial entre canapé y canapé. Al final de ese relato en paralelo espera una fiesta descabellada y multitudinaria en Villa Ada, la mansión del rico constructor Sasà Chiatti, con safari y paseo a lomos de un elefante incluidos, que será una versión doméstica del Apocalipsis que todos parecen esperar. Ammaniti devuelve algunos modelos, no ya sólo literarios sino cinematográficos, de otra generación: el Fellini recién salido del neorrealismo que con La dolce vita iniciaba su personal barroquismo esperpéntico, o la sátira pantagruélica y negra con la que Marco Ferreri pinta la sociedad del consumo en La grande bouffe. Sólo que, además de la conveniente vuelta de tuerca, Ammaniti ha actualizado aquí el extraviado de los personajes, adaptándolo a la era de Internet.
En esa desmesura encuentra razones sobradas para criticar una sociedad italiana metida hasta las cejas en una posmodernidad desconcertante y desconcertada. Que todo eso se envuelva en el compasivo celofán de unos satánicos casi inofensivos, preocupados por que sus hijos no les comen y pendientes de si llegan las pizzas que han encargado, endulzará el retrato para algunos lectores y exasperará a otros. De hecho, lo extraordinario del caso es que el autor de estas dos novelas sea uno y el mismo. Porque, tras la seriedad casi solemne, tras la piedad conmovida de Tú y yo, Que empiece la fiesta se toma a broma algunas cosas –la violación en serie, el satanismo, el asesinato ritual– que invitan a considerar el relato como una sátira extrema, que con frecuencia abandona los cauces de la poética realista. Y, están advertidos, quien no se lo tome así encontrará aquí razones sobradas para ver su buen gusto más que ofendido. Gags sí, pero según con qué. Entre esas dos aguas se mueve Ammaniti: entre la dulzura parca de Tú y yo y la desmesura brutal de Que empiece la fiesta. Y entre esas dos aguas tendrá que escoger el lector. Yo, la verdad, tengo pocas dudas.