abril - junio 2023
Ana Eva Fraile [Com 99]
Mucho se ha escrito sobre el poder del arte para expresar los sentimientos de su creador, pero ¿qué emociones despiertan las obras en el público que las contempla aquí y ahora? El proyecto interactivo que el Museo Guggenheim Bilbao inauguró en 2022 ofrece algunas claves.
La instalación «Artetik: From the Art» es la primera experiencia física de Google Arts & Culture en España.
Admirar La noche estrellada de Van Gogh y enamorarse. ¿Qué tienen en común estas dos experiencias? Semir Zeki, neurobiólogo del University College de Londres, ha indagado en ese vínculo durante un par de décadas y ha llegado a la siguiente conclusión: cuando observamos algo bello, el área del cerebro que se activa es la misma que cuando nos enamoramos. La visita a un museo puede desencadenar emociones como las que provoca la liberación de dopamina durante el flechazo.
Según ha demostrado el profesor Zeki mediante resonancia magnética funcional, contemplar la belleza produce, en solo diez segundos, un aumento del flujo sanguíneo en la corteza orbitofrontal medial del cerebro, la región donde se localiza el centro de recompensa y placer. Su equipo del Wellcome Centre for Human Neuroimaging busca las bases biológicas de la creatividad y la belleza, pero más allá de la neuroestética, como se conoce a este campo de investigación, ¿qué otros sentimientos es capaz de despertar el arte?
En 2012, el proyecto Universo de emociones, impulsado por el divulgador científico Eduard Punset, el catedrático de Orientación Psicopedagógica Rafael Bisquerra y los creativos de PalauGea, permitió visualizar más de trescientas emociones humanas. Las representaron agrupadas en seis galaxias: la alegría, el amor, la felicidad, el miedo, la ira y la tristeza. Diez años después, integraron en su propuesta —que, además de láminas, se compone de un libro y un diccionario— la sorpresa, el asco, algunas actitudes, así como otras emociones sociales y morales. Ese profundo cosmos afectivo se reduce a veinticinco palabras cuando se trata de especificar cómo nos hacen sentir obras de arte de diversas épocas. Así se desprende de la investigación que llevaron a cabo el catedrático Dacher Keltner y Alan Cowen, de la Universidad de California en Berkeley, en colaboración con Google Arts & Culture.
Su estudio se fundamentó en un sondeo: los científicos preguntaron a mil trescientas personas qué emociones les evocaban mil quinientos cuadros. Como explica Keltner en el vídeo de presentación de la iniciativa, a partir de esas respuestas, y aplicando «técnicas estadísticas de las que Cowen ha sido pionero», crearon un atlas interactivo. Este excepcional mapa muestra los nexos entre las emociones y reúne en órbitas las pinturas que recibieron una valoración similar. La investigación, que nació como un experimento digital, ha cobrado vida en el Museo Guggenheim Bilbao.
Dentro del programa conmemorativo de su veinticinco aniversario, el centro inauguró «Artetik: From the Art», una instalación que invita a acercarse, contemplar y vivir el arte de manera singular. Desde noviembre de 2022, la primera experiencia física interactiva desarrollada por Google Arts & Culture en España explora las emociones compartidas por las personas que han recorrido las salas del museo bilbaíno. Gracias a un algoritmo llamado Annoy, se dibuja un gráfico colectivo en constante cambio, que se completa conforme otros visitantes asocian sus propios sentimientos a algunas de las 145 obras del fondo permanente de la institución. Entre las piezas que han suscitado más reacciones del público se encuentran Puppy y Tulipanes, de Jeff Koons, y La materia del tiempo, de Richard Serra.
El lenguaje estético —los temas, las técnicas y las formas disruptivas que ha adoptado desde el siglo XX— no siempre resulta penetrable a primera vista. Sin embargo, basta una mirada abierta, alejada de los prejuicios y de la superficialidad, para desentrañar la esencia del arte: conocer mejor el mundo que nos rodea y también nuestra propia naturaleza. Esta es la perspectiva que defienden Fernando Echarri y Carmen Urpí, investigadores del grupo «Voces de innovación y creatividad en la educación y la sociedad» de la Universidad de Navarra, en el libro 10 claves para comprender el arte contemporáneo.
Tanto el artista como los ojos que se detienen a escuchar qué resuena en su creación comparten esa honda inquietud de comprenderse a sí mismos. Un lienzo, una escultura, una canción o una sinuosa arquitectura de titanio, piedra caliza y cristal, como la que diseñó Frank Gehry, encierran sentido. Y en ese viaje hacia la interioridad, «el arte —decía Leonardo da Vinci— es la reina de todas las ciencias en comunicar a todas las generaciones el conocimiento».