Cartas para leer con calma
Emily Dickinson, Cartas
Edición y traducción de Nicole d’Amonville Alegría. Lumen, 2009
Emily Dickinson fue una persona peculiar y fascinante. Su poesía, cargada de misterio y a la vez de fulgurantes significados, no era más que la expresión de su alma y de sus experiencias. Vivió una vida concentrada en la reflexión sobre los grandes temas de la existencia humana; de hecho, desde los treinta años quiso vivir recluida en su casa, casi como una monja, dedicada a la lectura de otros poetas y de la Biblia, y a escribir sus poemas y sus cartas.
Sus cartas son como sus poemas: cada palabra contiene una fuerza especial, firmemente delimitada en su significado, como un planeta que gira junto a otros en un mismo campo gravitatorio. Y el sentido de la carta o del poema se encuentra precisamente en llegar a descifrar ese campo, al que hay que asomarse sin prejuicios y el que hay que recorrer descalzo. Por eso, cada texto requiere una lectura intensa y pausada.
Eduardo Terrasa