Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Carolina Larrazábal: «Cambiemos nuestro modo de construir»

Texto: Laura Juampérez [Com 05]   Fotografía: Amit Ramrakha y cedidas por BuildX Studio

Cuando Carolina Larrazábal [Arq 15] aceptó esta entrevista se encontraba en medio de la sabana africana, entre Nairobi y Mombasa. Iba de camino a ver un solar. Al año de graduarse, se instaló en Kenia para lanzar una empresa social de arquitectura: BuildX Studio. Sus prácticas en la regeneración urbana de barrios marginales de Lima (Perú) habían alimentado en ella una semilla sembrada en las charlas de sobremesa familiares sobre cómo arreglar el mundo.


Siempre ha pensado que la arquitectura es mucho más que el diseño de edificios. Con cada proyecto «se hace historia, se crea cultura y se transforman el entorno y el medioambiente». De esta concepción nace el activismo de Carolina Larrazábal [Arq 15]: «Como arquitectos tenemos el poder, y la responsabilidad, de asegurar que nuestra contribución sea sostenible».

Las cifras sobre el impacto de la actividad constructiva no dejan lugar a titubeos: el 39% de las emisiones de CO2 globales provienen de los edificios. En África, donde Carolina trabaja desde 2016, se calcula que la población se duplicará en los próximos treinta años, y que de esos 2.600 millones de personas, el 80% se concentrará en ciudades. Lo cual, en su opinión, desencadenará una presión insoportable en la salud pública, disparará las desigualdades sociales y pondrá en la cuerda floja la sostenibilidad del planeta. A menos que, como defiende Carolina, cambiemos nuestra forma de diseñar y construir.

 

¿Cómo se cruzó BuildX en tu camino?

El germen de BuildX Studio fue la ONG Orkidstudio. Con sede en Glasgow,  Reino Unido, se dedicaba desde 2008 a la construcción de colegios, hospitales y viviendas colectivas en distintos países del mundo. Ocho años después, sus responsables, entre ellos el arquitecto James Mitchell, vieron necesario impulsar las economías locales basándose en los materiales y las técnicas de cada zona y en el empleo femenino. Así empezaron a dar forma a un nuevo proyecto convencidos de que el propio proceso de diseño y construcción inspira cambios positivos en la sociedad. Cuando James me ofreció trasladarme con ellos a África, no lo dudé. Este año hemos terminado de refinar el modelo y nos hemos rebautizado como BuildX Studio para señalar que somos una empresa, sí, pero enfocada a construir desde el impacto social y medioambiental.

 

No obstante, no era tu primera experiencia laboral fuera de España.

Durante la carrera pasé varios periodos en Nueva York. Trabajaba para una oficina comercial especializada en hospitales. Y en 2014, en cuarto, colaboré con el arquitecto Javier Vera Cubas en la regeneración de barrios marginales de Lima a través de iniciativas de participación ciudadana. Esa vivencia me marcó: comprobé el poder de nuestro trabajo cuando actuamos en lo local desde lo local. Luego me gradué en la Escuela y pasé un periodo corto en Zúrich, en Urban Think Tank, antes de unirme a BuildX.

 

En el proyecto de Sachibondu usaron tierra y madera para disminuir el impacto ambiental y contribuir a la economía del lugar elegido.

 

¿Por qué elegisteis Kenia como centro de operaciones?

Una de las socias de James en Orkidstudio, Julisa, es keniana. Gracias a sus contactos y conocimientos, la ONG había tejido ya relaciones con empresas, entidades e instituciones que facilitaban asentarse allí. Nairobi, además, puede presumir de ser una de las urbes más cosmopolitas del mundo, con una gran perspectiva de desarrollo en África oriental —acoge la sede de la ONU y de numerosas multinacionales— y una marcada cultura emprendedora.

 

¿De qué materia prima está hecha vuestra arquitectura?

Si realmente queremos realizar un cambio significativo en la forma en que construimos, tenemos que ser mucho más conscientes de qué materiales decidimos emplear o de cómo vive y trabaja la gente. Por ejemplo, en el hospital de Sachibondu, situado en una zona remota de Zambia, utilizamos más de un 80% de productos autóctonos, como la tierra compactada en forma de bloques y la madera de un bosque cercano que luego replantamos. El diseño también tuvo en cuenta el clima a la hora de aplicar la ventilación cruzada, adaptar el edificio para aprovechar al máximo la luz diurna y ahorrar energía.

 

BuildX promueve la empleabilidad de la mujer en el sector de la construcción.

 

Otra de vuestras banderas es la incorporación de mujeres. ¿Es este el gran muro pendiente de derribar?

No es ningún secreto que las mujeres están muy mal representadas en este sector. En España solo hay un 9% de mujeres en la construcción; en Kenia suponen alrededor del 7%. Y si nos enfocamos en artesanos y obreros, en Kenia menos del 3% son mujeres. Desde nuestra experiencia, la participación equilibrada de ambos sexos favorece encuentros que enriquecen al grupo y crea cadenas de trabajo mucho más eficientes, en las que se potencian los puntos fuertes de cada persona.

