Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Planes para el futuro

Texto: José Lacarra [LEC 21]. Fotografía: Ingrid Ribas [Com 12]  

Albert Vidal es un joven inquieto —Pamplona, Nueva York, Israel, Jordania, Hong Kong—, un recién graduado de la «promoción corona» que se vio abocado durante los meses del confinamiento al heroísmo cotidiano de la formación online.


Otro lunes o miércoles o sábado del estado de alarma, Albert Vidal, estudiante del último curso del grado en Relaciones Internacionales, recibe un correo en el que le piden que explique su experiencia durante el confinamiento. Ha pasado de su año académico en Hong Kong, durante la época de las protestas, a quedarse encerrado en casa, ¿qué se siente?

Al día siguiente, en una llamada telefónica, relata la sensación emocionante de haberse visto envuelto entre banderas, láseres e himnos; de escuchar algunas noches la voz de un joven que se alzaba gritando el comienzo de un eslogan, y cómo miles de balcones rugían la respuesta una y otra vez; habla también de las pintadas en los suelos, de los carteles en las paredes, de los estudiantes con pasamontañas y máscaras antigás.

Cuenta cómo las manifestaciones alcanzaron la Chinese University of Hong Kong. Los alumnos se atrincheraron en el campus y el centro tuvo que suspender las clases a solo tres semanas de que finalizasen. La mayoría de las embajadas —la española no— evacuaron a los extranjeros de intercambio ante la creciente intensidad de las protestas. Albert terminó online las asignaturas. Dos meses más tarde, de vuelta en España, se cancelaron las clases presenciales en la Universidad por el coronavirus —«¡Qué graciosa coincidencia!», señala Albert—.

Pero esta segunda experiencia de estudio a distancia no ha sido igual. Ahora está en su casa de Sant Just Desvern (Barcelona), con su hermano y sus padres. Después de cuatro años fuera —en Pamplona, durante el curso, o en Nueva York y Jordania, en los veranos— la vida hogareña ha conllevado un desafío. Aunque la intensidad de su ritmo haya bajado considerablemente y no tenga tanta libertad de movimientos ni de horarios; y a pesar de que ya no sea decano de un piso de estudiantes, ni esté colaborando como voluntario en el Bronx, ni aprendiendo árabe en el Qasid Arabic Institute en Amman, ni gozando de la mezcla entre naturaleza y metrópolis de Hong Kong,  Albert no ha dejado de formarse humana y profesionalmente. Ha continuado con el estudio, con su investigación a distancia sobre las cuestiones que el profesor  Micha’el Tanchum le va proponiendo, como las dinámicas diplomáticas entre Irán vs. Arabia Saudí y los Emiratos Árabes; ha organizado también clubs de lectura, ha mantenido el contacto con sus amigos y ha aprovechado para hacer planes en familia.

Ahora que ha terminado su etapa universitaria la crisis del covid-19 le ha obligado a reorientar su futuro. Antes de cursar un máster en Estados Unidos, pensaba buscar trabajo en Oriente Medio. Su intención era probar en el ámbito empresarial y en el de investigación para ver qué le atraía más. No obstante, la situación actual no le permite traspasar fronteras, por lo que continuará su investigación online con Micha’el Tanchum desde casa. 

Con independencia de que los planes de la promoción corona se cumplan o se transformen, una cosa es segura: necesitaremos gente normal, como Albert, hombres y mujeres cultivados humanamente con el estudio y las buenas conversaciones con amigos.