Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La primera gran victoria del cine en relieve

Texto Jorge Collar

El éxito de Avatar prueba que el cine en tres dimensiones es una novedad que ha llegado para quedarse.


En octubre de 2008 se abordaban en estas páginas las promesas y las incertidumbres que provoca la eventual generalización del cine en relieve. Nombres prestigiosos, como George Lucas, Jeffrey Katzenberg o Steven Spielberg no dudaban en hacerse abogados del relieve, presentado como “la revolución más importante del cine en nuestro siglo”. Aquella reflexión terminaba invocando la autoridad del hasta entonces campeón de taquilla de todos los tiempos con Titanic, James Cameron que entonces preparaba su siguiente película, Avatar, precisamente en relieve.
Hoy es preciso rendirse a la evidencia. El éxito de la película de Cameron confirma con sus 745 millones de dólares en el mercado norteamericano (Titanic llegó a 600) y la superación de sus dos mil millones a nivel mundial que su batalla estaba ganada y con ella la del cine en relieve.
A Avatar le sucede Alicia en el país de las maravillas, de Tim Burton, también en relieve, que recaudó más de 300 millones de dólares en cuatro semanas y que solo fue desplazada por otra película de animación en 3D: Cómo entrenar a tu Dragón, de Chris Sanders y Deban Deblois. La lista de las películas que se anuncian es interminable... Incluso fuera de la esfera del cine norteamericano los ingleses Max Giwa y Dania Pasquín, han realizado la primera película de danza en relieve con excelentes resultados: StreetDance 3D.
La mutación está en marcha y existe un juego recíproco de intereses entre las inversiones necesarias y el número de espectadores. Todo el mundo gana con el cambio, que parece instalarse de forma duradera. Esto no impide que, más allá de los resultados de taquilla, surjan algunas preguntas: ¿qué aporta el relieve con respecto al espectáculo en el terreno puramente estético? ¿es útil en las obras que podríamos calificar de intimistas? Algunas películas de terror han empleado ya el relieve con éxito, sobre todo sirviéndose de ciertos trucos de feria, por ejemplo en las catástrofes de la última película de la serie The Final Destination 4, de David R. Ellis. En el terreno del cine intimista aún no existen ejemplos que prueben su eficacia y es difícil saber si los resultados serán concluyentes.
Las imágenes de Avatar, que sin duda son bellas sin relieve, adquieren un carácter particular en tres dimensiones y lo mismo puede decirse de la Alicia de Tim Burton. Aunque algunas de sus opciones son discutibles, no cabe duda de que el relieve realza la importancia del espectáculo. Allí donde la dimensión visual es importante, y este es el caso de Alicia, como de todo el cine de Burton, el relieve es capital. Y la mejor prueba de ello es que el propio director ha declarado repetidamente que lo que le interesaba era la experiencia del relieve (que sin embargo ha sido penosa a la hora de la realización). Por su parte, Furia de Titanes ha buscado también el espectáculo, quizá de forma menos honesta al aprovecharse de los éxitos de otras películas.
Podría decirse que el relieve es neutro y que todo depende del genio del cineasta que lo emplea. Aquí entra además en juego un elemento importante en el cine: la capacidad de soñar, de evocar lo imposible, de abrirse a un mundo de fantasía. El Fellini barroco –no el neorrealista de los comienzos– podría haber utilizado el relieve con fines estéticos, como buena parte del cine de Luchino Visconti. Hoy, tanto James Cameron como Tim Burton ponen al servicio de la belleza los medios técnicos que el cine les brinda. ¿Qué mejor ejemplo que las imágenes finales de Alicia, cuando descubre sobre sus hombros una mariposa de su mundo maravilloso que sale volando de la pantalla para perderse en el fondo de la sala