Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Inteligencia, entusiasmo y compromiso en dosis XXL

Selección de mensajes enviados a la sección «In memoriam» creada en la web de la Universidad tras el fallecimiento de don Ismael.


La muerte de un primer rector es un tránsito emocional para quienes estamos en esta comunidad de estudiar, aprender, saber, pensar, compartir, ayudar, descubrir... que es la vida universitaria. No le conocí personalmente más que en actos institucionales. Su figura trasmitía seguridad y fortaleza. Doy muchas gracias a Dios por el don de una vida tan longeva que ha permitido a muchas generaciones de universitarios saber que estaba aquí, entre nosotros, nuestro primer rector. El buen ejemplo, cuando es tan duradero y exigente, nos refuerza a todos en el compromiso de hacer la Universidad con la audacia de los primeros. Felipe Calvo Manuel.

 

Tuve la suerte de formar parte de esa primera hornada del Estudio General de Navarra. Don Ismael era para todos una figura cercana y paternal, más que un rector era un padre siempre sonriente y abierto, y un amigo. Yo no era de Derecho, pero éramos amigos, porque era simpático, inteligente y protector. Profesor de mi marido, fue testigo de nuestra boda, tanto nos apreciábamos. No creo que ninguno de los que empezamos la Universidad le haya olvidado. Charo Fuentes.

 

Ha fallecido el primer rector de @unav, don Ismael Sánchez Bella. Se le encomendó fundar una universidad... y aceptó. Muchos somos deudores de esta historia. Gracias por mirar Alto.
@mnogtaj

 

Lamento mucho la pérdida de don Ismael. Ha sido una de las personas que más ha aportado a Navarra en su Historia. Fermín Elizalde.

 

Don Ismael fue la primera persona que me encontré en la Universidad al empezar la carrera de Derecho. Fue mi asesor. Lo recuerdo escuchándome como si no hubiera nada más importante en ese momento. Que Dios le conceda el descanso eterno y siga ayudando a la Universidad desde el Cielo. Nicolás Iribas.

 

En la primavera de 1972, don Ismael, en Madrid, me invitó a venirme a la Universidad de Navarra. Me convenció. Me vine y desde entonces ha sido mi casa. Maestro de mi marido, Ronald Escobedo, estoy segura de que hoy discípulo y maestro se habrán dado un abrazo. M.ª Victoria Romero Gualda.

 

Me acabo de enterar del fallecimiento de don Ismael y me gustaría que estas simples líneas sirvan de ínfimo tributo a quien fue una excelente persona, un admirable profesor y un rector magnífico, en el más expresivo de los calificativos. Recuerdo sus clases, en las que dejaba de tomar apuntes por el mero hecho de poder así disfrutar más de su elocuencia. Recuerdo su afabilidad y su socarronería. Cuánto me hubiera gustado poder haber seguido manteniendo ese trato con él en estos últimos años. José Nicolás de Salas Moreno.

 

Lo conocí en 1972, en el Colegio Mayor Aralar. Un hombre que transmitía entusiasmo, bondad, esfuerzo, sentido común. Me dio clases en 1975. Le he oído contar muchas veces los comienzos de la Universidad de Navarra. Era muy divertido, pero detrás de ese buen humor había mucho sacrificio, trabajo y humildad. Destacaría su amor a Navarra y a los navarros y navarras, que no serían lo que son  sin la Universidad de Navarra y don Ismael. Daniel Tirapu

 

Fue mi profesor de Historia del Derecho en el curso académico 1979-80. Era un hombre a la vez elegante y afable. Transmitía entusiasmo y cariño. Muchos años después de terminada la carrera seguía preocupándose por sus antiguos alumnos. Recuerdo que alguna vez se tomó la molestia de llamarme para asistir a alguna charla de formación espiritual; todo un pionero de la Universidad de Navarra llamando a un antiguo alumno entre tantos miles. Aquello me impresionó. En los últimos años he visto su declive físico; alguna vez que coincidí con él en el oratorio de la Clínica, iba siempre acompañado con cariño. Francisco de Aristegui.


Lo conocí en un momento muy álgido de mi vida de estudiante de Medicina. Cuando muere mi hija de cuatro meses. Lo que me mantuvo de pie fueron sus palabras: «Cuando una flor alcanza el cenit de la belleza, Dios, gran jardinero, dice: “Esta flor es para mí”». Hugo Azpurua García.

 

He perdido a un miembro de mi familia. Así lo he considerado siempre. Cuando llegamos a Pamplona, no teníamos a nadie. Nuestros familiares estaban en una tierra prohibida para nosotros; apenas teníamos contacto con ellos. Él venía a casa, jugaba con nosotros, los pequeños de la familia Brajnovic. Nos quería como si fuéramos suyos. Siempre con su buen humor y su sonrisa. Traía alegría a casa. Nos contaba historias asombrosas de sus primeros años en Pamplona y nos acompañó en nuestro crecimiento preocupándose por todas nuestras cosas. Olga Brajnovic.

 

Cuando inauguramos la Biblioteca de Humanidades coincidí con don Ismael un día en el ascensor. Le dije: «Buenas tardes, don Ismael». Él, muy sorprendido, me miró y me dijo: «Ah, pero ¿sabes quién soy?». Y yo: «Pues claro, ¿cómo no voy a saber quién es usted?». Entonces se puso muy contento, yo casi diría que como un niño. Y me respondió: «Perdona, es que ahora, como no está todavía el bar abierto, pues no nos conocemos todos. Pero en cuanto lo abran...». Todavía sonrío cuando me acuerdo. Además me parece que demuestra muchas cosas de su carácter. Mercedes Montero.

 

Durante ocho años —de 1978 a 1986— colaboré con don Ismael en la Junta de Gobierno de la Universidad. Siempre me impresionó su gran personalidad, su capacidad de ilusionarse en nuevas tareas y de ilusionar a otros con ellas. Destacaría su humildad: siguió trabajando durante veintiséis años como vicerrector de quienes le sucedieron al frente de la Universidad que él había comenzado. Nunca le vi discutir con otros de la Junta de Gobierno, a pesar de las diferencias de opiniones y de caracteres: estaba persuadido de que el pluralismo es enriquecedor. Gran enseñanza para mí. Jaime Nubiola.

 

Con las tres eses: santo, sabio y simpático. @PedroMatas5.