Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Xandra García [Far 11] :"Sabía que tendría plaza pero no pensaba que sería tan buena"

Texto Chus Cantalapiedra [Com 02] Fotografía Manuel Castells [Com 87]

Más de 1.400 graduados optaban a una de las 309 plazas que se ofertaban para realizar el FIR. Xandra García obtuvo la primera.


En septiembre de 2011, tres meses después de licenciarse, Xandra García [Far 11], Premio Extraordinario Fin de Carrera 2011, tomó sus bártulos y se trasladó de Burgos, su ciudad de residencia familiar, a Valencia. Su objetivo era trabajar y formarse al máximo para el examen de Farmacéutico Interno Residente, que se celebraría el último sábado de enero. Estudió diez horas al día durante cuatro meses. “Interesante e intensa”: así define su experiencia. 

Llegada la fecha, sabía que se lo jugaba todo a una carta: 250 preguntas en un examen tipo test para resolver en cinco horas. “Tienes un mal día y la has liado”, dice. Y la lió, pero bien liada: hizo el examen lo mejor que supo y obtuvo la primera plaza. En mayo se incorporará como farmacéutico residente del servicio de Farmacia del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Después de todo el esfuerzo, ¿qué se le pasó por la cabeza cuando terminó el examen?

Se mezclan sentimientos. Por un lado, piensas: “¿Qué he hecho?”, y empiezas a darles vueltas a las preguntas, porque es de tipo test y al final terminas jugándote varias respuestas que no tienes claras. Y por otro, sientes una gran alegría y piensas: “Por fin recupero mi vida”, aunque luego no sepas qué hacer con ella (se ríe). Como has dedicado muchísimas horas, de pronto te desconcierta tener todo el día libre. Aunque enseguida salen las listas y hay que elegir hospital. 

¿Por qué se ha decantado por el Gregorio Marañón?

Me ha costado decidirme. Estuve también en Bilbao, en Salamanca… sobre todo en los hospitales de las provincias cercanas a Burgos. He elegido el Gregorio Marañón porque tiene un buen programa de formación para residentes, por su localización geográfica y porque optar por uno grande significa tener la oportunidad de ver todo. Dicen que luego es más fácil adaptarse a uno pequeño. 

¿Cuántas plazas se ofertaban?

En total, 309 para más de 1.400 personas. Sorprendentemente, cuando todo el mundo creía que iban a reducir el número de plazas, han aumentado once con respecto al año pasado. De Farmacia Hospitalaria hay unas 160 y suelen ser las primeras que se cogen. Para poder elegir esta especialidad tienes que quedar entre los 180 primeros aproximadamente, porque siempre hay gente que se apunta a otras especialidades antes…

¿Se esperaba usted el resultado que ha obtenido?

No, para nada. Cuando sale la plantilla de respuestas puedes valorar a priori si vas a sacar plaza o no. Al comprobar mis respuestas, supe que iba a tener plaza, y que, más o menos, iba a ser buena, pero no pensaba que sería tan buena. También decían que este año el examen había sido más fácil, y como dependes tanto de lo que saquen los demás… Nunca sabes

¿Cuál es el secreto para obtener un número uno?

Estudiar mucho, organizarse muy bien, no agobiarse en exceso, controlar los nervios, que también es bastante difícil de conseguir, e ir tranquilo al examen. Durante la preparación del examen, también he notado bastante la base de la carrera. Eso significa llevar mucho por adelantado: el curso es intensivo y si tienes alguna laguna, te lleva más tiempo de estudio.

El FIR es una verdadera carrera de fondo…

Sí. Hay que tomárselo con tranquilidad e ir superando las pequeñas metas: primero sacar la plaza, después realizar los cuatro años de residencia, que me gustaría compatibilizar con el comienzo del doctorado, y después ya se verá. Hasta ahora era una opción con muy buenas salidas, la gente se colocaba bastante rápido, pero ahora se está complicando bastante.

¿Por qué es importante el servicio de farmacia de un hospital?

Es fundamental. El servicio de farmacia está, de una forma u otra, inmiscuido en todos los departamentos y es, en cierto sentido, el servicio integrador de todo el hospital. Un paciente puede pasar por distintas especialidades, con diferente tratamiento y recetas, y en farmacia es donde se junta todo ese conocimiento y se le da una visión integrada. La gestión del servicio también es importante: la selección de los medicamentos que se usan en el hospital, su buen uso , la formación a las enfermeras sobre la preparación y administración segura. Todo eso se centra en farmacia. Además, se preparan protocolos, nutriciones parenterales, se reconstituyen medicamentos intravenosos… 

¿Cómo es el proceso desde que el médico receta un medicamento hasta que llega a las manos del paciente?

La mayor parte de los medicamentos se compran a empresas farmacéuticas. Para una misma enfermedad hay diferentes medicinas y, evidentemente, no se pueden tener todas. De manera que una comisión terapéutica, formada por distintos profesionales, no sólo farmacéuticos, decide cuáles son los medicamentos que van a estar disponibles en el hospital y elabora una guía. A partir de esa guía, el servicio de farmacia hace toda la labor de pedidos y organización. Cuando los médicos recetan a un paciente, el servicio de farmacia recibe toda la prescripción, y un profesional la revisa y valida. Se prepara generalmente con unidosis en una especie de cestitas, en unos sitios se realiza manualmente y en otros de forma automática, y se envía. El farmacéutico revisa todo el proceso. Este servicio también se encarga de realizar las nutriciones parenterales o las fórmulas magistrales, por ejemplo para niños pequeños, cuando no existe una formulación comercial y hay que adaptarla, o cuando hay que hacer un jarabe a partir de un comprimido. Además, dispone de un centro de información de medicamentos, al que le llegan todas las consultas de dentro del hospital, como si es posible administrar una medicación junto con otra, o si se puede romper una pastilla en dos porque el paciente no la traga bien. También, dependiendo de hospitales, hay una parte del servicio que se hace en planta, como Oncología. Estos departamentos disponen de un farmacéutico presencial, que hace las rondas con el médico, aconseja en el momento y se responsabiliza del seguimiento de los pacientes. Esto sucede en casi todos los hospitales grandes. 

