Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

«La Fundación Real Madrid es el alma del club»

Texto: Ignacio Uría, periodista e historiador/ Fotografía: Fundación Real Madrid

Julio González Ronco (Madrid, 1968) dirige la Fundación Real Madrid desde hace casi dos décadas. Esta entidad representa el compromiso solidario de este club y su fomento de los valores deportivos para favorecer la educación integral, así como la inclusión social de los más vulnerables. Recientemente, invitado por el Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad de Navarra, impartió una sesión sobre fundaciones deportivas.


El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, afirma que «la camiseta del club es y será siempre la de la solidaridad. Por eso la Fundación es el alma de nuestro club». ¿Son solo palabras bonitas?
Nuestro presidente insiste siempre en la vocación universal del club. El Real Madrid no es solo una entidad deportiva sino una institución global. Por tanto, nuestro compromiso alcanza la realidad social en la que vivimos y aquellos países donde están nuestros aficionados. El Madrid no es solo deporte profesional, sino que es también colaboración con los que más lo necesitan.

La Fundación Real Madrid existe desde hace veinte años. ¿Por qué se creó?
A finales de los noventa comenzaron a proliferar las fundaciones deportivas. El Real Madrid compartía esa inquietud, pero rechazaba una entidad para reforzar el deporte base, ya que la cantera es parte de la actividad de cada club. El Real Madrid quería una fundación que reflejara el espíritu solidario del club y que tuviera una vocación social y educativa. La marca Real Madrid sería el reclamo, pero la finalidad era ayudar a niños y jóvenes a mejorar e integrarse en la comunidad a través de la práctica deportiva. 

Entonces, ¿no buscan futuros talentos para el club?
A eso se dedica específicamente un departamento del club. La Fundación Real Madrid nunca ha querido descubrir o promocionar a los que ya son buenos deportistas, sino a aquellos otros que piensan «el fútbol no es para mí» o «yo no sirvo para jugar al baloncesto». Intentamos llegar a colectivos desfavorecidos de todo el mundo para transmitirles valores (el esfuerzo, el respeto de las normas y de la diversidad…) que son propios del deporte y del Madrid.

Sin embargo, el club mueve tantas cosas a su alrededor que debe de ser complejo difundir ese mensaje. 
Es complicado porque, si bien la denominación Real Madrid ayuda a acceder a todos los estamentos imaginables, a efectos comunicativos presenta dificultades. En concreto, la inmediatez de la actualidad deportiva fagocita la actividad de la Fundación, pero se debe a que club y fundación son diferentes: el Real Madrid es un club de fútbol; la Fundación Real Madrid es una entidad educativa y de cooperación que utiliza el deporte como instrumento para alcanzar sus fines.

¿Qué valores quiere transmitir? ¿Se diferencian de los de otros clubes?
Distinguimos tres principios esenciales, que además están plenamente vinculados a la historia del club. El primero, la solidaridad con los desfavorecidos (nuestros equipos participan en partidos benéficos  y eventos infantiles); el segundo valor, el respeto: a los padres y profesores, a los compañeros, a los que son diferentes por su raza o tienen capacidades distintas. Se trata de un principio intrínsecamente madridista que aparece incluso en el himno del equipo. Por último, la idea de esfuerzo, pero separada de la idea de competición. A veces se confunden y es bueno aclararlo: para superarte no tienes que competir contra nadie. La competición más dura que existe es con uno mismo, pero la mejora solo es verdadera si se pone al servicio de la comunidad.

¿Qué herramientas utilizan para lograrlo?
Las escuelas sociodeportivas. Entre los cinco y los diecisiete años se pueden transmitir esos valores de una manera efectiva. ¿Cómo? En el campo de juego. Los deportes de equipo son espejos de la sociedad: tienen sus líderes —los entrenadores—, sus leyes —el reglamento— y sus jueces —los árbitros—. Mediante la práctica deportiva se viven los valores. Por ejemplo, si hay niñas en mi equipo (o un chico de otra raza o que tenga una discapacidad) y siento un prejuicio contra ellos, ¿qué hago? ¿Me voy? ¿O, por el contrario, supero el prejuicio para poder jugar? Hay herramientas que te permiten comprobar el grado de asimilación en el comportamiento.

