Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Miguel H. Otero

Texto Blanca Rodríguez Gómez-Guillamón [Com His 15] Fotografía Manuel Castells [Com 87]

«Es difícil creer que en el país más rico del mundo en reservas petroleras se mueran 50 000 niños por desnutrición»


Miguel Henrique Otero dirige desde el exilio político el diario El Nacional, un periódico venezolano de referencia, independiente y crítico con el Gobierno de Nicolás Maduro. En diciembre de 2018 los medios internacionales se hacían eco de su último revés: la falta de papel les obligaba a cancelar la edición impresa. Desde entonces, el diario continúa en su versión online. En una entrevista realizada con ocasión de una visita a la Facultad de Derecho de la Universidad [octubre de 2018], Otero analizó la situación del país, donde, aseguró, «van reduciendo la ventana de la libertad de expresión hasta hacerla desaparecer».

 

Venezuela es un país empobrecido por las medidas económicas ejecutadas por el Gobierno chavista, con alto índice de corrupción, una crisis migratoria y humanitaria… ¿Queda esperanza? 

¡Claro que queda esperanza! Primero, porque [el régimen] no va a durar mucho tiempo. Tiene todos los planetas alineados en contra. No creo que puedan resistir el embate de la protesta social, la división militar, la fractura del chavismo… Creo que sería un milagro que perdurara después de este año. En Venezuela, durante los últimos cuatro, el PIB se ha reducido un 50 por ciento. Ni siquiera en la Segunda Guerra Mundial los alemanes perdieron esta cifra.

 

¿A qué se enfrenta el país?

Está en un momento donde el cambio parece inminente. Es un lugar con una gran  riqueza, una disponibilidad muy fuerte del mundo occidental para ayudar a la reconstrucción y un capital humano que, aunque se encuentra mayoritariamente en el exterior, está dispuesto a regresar para esta transformación. Una variación implicaría, si se dan las condiciones institucionales adecuadas, un rebote de crecimiento.

 

¿Cómo afecta esta situación general a los medios de comunicación? El Nacional se ha enfrentado a demandas, coacciones o amenazas. ¿Cómo se trabaja con el Gobierno en contra? 

A diferencia de las dictaduras tradicionales, ya sea la comunista o la bananera, el autoritarismo o el populismo basan su tesis en lo que llaman «hegemonía comunicacional», que es el modelo cubano en el largo plazo. Van reduciendo la ventana de la libertad de expresión hasta hacerla desaparecer. Así lograron censurar la radio y la televisión, disminuir el número de periódicos independientes y que otros diarios importantes, como el Universal y Últimas Noticias, hayan sido comprados por el Gobierno, con recursos públicos. Han bloqueado el acceso a internet, han criminalizado tuiteros… 

 

Al diario que usted dirige lo demandaron por publicar que estaban investigando por narcotráfico a Diosdado Cabello, entonces presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela.

Nosotros recogimos la información que publicó ABC, donde indicaban que un fiscal federal del Estado de Nueva York estaba haciendo una investigación a Diosdado Cabello por narcotráfico. Esa información la difundieron también The Wall Street Journal y otros noventa periódicos, porque él era el presidente de la Asamblea Nacional y era una noticia importante. Entonces Diosdado Cabello anunció que iba a demandarnos. Con ABC no pudo hacerlo, porque para comenzar un pleito en España hay que venir y él no estaba dispuesto. A The Wall Street Journal lo denunció a distancia pero, a pesar de que contrató el bufete más caro de los Estados Unidos, perdieron. Pero con nosotros, El Nacional, La Patilla y Tal Cual, sí prosperó el caso. 

 

¿En qué fase se encuentra este proceso judicial?

La demanda penal no ha ido adelante por una razón procesal: él cargó contra dieciocho personas (comité ejecutivo, junta directiva…) y para que el juicio progrese tienen que reunirse todos en una audiencia previa. Eso no va a ocurrir, porque muchos están en el exilio; pero mientras el juicio espera la audiencia preliminar, el juez ha tomado medidas cautelares, como la prohibición de salir del país. Por otro lado, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas [Nikki Haley] dijo, en una declaración oficial en la ONU, que Diosdado Cabello era un narcotraficante [septiembre, 2018], lo cual ratificaba que se estuviera investigando. Pero eso tampoco lo toman en cuenta los jueces.

 

Tuvo que marcharse del país. Desde entonces, en el tiempo que ha pasado en España, ¿cuál es la imagen que encuentra de Venezuela?

He estado en treinta y cuatro parlamentos en estos cinco años explicando lo que pasa en Venezuela. Al principio, la imagen del país estaba marcada por el régimen de Hugo Chávez. Chávez se encontró con el ingreso por petróleo al alza y a través de las llamadas «misiones» repartió el dinero entre los sectores populares. Y, de algún modo, el nivel socioeconómico de esos grupos aumentó considerablemente. Pero era una distribución de capital sin contrapartida productiva. Cuando el ingreso petrolero bajó, porque destruyeron la industria petrolífera y todas las demás, y, por otro lado, se multiplicó la corrupción, el efecto fue terrible. Hoy en día en Venezuela el 87 por ciento de la gente vive en la pobreza. Cuando llegó Chávez, el índice se encontraba en el 45 por ciento. Recibió un país con mucha miseria, pero él la duplicó, por este modelo económico que es inviable. 

 

La información que llega a España, a través de nuestros medios, ¿es sesgada? ¿Es más alarmante que la realidad?

Es un pequeño fragmento de ella. Lo que está pasando en Venezuela lo tratan de reproducir los medios y no lo pueden hacer por completo, porque es difícil creer que en el país más rico del mundo en reservas petroleras se mueran cincuenta mil niños por desnutrición. El mismo periodista, que sabe qué cosas pasan, dice: «Eso tiene que ser una exageración». Pero no lo es. Parece insólito que suceda algo así, porque en los sitios que han sufrido ese tipo de situaciones ha habido una guerra, pero aquí no. El chavismo es un régimen que lo ha destruido todo. Eso no ha ocurrido en doscientos años. No hay un ejemplo semejante.