Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

El islam como única opción

Jesús García [Ayuda a la Iglesia Necesitada]


Sudán es el país más grande de África. Su extensión equivale a cinco veces la de España y tiene una historia reciente plagada de guerras y conflictos. La población civil y especialmente los cristianos han sido casi siempre los peor parados.

Durante un tiempo, el Imperio Británico administró el sur y el norte de Sudán como regiones separadas. Entre ambas abundan las diferencias: mientras que la población del norte estaba formada por musulmanes de origen árabe, a los habitantes del sur los consideraban subsaharianos de creencias cristianas o animistas. Los ingleses obviaron estos detalles y en 1946 unieron ambas regiones. Nueve años después, cuando el país ya se asomaba a la independencia, estalló la i Guerra Civil de Sudán: los habitantes del sur pretendían recobrar su autonomía regional previa a la época británica. El conflicto duró 17 años y se cobró la vida de medio millón de personas.

Sudán disfrutó de una falsa paz a partir de 1970, pero en 1983 comenzó la i i Guerra Civil. Casi dos millones de civiles fueron asesinados en el sur, y más de cuatro tuvieron que abandonar sus hogares hasta el año 2005. Fue entonces cuando se reconoció a Sudán del Sur como una región autónoma de Sudán.

La República de Sudán tiene unos 42 millones de habitantes en territorio nacional, y unos cuatro millones en otros países. Ambos datos no son más que conjeturas, ya que los registros civiles carecen de garantías. El 71% de la población es musulmana, el 16% es cristiana, y el 11% animista. La Constitución Nacional de Transición, que entró en vigor en julio de 2005, garantiza la libertad de religión. Sin embargo, la propia Constitución consagra la sharia como fuente de legislación en las 16 provincias del Norte: allí, el Gobierno tiene el derecho de aprobar y poner en práctica leyes que favorecen el islam y la islamización de la vida social, sin tener en cuenta el pluralismo religioso de la región.

La sharía vigente en el norte del país se aplica a todos los habitantes con independencia de la religión que profesen. Dispone abiertamente la muerte para quienes apostatan del islam, y la imposición de castigos corporales que varían en función de la gravedad del delito cometido: desde la flagelación hasta la pena máxima, pasando por la amputación de miembros. Está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas y el matrimonio de mujeres musulmanas con varones de otra religión.

El plan de estudios de Sudán del Norte obliga a todas las instituciones educativas a impartir la asignatura de religión islámica en árabe, desde el parvulario hasta la universidad. Incluso las escuelas cristianas se tienen que someter a esta norma y contratar a los profesores necesarios para cumplirla.

Cerca de seis millones de sudaneses están bautizados en el rito latino de la Iglesia Católica. Actualmente, la Iglesia en Sudán consta de nueve diócesis, regidas por un cardenal arzobispo, un arzobispo, seis obispos y un administrador apostólico.

Uno de los elementos que incluyó el acuerdo de paz firmado en 2005 entre el norte y el sur fue la celebración de un referéndum en el sur mediante el cual la población podría decidir si se independizaba del norte. Ese referéndum tuvo lugar en enero de 2011. Si la voluntad de los votantes se respeta, podría consolidarse en el centro de África un país cristiano. O al menos, un país en el que los cristianos puedan practicar libremente su religión.