Dirección: David Fincher Guion: Jack Fincher Para cinéfilos.
Si tuviéramos que resumir la historia del cine en un título —cosa imposible, por otra parte— probablemente ganaría Ciudadano Kane. Bien por calidad —que la tiene— o por tradición —que también—, la cinta de Orson Welles suele liderar casi todos los listados. Por eso, cualquier película que aborde alguno de los elementos de Ciudadano Kane (el director, el personaje, la época o el mítico rosebud) está haciendo un homenaje implícito o explícito a la filmografía universal.
La última obra de David Fincher es un canto al cine en toda regla. Cuenta el complejo proceso de escritura del guion de Ciudadano Kane y hace una disección interesantísima del Hollywood de los años cuarenta. Una disección que requiere un espectador cinéfilo, culto y conocedor de ese mundo, pues las referencias literarias, cinematográficas y políticas son continuas.
Por esa demanda intelectual, Fincher se toma su tiempo para ir desgranando una historia que puede resultar de tanto en tanto excesivamente lenta y reiterativa. Quizás porque el guion es simple y el contexto complicado y la película va y viene de continuo de la trama al entorno.
Con todo, por el tema, la ambientación, las interpretaciones y en especial por su atmósfera, que recrea unos años dorados de la industria del cine, es uno de los grandes títulos que nos dejó el 2020.