Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

350 litros de ayuda en cadena

Texto: Salomea Slobodian [Com Fia 19]. Fotografía: Manuel Castells [Com 87]  

El covid-19 escribió historias de dolor y otras de alegría. «San Fermín 208» es una de las que salvaron vidas, levantaron el ánimo y entrelazaron personas. Es el nombre de los 350 litros de gel hidroalcohólico que los seis científicos del equipo de Terapias Moleculares del CIMA produjeron y donaron a los más vulnerables ante el coronavirus.


​​El doctor Antonio Pineda-Lucena vio la fragilidad humana y no volvió la espalda. Sus horarios como director del Programa de Terapias Moleculares del Cima Universidad de Navarra no se alteraron durante el confinamiento; su ingenio no se nubló por la crisis sanitaria. Todos los días Antonio acudía al laboratorio 208, un espacio soterrado en el estrés y la incertidumbre que la crisis del coronavirus supuso para su personal. «Teníamos compañeros de  Madrid o Córdoba que sufrían por no poder  acercarse a sus familias, cuidar de sus padres ya mayores y brindarles seguridad en medio del desasosiego», describe. 

A pesar de todo, el equipo de Antonio se organizó para afrontar la pandemia con dedicación y creatividad. Por un lado, su equipo participó en el desarrollo de un test diagnóstico del covid-19; por otro, desplegó la elaboración propia del gel hidroalcohólico «San Fermín 208».  

«La iniciativa surgió por la escasez del gel en el Cima», relata Antonio. Enseguida se dio cuenta de la posibilidad de ayudar a más personas, ya que contaba con los recursos y la capacidad necesarios para producirlo a gran escala. Los números se volvieron elocuentes: más de 350 litros del gel desinfectante en los dos primeros meses de producción. Un 90 por ciento se repartió entre los veinticinco centros navarros que cuidaban de los grupos sociales más vulnerables: Cáritas, residencias de ancianos, asociaciones de voluntarios e incluso algunos colegios y parroquias. 

Como quienes pasan cubos de agua de uno a otro, formando una fila que llega hacia la casa en llamas y apagan el fuego, así varios colectivos navarros se movilizaron para apoyar la iniciativa solidaria. Miguel Castiella donó un palé de las botellas que produce su empresa, Berry Superfos, para envasar el gel; Carlos Embid las etiquetó en el propio Cima; Paula Salvador organizó su reparto por medio de Tantaka y, de este modo, la Policía Foral llevó la primera caja de gel a la residencia pamplonesa Amavir Oblatas. 

La pandemia ha ensanchado corazones. Antonio confiesa haberse dado cuenta, a raíz de la crisis, de que las personas no podemos aislarnos de los demás, escondernos en nuestra pequeña zona controlada, «sino que debemos salir al encuentro del otro, conmovidos por su dolor».

A veces, durante un descanso, Antonio introduce dos dedos en el bolsillo de la bata y desenvuelve un caramelo: cinco gramos de «gracias» de aquellos cinco kilos que su equipo recibió de la Asociación de Voluntarios Olímpicos de Navarra. Estos voluntarios desinfectaron coches de policía y protección civil con gel del laboratorio 208. «Vinieron al Cima en una furgo y nos entregaron el regalo con un vídeo. Fue emocionante», recuerda. «Nunca hemos buscado el agradecimiento, pero es hermoso saber que, a través de tu labor profesional, has acompañado al otro en su sufrimiento y lo has aliviado un poco».