Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Publicar o no publicar

El periodista: Gabriel González


Al periodista Gabriel González Ortiz sus veinte años de experiencia en las secciones de sucesos y tribunales de Diario de Navarra le han permitido llegar a una conclusión que también suscriben otros colegas: el suicidio es un asunto polémico y complejo en la sociedad, pero también dentro de los medios de comunicación.

Él forma parte desde 2014 de la Comisión Interinstitucional para la Prevención de las Conductas Suicidas del Gobierno de Navarra, y ha estudiado tanto el tratamiento informativo que se presta al suicidio como las sugerencias que se han formulado desde diversas instituciones. También ha documentado algunos casos y ha recopilado investigaciones que trataron de establecer relaciones causa-efecto entre determinadas informaciones periodísticas (el suicidio de Marilyn Monroe, por ejemplo) y el aumento de suicidios (en Suecia crecieron un 12 por ciento después de la muerte de la actriz). Con todo, el título del libro que ha escrito es, en el fondo, una propuesta: Hablemos del suicidio.

Los periodistas son conscientes de que el suicidio es una de las principales causas de muerte e intuyen que las informaciones que escriban —o que no escriban— pueden contribuir a reducir las cifras del drama. «Tradicionalmente —cuenta Gabriel González—, la única prevención que han adoptado los medios con respecto al suicidio ha sido la de callarse, sin que tampoco esté claro que el silencio haya ayudado a prevenir otros suicidios». Y lo ilustra con algunos datos: «En España, 3 569 personas se quitaron la vida en 2016, casi el doble de muertos que en accidente de tráfico (1 890), doce veces más que por homicidio (292) y 81 veces más que por violencia de género (44). Si en lugar de suicidio, el término del enunciado anterior hubiera sido terrorismo, hambre, drogas o cualquiera de las otras causas de la comparativa, todos los medios de comunicación del país habrían abierto sus ediciones con esta noticia, la oposición estaría pidiendo explicaciones al Gobierno, las redes sociales se enardecerían y las calles se poblarían de manifestantes. Pero esas 3 569 personas murieron por suicidio y nadie informó de ellas; nadie más allá de su entorno supo de su existencia».

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una colaboración estrecha entre los medios de comunicación y los profesionales que trabajan en contacto con el suicidio. Y también reclama una formación a los periodistas para abordar este asunto. «Pero nada de esto se ha hecho en España —asegura Gabriel González—. Sí en otros países como Estados Unidos, Nueva Zelanda, Finlandia y Austria, por ejemplo, donde se ha asumido que el suicidio es un fracaso como sociedad y por eso dan mucha importancia a las informaciones que se publican al respecto, hacen un seguimiento de esas noticias y llevan a cabo ambiciosas campañas para prevenirlo».

Desde luego, parece claro que el hecho de silenciar los suicidios no ha servido para reducirlos. «Por mencionar la palabra suicidio, nadie se va a suicidar», resume el veterano periodista. Sí que es posible —y deseable— adoptar algunas medidas de precaución a la hora de redactar. Lo crucial es, en su opinión, difundir las señales de alarma; es decir, dar a conocer los síntomas que indican que alguien puede estar en peligro de cometer un acto suicida. De ese modo, se lograría concienciar mejor a la sociedad.