¿Cuál es la situación actual de los servicios de farmacia de los hospitales españoles?

El sistema de residencia está muy bien considerado, a escala europea y posiblemente mundial. Aquí la formación es muy buena. El principal problema de los servicios de farmacia españoles es la falta de personal. Están desbordados. Se hacen muchas cosas y hay muchas otras que se podrían hacer, si tuviesen más personal. 

¿Cree que la sociedad valora el trabajo del farmacéutico?

No se conoce todo lo que se hace desde la profesión farmacéutica, más que el hecho de que no esté valorada. Depende de en qué ámbitos y a quién preguntes, pero en general, existe la imagen del farmacéutico de oficina de farmacia. Sí que es verdad que la gente confía mucho en él a la hora de pedir consejo, pero no saben que estos profesionales también trabajan en los hospitales, ni la labor que se realiza allí. Mucha gente ni siquiera sabe que en la industria farmacéutica hay profesionales que están fabricando los medicamentos. A veces, cuando me preguntaban qué estudiaba, y respondía que Farmacia, me decían: “Qué mal, estudiar cinco años para luego terminar vendiendo en una tienda…”. No sólo es eso, ni muchísimo menos. 

Y ¿el personal sanitario valora realmente el trabajo del farmacéutico?

Depende. Hay hospitales en los que se trabaja muy de cerca con el médico, se crea muy buena relación, sobre todo con determinadas especialidades, y en otros no tanto. A algunos médicos que no les gusta que les digan lo que tienen que hacer.

¿En este caso?

El farmacéutico aconseja y valida las recetas del médico, para asegurar que no existe ningún problema de interacciones. Pero si el médico decide seguir adelante, prima la decisión del médico.

¿Considera que es necesaria una mayor comunicación entre el médico y el farmacéutico?

Sí. En hospital se va avanzando mucho, aunque depende del centro. Pero en oficina de farmacia pienso que están muy por detrás. El sistema debería estar más integrado. En Inglaterra, por ejemplo, el médico envía la receta siempre a la misma farmacia. De esta forma el farmacéutico sigue el tratamiento y resulta más fácil darse cuenta de los cambios y el porqué de los mismos. Sabe quién es el médico de esa persona y es más fácil comunicarse con él. Aquí resulta de gran utilidad cuando una persona acude siempre a la misma farmacia de barrio, por esto mismo. Si no, el facultativo muchas veces se limita a proporcionarte lo que le indica la receta. 

Ahí hace entonces una labor importante de pedagogo…

Sí, incluso de psicólogo. Es parte de la atención farmacéutica. También cada vez se hacen más programas de asesoramiento o ayuda, para dejar el tabaco, por ejemplo. En España es voluntario, cada farmacéutico hace lo que quiere: unos hacen mucho, y otros menos. En Inglaterra, por ejemplo, se hacen campañas centralizadas y todos los farmacéuticos están obligados a ofrecérselas a sus clientes.

Teniendo en cuenta el sistema actual de dispensación de medicamentos y la cantidad de ellos que se pierden, ¿las oficinas de farmacia deberían copiar el modelo de los servicios de farmacia de los hospitales que trabajan con unidosis para ahorrar en costes?

Se podría intentar, pero es difícil. Habría que ponerse a contar pastillas por cada paciente, cada caja, cada receta… Además, está el problema de que la farmacia en España es un negocio privado y repercutiría contra el farmacéutico. Se reduciría mucho el gasto público pero el farmacéutico lo sufriría mucho. Habría que llegar a un consenso en ese sentido o subvencionarlo de alguna forma. En las farmacias inglesas se trabaja más con unidosis y se dispensa justo lo que el médico ha recetado. Pero, por ese servicio extra de preparar las dosis individualizadas y las instrucciones de administración, el sistema nacional de salud retribuye a los farmacéuticos. Cambiaría totalmente el concepto de oficina de farmacia que tenemos actualmente en España, que es muy diferente al del resto de Europa. 

¿Siempre tuvo clara la especialización o en algún momento se planteó trabajar en una oficina de farmacia?

Estuve mucho tiempo pensando en la industria, en hacer un doctorado… Y fue casi al final, después de hacer las estancias de fin de carrera en un hospital en Londres, cuando me di cuenta de que me gustaba también, y dije: “Lo voy a intentar”. La oficina de farmacia nunca me ha atraído. En mi familia nadie es farmacéutico. No lo he visto ni vivido de cerca. En una oficina de farmacia también tienes atención al cliente y se hace algo de clínica, pero pienso que en el servicio de farmacia de un hospital se integra todo el saber: laboratorio, paciente, historias clínicas, enfermedades...

¿Cómo afronta esta nueva etapa?

Con ilusión, aunque siempre te queda el miedo del qué pasará, me habré equivocado… Es una etapa muy bonita de la vida: en lo personal, porque conoces mucha gente; y en lo profesional, porque en el hospital recibes una formación muy completa, asistes a congresos y participas en cursos.