¿Con qué presupuesto anual cuentan? Se puede pensar que, al ser el Real Madrid, a ustedes les sobra el dinero… 
Decir Real Madrid equivale a competición, triunfo, selección de los mejores… Todo eso es lo que no hace la Fundación Real Madrid. El club asume la existencia de una fundación que cuenta con un equipo de profesionales comprometidos con los fines fundacionales. Los socios con los que trabajamos en otros países comprometen fondos propios en los proyectos.

¿Puede darnos un ejemplo?
Colombia. Si el departamento de Cundinamarca concede una subvención a proyectos educativos a través del deporte, el ente que puede presentarse a la convocatoria no somos nosotros sino la asociación local con la que hemos firmado el convenio de colaboración. Todo el presupuesto es auditado tanto por las administraciones públicas (o empresas colaboradoras) de cada país como por nosotros, a través de la firma Ernst & Young.

¿Y si una actividad es deficitaria?
Todas las actividades deben ser sostenibles antes de comenzar. Los fondos proceden del mecenazgo o de empresas y, en menor medida, de subvenciones públicas. Desgraciadamente, esta última vía casi ha desaparecido debido a la crisis económica. Las actividades deficitarias son muchas y hay que financiarlas con los recursos que generamos, mecenas, colaboradores...

¿Apoyan los patrocinadores del club a la Fundación? Me refiero a Adidas, Teka o la aerolínea Emirates.  
Existen acciones concretas, pero no acuerdos generales. Por ejemplo, Emirates nos ayuda con billetes de avión; Adidas nos ha facilitado material deportivo de temporadas pasadas; Teka también colabora... Es lógico porque los patrocinadores se vinculan con el club, no con la Fundación, y se trata de una relación comercial por la que pagan millones de euros a cambio de publicidad. Otra cuestión es la colaboración con las fundaciones de los patrocinadores, como la Fundación Mahou-San Miguel o la Fundación Sanitas, con las que hemos tenido acuerdos o programas conjuntos.

¿Cuántos proyectos tienen en marcha? ¿De qué tipo? 
En total, unos cuatrocientos en setenta y cinco países de los cinco continentes. Hay que diferenciar los proyectos en España y los internacionales. En el extranjero apostamos por las escuelas sociodeportivas, de las que ya hemos hablado. Se trata de actividades extraescolares de tres horas semanales pero que suelen contar con complementos integrales que superan el ámbito deportivo, ya que nuestro partner une el proyecto a otras acciones de su interés. Si se trata de un colegio, por ejemplo, puede condicionar la participación a la asistencia de los padres a tutorías escolares o bien aprovechar el programa para ofrecer una comida extra, vestido o asistencia sanitaria. En Sierra Leona, por hablar de uno, los proyectos se enfocan a la integración de menores que han sido niños soldado. En Palestina se busca la convivencia de musulmanes, cristianos y judíos. En Honduras o Guatemala se ofrece una alternativa a las pandillas juveniles (las maras), etcétera.

Habrá historias humanas de todo tipo.
Hay realidades durísimas: niños secuestrados para explotarlos sexualmente o extraer sus órganos, menores abandonados en las calles… Suelo contar la de un chico salvadoreño cuyo hermano —que cumplía condena  por ser líder de una mara — quería que el pequeño asistiera al programa y protegerlo así de la delincuencia. Años más tarde, en la celebración de la primera década de la escuela sociodeportiva en ese país, se me acercó un entrenador joven que me contó su experiencia con los críos. Y me dijo que aquel niño estudiaba Ingeniería Industrial con una beca. 

¿Y en España?
Nuestra sociedad es distinta, con menos necesidades, y aquí desarrollamos los proyectos directamente. Nos centramos en actividades extraescolares que refuercen los valores y la integración de diferentes colectivos. Por eso en los programas nacionales se mezclan chicos de cualquier clase social. La crisis ha golpeado con mucha dureza, pero en España existen redes familiares y organizaciones (Cruz Roja o Cáritas, por citar las más conocidas) que ayudan a sobrellevar situaciones dolorosas. Nosotros colaboramos con ellos en algunos proyectos al tiempo que con ONG mucho más pequeñas, con las administraciones, asociaciones, etc. Son más de 150 escuelas y proyectos en España.

Háblenos por favor del programa en el poblado chabolista del Gallinero.
Se trata de una de nuestras actividades más conocidas. Está en un asentamiento ilegal en el extrarradio de Madrid, donde viven doscientos menores de etnia gitana sin acceso a electricidad ni agua. Hablamos, en su mayoría, de niños rumanos con poca o ninguna alfabetización, carentes de la mínima higiene personal y con muchos problemas para ser aceptados en sus colegios. Gracias a la actividad sociodeportiva, pueden ducharse regularmente, tomar dos meriendas semanales, etcétera. Nuestra actividad se vincula a la asistencia al colegio. Si no van, las familias saben que no podrán participar en las actividades de la Fundación. Todo el trabajo lo coordinan los Servicios Sociales municipales.

