Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Una investigación, una vida


Estudiar y pintar. Miguel López-Remiro (Pamplona, 1977) descubrió, con ayuda de otros artistas, algunas similitudes entre los cuadros de Rothko y los que él mismo pintaba en un estudio de la pamplonesa calle Salsipuedes, detrás de la Catedral, y acabó haciendo una tesis doctoral sobre el pintor norteamericano. Dirigió su investigación María Antonia Labrada. Tampoco entonces dejó de pintar: “Veía que eso retroalimentaba el trabajo”. 

A estados unidos. A mitad de la tesis y poco después de casarse, se trasladó con su mujer a San Diego, California. Allí, asesorado por el profesor Sheldon Nodelman, dio un impulso definitivo a su investigación, que planteaba un reto fundamental: “Rothko era un pintor muy relevante, pero sobre cuyos textos no había ningún estudio. Se hablaba del silencio rothkiano”. Era un silencio buscado, puesto que Rothko se negaba a la interpretación de sus obras, esencialmente abstractas, compuestas por grandes campos lisos de color. Miguel López-Remiro empezó entonces a rastrear archivos y bibliotecas de Nueva York, Los Ángeles… en busca de cualquier documento, carta o publicación firmada por Rothko. Los textos recopilados ofrecían un nuevo desafío: “¿Es bueno publicar algo escrito en el ámbito personal? Lo hablé con su familia y al final, pensamos que era una buena aportación. Reflejaba la idea de un pintor realmente muy preocupado por el ser humano”.

La poética de un artista. A la vuelta de Estados Unidos, y con su primera hija en brazos –ahora ya son cuatro, todas niñas, la última de tres meses–, se instalaron en Bilbao, y Miguel López-Remiro empezó a trabajar en el colegio Munabe, aunque también encontró tiempo para publicar su tesis: la primera antología de textos de Rothko cuya aportación fundamental es la poética de un artista comprometido. “Rothko fue de las personas que entendió el papel del artista en el mundo, y quizá eso le llevó a un drama. Sus obras gustaban estéticamente, como decoración, pero nadie entendió la búsqueda que estaba proponiendo”. Un hijo de Rothko le dio las gracias en nombre de su padre: “Es de las cosas que más ilusión me han hecho en mi trayectoria. Todo el esfuerzo, todo el empeño sirvió para descubrir una serie de cartas que le están ayudando a entender mejor la vida de su padre, que fue muy trágica, acabó suicidándose. Ese agradecimiento supuso que el trabajo había merecido la pena”.