Cartas a un joven poeta
La pasión de escribir
EL CLÁSICO. Rainer Maria Rilke | Rialp, 2016 | 96 páginas | 9 euros.
Desde hace muchos años, el libro que más he recomendado —y a menudo regalado— a mis estudiantes que querían dedicarse a escribir ha sido Cartas a un joven poeta de Rainer Maria Rilke (1875-1926), publicado originalmente en 1929. Se trata de las diez maravillosas cartas que Rilke le remite entre el 17 de febrero de 1903 y el 26 de diciembre de 1908 a Franz Xaver Kappus, un cadete de la academia militar austriaca que deseaba ser poeta. Con la primera carta Kappus le envía unos versos y Rilke, desde París, después de disculparse por su demora en contestarle, le responde: «En sus versos echo en falta una voz propia, si bien contienen los callados y encubiertos balbuceos de algo personal». A renglón seguido, con rotundidad le recomienda al joven que desista de su afán por hacer versos, salvo que se adentre en sí mismo y descubra que se moriría si se le prohibiera escribir.
La cantante Lady Gaga se tatuó —en alemán antiguo— esa frase de la primera de las cartas para recordar todos los días, según explicó, que para ella «escribir canciones es como respirar». Muchos jóvenes de hoy pueden descubrir también en la lectura de estas cartas el sentido de su vocación artística, el alma de su vida intelectual. Son una atractiva invitación a volcarse hacia adentro, a construir toda la existencia en torno a esa necesidad de escribir. «Su vida debe convertirse —propone Rilke—, hasta en sus aspectos más indiferentes y nimios, en signo y testimonio de esa pasión».
Después, Rilke aconseja a Kappus que renuncie a los poemas de amor y no aborde temas generales sino los que le proporcione su día a día: «Si su vida cotidiana le resulta pobre, no la acuse a ella; cúlpese a usted mismo, dígase que no es lo suficientemente poeta como para extraerle sus riquezas. Para el verdadero creador no hay pobreza ni lugares comunes».
Estas cartas, remitidas hace más de cien años, siguen siendo frescas y actuales. Son útiles tanto para quienes quieran ser poetas como para quienes aspiren a convertir su vida en una obra de arte.
Jaime Nubiola