¿Deben pagar las familias por participar en los cursos que organizan?
En España, sí, al menos una matrícula, si bien los costes son reducidos y el 70 por ciento acuden becados. El objetivo es que convivan, evitando los guetos de programas solo para niños en riesgo de exclusión o solo para jóvenes con alguna discapacidad. Otro apartado diferente son los campus de verano —actividades educativas y de ocio con cierto contenido deportivo— y los cursos deportivos de perfeccionamiento (los clinics) dirigidos a equipos extranjeros preexistentes. Ambas modalidades se dirigen a chicos con capacidad económica pero sin olvidar la formación en valores. El verano pasado, solo en Madrid, se matricularon tres mil muchachos. Los campus y los clinics permiten recaudar dinero para financiar actividades donde no contamos con fondos suficientes, y las familias que envían a sus hijos saben en qué y dónde se emplea el beneficio de la actividad. Todo es transparente.

Además de los menores, ¿qué otros beneficiarios buscan?
Un programa al que estamos especialmente vinculados es el de los centros penitenciarios. Se dirige a presos que están en el periodo final de su condena con el fin de facilitar su vuelta a la sociedad. Para entrar en el proyecto, los reclusos deben participar en los itinerarios de reinserción que establece nuestro socio. Otra iniciativa interesante es el Empredeporte, impulsado junto con el Ayuntamiento de Madrid y la Fundación KPMG, y dirigido a desempleados de larga duración. El objetivo es acompañarles en la recuperación de su autoestima personal y familiar. Finalmente, las actividades en hospitales —por ejemplo, en la unidad de Psiquiatría infantil del Niño Jesús con jóvenes que sufren trastornos alimenticios—, que llegan a más de mil niños enfermos al año en diez hospitales y en la Ciudad Real Madrid.

¿Son las entidades locales las que proponen los proyectos o la iniciativa parte de la Fundación? 
Entre 2009 y 2012 pusimos en marcha la mayoría de los proyectos internacionales. El sistema de selección es mixto, ya que en unos casos nos llegan propuestas de ONG locales, y en otros somos nosotros los que impulsamos un programa concreto en países donde queremos colaborar, como Sierra Leona. Los proyectos pasan por tres fases: estudio de la propuesta y de la organización que la presenta. La segunda etapa es la negociación: definir qué va a hacer cada parte. A veces son programas solo sociodeportivos, y en otros casos nos integramos en un proyecto más amplio organizando la vertiente deportiva. Una vez superada esta fase, el programa comienza a ejecutarse. Fuera de España, el país donde más proyectos desarrollamos es Colombia. 

¿Cómo gestionan el uso de la marca Real Madrid?
La única marca que utilizamos es «Fundación Real Madrid», nunca «Real Madrid». No ha habido problemas graves en ese ámbito aunque nos da bastante trabajo. Una anécdota curiosa me ocurrió en Asia. Nos encontrábamos en una recepción diplomática y me presentaron al director de la Fundación Real Madrid en el país. Su tarjeta me encantó porque tenía un diseño mejor que el nuestro, pero evidentemente se trataba de un suplantador. Menos gracia tuvo el pleito de tres años contra una organización que se presentaba como «Fundación Real Madrid región Caribe» y que nos demandó a nosotros por uso indebido de su marca (que previamente habían registrado).

¿Qué ocurre en zonas donde su cultura difiere de los valores que promociona la Fundación? Pienso en la India o en Arabia Saudí, que excluye las actividades mixtas.
Un caso concreto: Calcuta. Allí iniciamos un proyecto con el Instituto Indio de Madres y Niños para doscientos menores, de los cuales cincuenta eran chicas. El segundo día faltó la mitad de los chicos porque sus padres no querían que entrenaran con niñas. Como la legislación india lo permitía, seguimos adelante. Poco a poco, volvieron y hoy son unos quinientos. Nuestro criterio de actuación es el ordenamiento jurídico de cada país: si las leyes prohíben algo, evidentemente no lo hacemos. Pero tampoco nos parece bien privar a alguien de la actividad deportiva porque sus leyes no coinciden con nuestra mentalidad. En Marruecos, por ejemplo, la Federación de Fútbol permite a las mujeres jugar con la cabeza cubierta, algo que en España no sucede. ¿Vamos a excluir a las niñas de hacer deporte porque el reglamento federativo español no coincide con el de Marruecos?

