Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

"Ya no leo best-sellers, sino libros que me aportan y me hacen recapacitar"


Suena la radio en la cocina de Consuelo de la Riva. Es un día gris. Consuelo está enfadada con sus hijos adolescentes, “asqueada”, según ella misma, harta de una vida que considera aburrida e insulsa. Desde que sus hijos crecieron y no la necesitan tanto, Consuelo no ha sido capaz de llenar ese espacio vital que ha quedado vacío. Tomar café a diario con sus amigas le aburre, ir al gimnasio no le llama la atención, no tiene necesidad de volver a trabajar, ni sabría dónde hacerlo… Del transistor sale una voz que lee una cuña publicitaria del Programa Senior.

“No lo dudé un momento”, cuenta. “Ahí voy, ¡de cabeza!”. Consuelo, que cree firmemente en la Providencia, considera que aquel mensaje no fue casual. Y los hechos parecen darle la razón. “Ha cambiado mi vida”, dice. “Hasta mis hijos me dicen que parezco otra, que estoy más contenta”.

Hace ya tres años de aquello y Consuelo, que apenas supera los 50, es todavía la alumna más joven del Programa. Y no cabe duda de que es también la más entusiasta. Cuenta que le sale callo de tomar apuntes, “como en el colegio”. Aunque no haya exámenes, repasa sus notas en casa, las estudia y se las aprende. Y después profundiza en los temas que más le interesan leyendo lo que diferentes autores han escrito sobre ellos. “Ya no leo best-sellers, sino libros que me aportan cosas nuevas, que me enseñan y me hacen recapacitar”.

Los alumnos del Programa son, para Consuelo, una segunda familia. “Nos queremos todos a morir. Cuando alguien no viene, nos preocupamos sinceramente y, si está enfermo, le mandamos flores, le vamos a visitar…”, cuenta Consuelo, que ha hecho un grupo de cinco amigas “de las que no se encuentran”.

Le encantan los temas humanísticos que se tratan en el Programa, en especial los de Arte y Filosofía. “Son temas que te llegan más porque se pueden aplicar a la propia experiencia de vida”, opina. “Recuerdo haber ido al Museo Oteiza y preguntarme ‘¿He pagado para ver esto?’. Luego, después de estudiar a Oteiza en el Programa –lo que buscaba, lo que le interesaba…–, volví y lo entendí perfectamente, y me encantó”.

Cuando comenzó el último curso del Programa Senior, Consuelo aludió a Oteiza en su discurso de apertura. En concreto, a los espacios vacíos, a cómo rellenarlos en la vida de cada uno”.

Se siente muy orgullosa de todo lo que ha aprendido con el programa . Dice que le sirve para sus conversaciones, tanto con sus hijos como con amigos. “Había conversaciones, en las que como marujilla de mi casa, no me podía meter. Y ahora puedo participar y opinar en todo”, cuenta.