Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Novelas gráficas, otro concepto de cómic

Texto: Joseluís González [Filg 82], profesor y escritor @dosvecescuento Ilustración: Diego Fermín

Quizá el valenciano Paco Roca sea el autor con más representación hoy en la novela gráfica española, un eslabón del tebeo, la historieta y el arte del cómic … Una forma larga de narrar esencialmente con dibujos.



En las primeras viñetas de Las calles de arena (2009), de Paco Roca, vemos que el joven protagonista es un absoluto despistado que está en la luna. Mientras husmea en una librería —¡una librería!— recibe la llamada de su novia: llega tarde a firmar la hipoteca en el banco. Sujeta con una mano el móvil y con la otra un álbum de Hergé: Tintín en el Tíbet. La novia le apremia y él, con diligencia cero, compra un muñeco gigante que quiere ser Corto Maltés, del dibujante italiano Hugo Pratt, para adornar la casa que aún no tienen. Por fin sale cargado con ese personaje de tamaño natural pero un amigo fortuito le insiste en que hay que tomarse una cañita en un bar. Les queda por delante tiempo, porque el banco cierra a la una. Unos pocos minutos bastan. Esos minutos, con los recursos narrativos del cómic, se van a transformar en las noventa páginas siguientes en una sucesión de minúsculos héroes estrafalarios, en una onírica trama que se enreda con sorpresas y guiños al lector. Un acierto imaginativo.

El autor de Las calles de arena, Paco Roca (Francisco Martínez Roca, Valencia, 1969), declaró: «Una de las cosas que más me angustian es perderme, y lo hago con facilidad». Y cuenta que una vez, yendo a casa de una amiga, se extravió en el casco viejo de Valencia, por el Barrio del Carmen, y le pareció que nunca saldría de esa intrincada maraña de aceras. Pensar qué ocurriría si no lograra escapar jamás del laberinto fue el punto de partida de esta historia, de esta novela gráfica.

Entre la docena de modalidades que consigna hoy el Diccionario de la lengua española —novela picaresca, pastoril, rosa, social, gótica…— no figura «novela gráfica». Costoso de definir graphic novel. El escocés Eddie Campbell perfiló varias ideas ambiguas sobre el concepto de esta narración extensa —varios centenares de páginas en ocasiones— sucesora del cómic. Obra de intención ambiciosamente artística, que se sigue valiendo del lenguaje de los tebeos aunque añade avances y rupturas. Insistía en que no se trata de un subgénero de la ciencia ficción ni una versión de la fantasía épica de remotos héroes contra malvados. La novela gráfica, con testimonios y ejemplares desde los años setenta, con vistoso formato de álbum y con secciones en librerías y un público determinado y fiel, ha cruzado el silencio sabio de las bibliotecas. La prensa cultural informa de las novedades. Al norteamericano Will Eisner —hubiera cumplido cien años en marzo— se le ha erigido pionero y maestro de este concepto del cómic. Fue un talento. Ofrecía en sus libros temas universales y «verdades del corazón… El amor y el honor y la piedad y el orgullo y la compasión y el sacrificio».

Por Las calles de arena de Roca se desparraman algunas de las constantes del género humano: la confusión, el miedo, el doble que camina al lado —el Doppelgänger—, los sueños deformados en pesadillas recurrentes, la falta de escapatoria y el eterno retorno —ilustrado en el ancestral uróboros, o sea, la serpiente que se muerde la cola, la imagen de las cosas que no tienen ni principio ni fin—, el sitio y el destino de la felicidad y sus quiebros, la fuerza del amor, la infinitud… Roca sabe contar y sugerir complejidades en recuadros resplandecientes de trazo sencillo y luminoso o incluso ensombreciendo el colorido. «Antes, en el cómic importaba más el virtuosismo gráfico que contar una historia», reconoce el ilustrador.

Por Las calles de arena transitan alusiones literarias que anudan la red argumental. Roca confiesa que esta novela gráfica suya urde hilos de Kafka, Cortázar, García Márquez y, sobre todo, Borges. «El álbum bebe mucho de la realidad pero también de la literatura de realismo fantástico. El título hace referencia al cuento “El libro de arena” (1975)». Y yo creo que hasta Faulkner y la hebra de cabello de Emily Grierson de  Una rosa para Emily. Se sugiere el episodio del ataúd del arponero Queequeg en el que se salva Ismael en la novela Moby Dick. Y viajan homenajes o guiños a célebres representaciones pictóricas. La Torre de Babel de Pieter Brueghel —La Torre se llama el hotel en que en el anónimo protagonista se hospeda— o La isla de los muertos del suizo Arnold Böcklin, más las inverosímiles escalinatas continuas de M. C. Escher.

Y aún tiene más cualidades otra obra de Paco Roca: Arrugas. Trata sobre el alzhéimer. Antológica.


LIBROS NT 695



Categorías: Literatura