Siguiendo con el caso de Sachibondu, el equipo contó con un 50% de mujeres. Al principio, los obreros las miraban entre risas veladas. «No son lo bastante fuertes para sobrevivir en construcción», decían. Entonces vieron que trabajaban igual o más duro que ellos. Y al cabo de unas semanas, cuando preguntamos a los obreros qué miembro del equipo valoraban más, la gran mayoría nombró a mujeres.

 

Como directora de Diseño, ¿en qué se concreta tu labor?

Mi cometido es asegurar la máxima contribución social y medioambiental en nuestros proyectos. Para conseguirlo tenemos que crear, inspirar y motivar al mejor equipo posible, formado por una mezcla bien compensada de arquitectos, ingenieros, contratistas y economistas; hombres y mujeres de multitud de nacionalidades y culturas. En el día a día, implica actuar con diplomacia para alinear las necesidades del cliente o inversor, de los habitantes de los edificios y de la sociedad en general. Todos deben tener voz y participar en la mejora de las distintas fases de ejecución. 

 

Nakuru Children's Home rompe con el estereotipo de orfanatos, con habitaciones individuales y mucha luz natural.

 

¿Con qué dinámicas lográis esa participación de todos los agentes?

Resulta fundamental que el equipo haga suyo nuestro concepto de arquitectura. Para ello, hemos instaurado distintas prácticas de crítica y participación, como los jueves de lunch & learn, donde cada uno expone su parte en la obra que se esté ejecutando; o los creative fridays, para compartir un proyecto y que todo el mundo lo comente. Tradicionalmente, en los estudios de arquitectura esa crítica tiene un carácter unidireccional: del maestro al alumno. En BuildX, la comunicación es más horizontal. 

 

¿Y hasta dónde llega esa relación entre diseño, arquitectura y compromiso?

Debemos asegurarnos de que las necesidades de los usuarios de los edificios estén cubiertas en todo el proceso. No solo las básicas, como tener un techo o acceso a agua, sino la querencia del ser humano de un hogar, de crecer y sacar su máximo potencial; de vivir con dignidad.

Por otro lado, compartimos la responsabilidad de garantizar que la vida sea sostenible para futuras generaciones. Durante la pandemia, hemos comprobado lo rápido que nos adaptamos a nuevas situaciones. En poco tiempo hemos transformado nuestra forma de trabajar, estudiar, movernos… Del mismo modo, hay que cambiar el modo en que construimos.

Este espíritu nos ha llevado a ser la primera empresa de construcción en África que obtiene el certificado BCorp, que reconoce a aquellas compañías que innovan para maximizar su influencia positiva en las comunidades en las que operan y en su entorno natural. 

 

Centro de la empresa Sanergy, dedicada al reciclaje de desechos del ámbito sanitario, que transforma en fertilizantes.

 

¿De dónde nace tu concepción transformadora de la profesión?

He crecido en una familia de emprendedores en la que nadie es arquitecto, y nuestros debates de sobremesa en los que arreglábamos el mundo, con puntos de vista tan diferentes, me daban una perspectiva de la arquitectura más allá de los edificios. 

También me influyeron mucho los profesores de la Escuela. Nos acercaban no solo a las estructuras y las instalaciones, sino a la botánica, la sociología, la historia o el urbanismo. Y, lo más importante, con ellos aprendimos que todos tenemos una voz. Nuestra responsabilidad es usarla del mejor modo posible para beneficiar a otras personas.

 

¿Si pudieras darle un consejo a la alumna que fuiste, ¿cuál sería?

Que se atreviera más. Que se forzara a pensar críticamente sobre lo que ya está escrito. Esta profesión solo avanza si estamos dispuestos a cuestionar las normas establecidas y a trabajar duro para mejorarlas. Eso requiere ejercitar mucho el músculo de la creatividad y del pensamiento crítico. Los años de universidad son los mejores para ser esponjas, exponerse a diferentes culturas, viajar, empaparse de ideas... También para iniciar proyectos y fracasar, aunque duela, porque no hay mejor modo de aprender. En la Escuela siempre cuentas con profesores y compañeros que te ayudan a levantarte.

 

La espontaneidad del estudiante

 

 

 

 

Este verano Christine Nduta Mwangi [Diseño 22], estudiante de la Escuela de Arquitectura nacida en Londres pero de nacionalidad keniana, se incorporó en prácticas al equipo de BuildX Studio. «Trajo aire fresco. Su punto de vista, espontáneo y libre de caminos ya marcados, resultó muy enriquecedor. De hecho, nos hizo confirmar que queremos un diseñador en nuestra plantilla», apunta Carolina. Su trabajo se centró en cómo involucrar a los usuarios en el propio proceso de ideación del espacio a través del user profile (perfil que describe cómo es, qué necesita en su vida diaria, qué pide al edificio…). «En BuildX me animaban siempre a exponer mis ideas, a pesar de no tener formación arquitectónica. Esto me dio mucha confianza. Aunque las prácticas solo duraron un mes, pude participar en proyectos muy significativos, como el centro comunitario de Taveta y un conjunto de viviendas para artistas en Nairobi», explica Christine.

 

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