Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Un arca de Noé anclada en el campus

Texto Chus Cantalapiedra [Com 02] Fotografía Museo de Zoología

El Museo de Zoología, que acaba de cumplir treinta años, reúne dos millones de ejemplares entre la colección zoológica y las muestras de minerales, rocas y fósiles. La mayor parte de los vertebrados procede del antiguo colegio capuchino de Lekaroz.


El terremoto de 7,5 grados richter que estremeció las islas Azores, la marea negra que invadió las costas de Bretaña (Francia), las inundaciones que provocaron doscientas muertes en Irán, la entrada en erupción del monte Saint Helen en Washington o los terremotos del sur de Italia, que causaron la muerte de 4.800 personas, son algunos de los desastres naturales que azotaron el año 1980. Algunos de ellos amenazaron la pervivencia de diferentes especies animales. En el fondo, es un riesgo siempre presente en la Historia. Precisamente, para atenuar sus efectos, aquel mismo año de 1980 la Universidad de Navarra hacía una importante apuesta por la conservación de la Naturaleza: nacía el Museo de Zoología. Rafael Jordana lo puso en marcha con algo más de 116.000 ejemplares. Treinta años después, el Museo dispone de dos millones de ejemplares entre la colección zoológica, las muestras de minerales, rocas y fósiles, y una colección centenaria de cajas didácticas.

Desde sus comienzos en el Departamento de Zoología en 1974, Jordana fue consciente de la importancia de conservar todo el material de estudio. Seis años después, la Universidad erigía como Museo las distintas colecciones de investigación recopiladas hasta entonces y comenzó a clasificarlas informáticamente. Todas se encuentran distribuidas en 99 vitrinas cerradas de forma hermética  –para conseguir una adecuada conservación de las piezas– y en distintas salas-almacén de la Facultad de Ciencias. “Como en todos los Museos de Ciencias, la cantidad de material expuesto en vitrinas no es significativa comparándola con la cantidad de ejemplares guardados en el almacén”, asegura Arturo Ariño, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad.

El Museo tiene una triple finalidad: en primer lugar, conservar las colecciones para su estudio posterior, tanto para investigadores de la Universidad como de cualquier centro del mundo. En este aspecto resultó crucial la tesis que realizó el profesor de la Facultad de Ciencias Arturo Ariño. En su investigación creó una base de datos que permite clasificar cada uno de los ejemplares del Museo para poder tener acceso inmediato desde cualquier lugar del mundo. De esta manera cumple con su segunda finalidad: facilitar su difusión; un punto en el que el Museo de Ciencias Naturales es pionero entre los museos universitarios al poner a disposición del público sus colecciones de zoología en Internet eliminando las barreras físicas y contribuyendo a la evolución y al dinamismo de los museos clásicos.

Por otro lado, el Museo quiere cubrir una finalidad didáctica: son muchas las familias y colegios que se acercan para visitar in situ las distintas vitrinas, que recogen más de siete mil piezas. Una boa constrictora, un pez erizo, una avutarda, un ciervo común, o un ejemplar de la polilla más grande del mundo son algunos de los animales que forman parte de los fondos del Museo. Sin embargo, tal y como explica Rafael Jordana, entre las piezas más admiradas se encuentran un pato con tres patas, un cabrito con dos cabezas y un lagarto con dos colas. Todos ellos fueron cedidos por el Colegio de Lekaroz (Navarra) Nuestra Señora del Buen Consejo, regentado por los padres capuchinos que, al cerrarse a principios de los años noventa, donó sus más de mil piezas a la Universidad de Navarra. Dentro de esta donación se incluye la colección de cajas didácticas. Algunas de ellas datan de principios de siglo xx y les servían a los capuchinos para enseñar a los alumnos, por ejemplo, cómo se obtenía el tejido de seda desde el gusano, o el proceso de obtención de la cera y los objetos para hacerla. Un sistema de aprendizaje hoy casi impensable, teniendo en cuenta los avances de la tecnología audiovisual y su aplicación a la enseñanza escolar.

Del colegio Lekaroz procede el 80% de la colección de animales vertebrados, que engloba mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios. Son igualmente importantes otras colecciones donadas, aunque no alcancen tanta extensión, como las conchas de moluscos marinos que regaló José del Río, las mariposas tropicales del cubano Gómez Bustillo y donadas por Jaime Anfruns, o la colección de insectos xilófagos y plagas vegetales de Rupérez. Sin embargo, los ejemplares más valiosos del Museo de Zoología “no son ni los más populares ni los más bonitos”, explica Arturo Ariño. Y añade: “Son las series tipo, ejemplares únicos que pertenecen a nuevas especies. El Museo posee más de cien, que son consultadas por expertos de todo el mundo”.

Mucha de la información de las colecciones expuestas y también las destinadas a investigaciones es accesible a través del proyecto GBIF (Global Biodivesity Information Facility) que conecta las bases de datos de cualquier colección del mundo, del que forma parte la Universidad de Navarra. En él participan 53 países y más de 315 instituciones internacionales.