¿Y en el caso saudí?
Si ocurre como en Arabia Saudí, donde la educación es segregada, difundimos nuestros valores con cada sexo por separado. Facilitar el acceso a la práctica deportiva de las saudíes es un paso adelante. Cuando las cosas cambien, esos niños estarán mejor preparados para convivir en igualdad.

Existen países donde la corrupción es una realidad generalizada. ¿Han cancelado proyectos por este motivo?
Nunca hemos suspendido un programa debido a la corrupción. Otra cuestión es que el proyecto no supere la fase de estudio. Algunos países nos han propuesto crear escuelas para después llevarse una parte del dinero que cobrarían los jugadores eventualmente fichados por el Madrid, algo que no tiene nada que ver con lo que hacemos. Un chico con talento para jugar al fútbol ya conoce los canales para desarrollarlo, que siempre pasan por la cantera de los clubes, no por una escuela sociodeportiva que se aparta de la competición.

¿Existe algún tipo de colaboración con el deporte paralímpico?
El deporte paralímpico es competitivo y, por tanto, selecciona a los mejores. La Fundación apuesta por el deporte para todos. En el ámbito de las discapacidades (prefiero decir capacidades diferentes) no entramos porque existen organizaciones que lo hacen muy bien, como la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidades Físicas. Nosotros preferimos la integración real pero, si no es posible, promovemos escuelas adaptadas. Buscamos la inclusión de niños con y sin discapacidad, siempre que ellos quieran estar juntos. Por ejemplo, jugando al baloncesto (uno en silla de ruedas y otro no, cosa perfectamente posible). Este es el mayor reflejo de la aceptación, y cambia el mundo. Permíteme un apunte personal: yo tengo una hija que asiste a un colegio de integración y no tiene ninguna discapacidad (su hermano sí). Pues bien, convivir desde pequeña con otros niños con discapacidades físicas o intelectuales la ha liberado de prejuicios. Así, en una ocasión le preguntaron por «la niña de la cara rara» (una amiga que tenía síndrome de Down) y ella contestó: «No tiene la cara rara, tiene su cara». Esa es la magia de la integración. Es lo que nosotros buscamos.

¿Colaboran con la Fundación los jugadores profesionales?
Diariamente recibimos más de doscientas peticiones de presencia de jugadores en actos benéficos. Como se entenderá, es imposible satisfacer a la inmensa mayoría de los solicitantes, aunque el club lo facilita al máximo. La dificultad de un jugador del primer equipo es el calendario, porque juegan dos o tres partidos semanales (más sus correspondientes desplazamientos y entrenamientos), también con sus equipos nacionales. Además, tienen obligaciones publicitarias con sus patrocinadores y, a veces, con sus fundaciones propias o con organizaciones humanitarias (como UNICEF). Esto complica la presencia en los proyectos, aunque existe. En especial, a través de vídeos o al terminar los entrenamientos, cuando pueden pasar un rato con niños de algunos programas de Madrid.

¿Y con los veteranos del club?
Nuestra colaboración con ellos es intensa. Por ejemplo, en el programa de actividad física para mayores o en charlas donde nos solicitan la presencia de históricos como Amancio o Pachín. Los veteranos más jóvenes también juegan partidos, tanto en España como fuera. Uno reciente en Beirut donde estuvieron Morientes y Buyo, que visitaron a niños refugiados.

El canal RealmadridTV y las redes sociales difunden sus actividades. ¿Qué respuesta obtienen? 
La televisión es magnífica para los niños. Adolescentes y adultos prefieren Facebook (tenemos más de cuatro millones de seguidores) y Twitter (alrededor de cuatrocientos mil en la cuenta @Fun_Realmadrid). El impacto es alto, ya que el que sigue a la Fundación no lo hace por casualidad. La web del Real Madrid, donde aparecemos, también nos ayuda mucho.

¿Qué les ha pedido Florentino Pérez para los próximos años?
El presidente quiere beneficiar a más niños y dar mayor visibilidad a las actividades, que se sepa qué hacemos. De ese modo, podremos llegar a lugares y colectivos que ahora no nos conocen y con los que podríamos colaborar. Nuestro objetivo es el mundo, porque el Real Madrid tiene una vocación universal.