Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Javier Vallhonrat: entre el dato y la incertidumbre, entre la ciencia y la poesía

Texto Carlos Cánovas (fotógrafo) / Fotografías Javier Vallhonrat y Museo Universidad de Navarra

Dos fotografías obra de Joseph Vigier en 1853 en el Macizo de la Maladeta (Pirineo oscense) marcan el punto de partida de «Interacciones». La última exposición del fotógrafo Javier Vallhonrat se exhibe en el Museo Universidad de Navarra hasta el 13 de octubre.


«Interacciones», la exposición de Javier vallhonrat en el Museo Universidad de Navarra, es el resultado de un trabajo que se inició en 2011, en el marco del proyecto Tender Puentes, un programa de producción, creación e investigación que, a partir del 2004 e impulsado entonces por el Fondo Fotográfico de la Universidad de Navarra, propone un diálogo entre la obra de destacados creadores actuales y la fotografía del siglo XIX. Cada participante en Tender Puentes ha debido buscar, en las imágenes de la colección, un vínculo para desarrollar su propio proyecto. En el caso de Javier Vallhonrat, el punto de partida fueron dos fotografías del Macizo de la Maladeta, en el Pirineo oscense, tomadas por Joseph Vigier en 1853. Esas dos fotografías, parte de un álbum que incluye otras treinta y seis, ponen de manifiesto algunas características peculiares de Vigier en el tratamiento del paisaje, como una tendencia a la fragmentación frente a la vista grandiosa, una preferencia por los detalles banales y una cierta atmósfera que nos acerca a lo misterioso.

En «Interacciones», Javier Vallhonrat, uno de los autores esenciales de la fotografía española contemporánea, a partir de premisas comparables, habla de la experiencia del hombre frente a la naturaleza en condiciones extremas, de la necesidad e imposibilidad de certezas, de la imprevisibilidad y vulnerabilidad referidas tanto al ser humano como a la propia naturaleza. El fragmento le va a permitir una poética también, si se me permite, fragmentada, pero que alcanza una idea de totalidad en el conjunto de la muestra. La exposición está dividida en cinco bloques: 42ºN, Deriva estándar, Registro del margen, Fricción límite y Eolionimia. Cada uno de ellos aborda cuestiones específicas, aunque es evidente la relación entre esos conjuntos que se complementan con varios vídeos y una instalación.

En trabajos anteriores de Vallhonrat («ETH», 2000 o «Acaso», 2001-2003) pueden encontrarse ya algunas claves que se desarrollan en «Interacciones». También pueden situarse precedentes en obras como las de Richard Long o en algunas experiencias de Hamish Fulton. Todo el proyecto es rico en metáforas, y está recorrido por diálogos paradójicos: cambio frente a permanencia, resistencia frente a fragilidad, planitud frente a profundidad. Si se quiere, de un modo más amplio, ciencia frente a poesía. Hay una poética en el dato científico, como hay algo de precisión casi científica en esos poemas breves (haikus) que acompañan a las fotografías de Eolionimia. Javier Vallhonrat alude a la incertidumbre narrativa que reside en la naturaleza de toda representación fotográfica. Pero son esas imposibilidades del medio fotográfico las que dejan abierta la puerta, para él y para nosotros, a territorios de enorme riqueza. La construcción del paisaje parece exigir un alejamiento de la propia experiencia y, al mismo tiempo, es nuestra íntima relación con la naturaleza la esencia de eso que justamente queremos transformar en «paisaje».

 

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